Como recordarán, antes de que llegara La "tranquilidad" actual, entre 2010 y 2012, hubo unos meses de convulsiones que acojonaron al mundo, con el euro amenazando con romperse u/o algunos de sus miembros a punto de declararse en quiebra. De hecho, sólo la intervención in extremis de Grecia, Irlanda y Portugal permitieron a estos países seguir pagando sus deudas, aunque sin recobrar, todo lo contrario, la confianza de los mercados. Los dos siguientes países que podían estallar en mil pedazos, España e Italia, eran una amenaza mucho más dantesca, porque la crisis hubiera sido sistémica y arrastrado a todos, del euro y del no euro.
Recuerden las continuas admoniciones desde EEUU para que arregláramos nuestros problemas, y la incapacidad reiterada de las Troikas, Ecofines, Consejos, etc, para dar una derechas.
Entonces, a finales de 2012, llegó Draghi con su varita mágica, dijo que "haría lo que fuera necesario" para mantener al euro, se inventó una siglas, OMT, como nombre de un dispositivo muy potente que en realidad no existe, y aquí paz y después gloria: los mercados revaluaron los riesgos, descubrieron repentinamente que esos riesgos eran lo contrario de lo que habían estimado, que España e Italia son países la mar de majos, y las primas de riesgo ya no se supo más de ellas.
Sin embargo, la OMT es un bluff. Merkel no dijo nada, pero no la aprobó. El Bundesbank no la aprobará jamás, y en los Tratados que rigen en Europa esta prohibido que el BCE financie a un país. Es decir, que casos e tener que poner en marcha el OMT, se vería que no está desembalado ni se han leído las instrucciones, es más, ni siquiera ha salido del almacén, y hay un capataz, llamado Weidsmann, que jamás va a firmar la orden de envío.
Como nos explica Liam Halligan:
The trouble is that the OMT is a mirage. Under it, Draghi hasn’t yet bought a single government bond. Nor can he, because it can only be used if a country is already in a Greek-style bail-out involving endless humiliating conditions and democratic subjugation at the hand of the International Monetary Fund and others.
That rules-out Italy and Spain, the big two eurozone economies posing the greatest danger.
The OMT can’t buy Greek or Portuguese bonds either, because another condition is that participating nations can issue their own bonds to the market.
Perhaps the biggest obstacle to actually using the OMT is that Germany has never formally approved its formation. Draghi cunningly announced it while Merkel was on holiday. Facing election 14 months later, the German Chancellor didn’t want to outrage domestic voter opinion, so she didn’t OK it.
But she wanted financial markets to calm down, so she didn’t quite veto it either. From the Iron Frau’s sun-bed, there was nothing but stony silence.
Yet, the OMT is forbidden by European Treaties. It also amounts to the straight monetisation of eurozone government debt, which cuts deep into Germany’s inflation-scarred psyche.
So no one actually knows if its use is practical, legal or politically possible. There it remains, however, one of the twin pillars holding up the single currency.
Then there is eurozone banking union, which has been in preparation since 2012 and last week saw some rather alarming developments.
¿Cuándo han sido los mercados racionales, antes o después de la caída del caballo de Draghi? No enambos casos, en todo caso. Y si para ver la luz han tenido que cogerles de la mano las autoridades par ponerlos en la buena dirección, ¿no será que en realidad son unos ciegos guiados por un tuerto miope?
Eugene Fama diría, supongo, que ante la nueva información recibida (el anuncio de la OMT), los mercados reaccionaron "racionalmente" y reevaluaron rodos los datos a la luz de esa novedad. Lo que pasa es que los tipos de interés, que eran insostenibles a corto plazo, se han ido al polo opuesto, lo cual es difícil de explicar en base a la racionalidad. Ex post todo es explicable, hasta el fin del mundo, si es que queda alguien racional para hacerlo.
En todo caso, Draghi a conseguido dar un respiro relativo a la economía española, pero la economía del euro sigue arrugada como una pasa. Él mismo sabe, y lo ha comentado, que el riesgos dd deflación es real, y sin embargo Weidsmann se puso hecho una hiena cuando hace un mes el BCE bajó los tipos de interés. Esto demuestra que las reacciones de apoyo a la economía en proceso de arrugamiento van a ser puntuales y cicateras, lo justo para que nadie deje de pagar sus deudas a los países del norte.
Sin embargo, los mercados mantienen unos niveles de precios de activos que se compadecen mal con las previsiones de bajo crecimiento nominal, lo que alarga el problema de la deuda. Tampoco han mostrado sensibilidad a las últimas noticias del aumento de la deuda española, desbocada. Ni a la contracción del crédito al sector privado, lo que pone en cuestión la fuerza de la recuperación de la que se habla.
La valoración que hacen los bancos del riesgo privado y el riesgo de la deuda soberana es diametralmente opuesto. Mientras el crédito al primero cae cada vez más intensamente, el segundo se mantiene con primas de riesgo cada vez más bajas. Da la sensación de que los mercados de deuda están apuntalados por una "mano invisible" que no es precisamente su alabada racionalidad.
Pero este doble juego de riesgo, todo para el gobierno, nada para la familia y empresa, no es sostenible. Y no se pueden sacar conclusiones optimistas mirando sólo lo bien que va la prima de riesgo, cuando la deuda sigue desbocada.
No hay comentarios:
Publicar un comentario