"How can I know what I think until I read what I write?" – Henry James


There are a few lone voices willing to utter heresy. I am an avid follower of Ilusion Monetaria, a blog by ex-Bank of Spain economist (and monetarist) Miguel Navascues here.
Dr Navascues calls a spade a spade. He exhorts Spain to break free of EMU oppression immediately. (Ambrose Evans-Pritchard)

domingo, 22 de diciembre de 2013

Rencor fabricado con esmero

Les recomiendo vivamente que lean en El Mundo de hoy la columna de PJ Ramírez. Lo que más me interesa es la crudeza con la que expone las consecuencias de lo que podría llamarse con un eufemismo la "estrategia Rajoy" -si es que la simple dejadez con tintes de cobardía puede ser considerada estratégica. Hay quién así lo cree.

Pero no se trata de juzgar a Rajoy en vano, sino por las consecuencias de su no-acción, que, como dice PJ, no son para sólo para Cataluña, no. Son simple y llanamente la desaparición de España y su caída libre en una No-Nación sin estado que represente a sus no-ciudadanos. Una vez separada Cataluña, todo lo que tiene sentido -Constitución, monarquía, leyes, tribunales, poderes regionales... Es decir, el entramado estatal - dejaría de tenerlo. Y no sería reconstruirble desde la nada. No se hagan ilusiones los que piensan que al fin vendrá la república. ¿La república de qué nación?

Pudimos hacer una flamante transición porque había algo que transformar: el estado franquista. Cuando no hay nada, es como cuando se pierde una guerra frente a una potencia extranjera: ésta decide qué has de hacer. Al menos hay un poder foráneo en el que respaldarse. Véase, por ejemplo, la reconstrucción de Alemania y Japón después de la II WW. Depende de la voluntad del vencedor lo que salga.

Hay quién cree que la democracia nace de la destrucción de lo anterior. La democracia nace de al evolución de lo anterior, sin vacíos. Cuando hay vacíos suele correr la sangre. Véase la revolución francesa, desde que empezó hasta que se asentó en un régimen aceptable para todos. O mismamente la revolución de Crownwell... Es fácil desde la distancia de los siglos pasados decir que fueron tiempos gloriosos. Sólo lo fueron para los historiadores que lo cuentan embelesados. Pues ya lo dice Homero en la Iliada: los dioses urden guerras entre los hombres para que los bardos puedan cantarlas.

Si Cataluña se va, todo se va al carajo, porque muchos querrían irse. No habría un centro de referencia al que acudir para empezar la reconstrucción, porque muchos no reconocería ese centro. No habría una voluntad única. Todos contra todos. Como dice PJ, correría la sangre.

Claro, a esto se puede decir, con una sonrisa de condescendencia, ¡pero si no va a pasar! Y yo digo: ya está pasando. Lo que pasa todos los días es irreversible. Pase o no pase, el rencor fabricado con esmero bajo la pasividad bobalicona de Rajoy no se esfumará. Esa dinámica no creo que se detenga.

Les dejo con algunos de los párrafos de PJ Ramírez.

¿Habrá que repetir todos los días que no es de la separación de Cataluña sino de la destrucción de España de lo que estamos hablando? No de la amputación de un brazo o una pierna que deja secuelas irreversibles en el lisiado pero le permite sobrevivir con su discapacidad, sino de la extirpación de un elemento vital que indefectiblemente provoca el fallo multiorgánico y acaba con la existencia del ser vivo.

La independencia de Cataluña supondría el desencadenante de la implosión de España. Vendrían después el País Vasco, las Canarias y las Baleares que, como el antiguo reino de Valencia, serían el inmediato objeto de deseo de un pancatalanismo expansionista en pos de su lebensraum. Correría la sangre. Viviríamos la balcanización de la vieja piel de toro, el regreso a la noche oscura de las taifas medievales. Estremece hablar de ello, pero por algo se hacía eco el domingo pasado Carlos Segovia de la percepción de los expertos de que esa secesión supondría, sí, la quiebra de los bancos catalanes, pero también la degradación de la deuda de España a bono basura.

El gran error del que la Historia responsabilizará a Rajoy es circunscribirse a la defensa de las líneas rojas de la legalidad constitucional, no ya desentendiéndose de los preparativos y movimientos del enemigo sino facilitando su logística y avituallamiento. Si las dos guerras mundiales se desencadenaron por el equívoco de que la supuesta impermeabilidad de las fronteras francesas garantizaba la soberanía de su hexágono, no es difícil imaginar lo que habría dicho la posteridad si los gobiernos de París hubieran abastecido de combustible a los tanques alemanes que plancharon la Línea Maginot. O, insistiendo en la sustancia del símil, en caso de que alguien me recuerde que en la península no hay otro ejército que el español, si se descubriera ahora que en realidad quien financió la Marcha Verde fue el régimen franquista.

En el primer programa de EL MUNDO en Libertad, Luis Herrero invocaba a Santa Teresa para alegar que es lejos de la muralla donde mejor se protege a la ciudad. Rajoy mantiene tropas en lugares remotos con el argumento de que la seguridad de la democracia occidental se defiende en Afganistán o en el Líbano, pero no es capaz de tomar decisiones políticas para defender a España en Cataluña. La amenaza que para nuestra estabilidad institucional, nuestra prosperidad colectiva y nuestra calidad de vida individual han incubado Mas, Jonqueras y sus secuaces –la tan implacable como banal banda del trust de la coliflor de Arturo Ui– no se limita, como finge creer Rajoy, a un órdago a la grande entorno a una consulta, dos preguntas y una fecha.

Para los nacionalistas lo de menos del proceso independentista es la línea sobre la arena; lo de más, la caravana en marcha, la travesía del desierto del pueblo elegido. Es decir, la acumulación de fuerzas para que cuando el día D llegue la resistencia del Estado se desmorone como un castillo de naipes. O incluso para que ni siquiera haga falta día D, en la medida en la que todo vaya sucediendo como un dominó de hechos consumados que, a lo sumo, aconseje poner al final una guinda, un lazo rojo, o mejor, un caganer para coronar el pastel con el que se celebrará la extinción de lo último que allí quede de España.

La prueba de que los separatistas van ganando es que cada envite se juega en un terreno más favorable para ellos que el anterior. Ya no se debate sobre la obligación del Estado de garantizar el uso de la lengua común en todos los lugares de España, ni siquiera del imperativo de hacer cumplir las sentencias del Tribunal Supremo en contra de la inmersión obligatoria en catalán o de cómo llevar a la práctica la claudicante estrategia de la Ley Wert a base de pagar centros privados que enseñen en español –en el caso de que los haya– a los padres que lo pidan. Ahora lo que se debate es si es aceptable que un gobierno autonómico financie el llamado seminario del odio y reciba al mismo tiempo fondos de un programa como el del FLA que prohibe poner «trabas al mercado interior».

Bueno, en realidad ese era el debate del mes pasado. El de éste se ha desplazado ya a si es compatible anunciar que se pretende dinamitar el Estado el 9 de noviembre de 2014, destinando partidas presupuestarias para ello, y seguir desempeñando las funciones encomendadas por el propio Estado, en un marco de lealtad institucional, como si tal cosa.

La conducta de Rajoy indica que no sólo es posible, sino que no hay como acercar la mecha al bidón para que aquel al que intentas destruir te ponga un mullido cojín para facilitarte la postura. ¿Cómo interpretar si no las últimas decisiones de Montoro sobre el reparto del FLA y la transferencia del sádico Impuesto del Patrimonio a los gobiernos autonómicos que engañan lo suficiente a sus ciudadanos como para empecinarse en aplicarlo?

4 comentarios:

Anónimo dijo...

El problema basico es que todavia no se han enterado que toda guerra ideologica es una guerra de trincheras... Si se pierde una linea resulta casi imposible recuperarla... Un esfuerzo que ademas no quieren hacer...

Pablo Bastida dijo...

Que excelente ironía, leer sobre la defensa de la nación española el mismo día del gordo de Navidad, nuestra verdadera Fiesta Nacional (quizá es ya lo único que tenemos en común). Dios le dijo a Abraham que si encontraba a tan solo 10 justos entre los habitantes de Sodoma, perdonaría a la ciudad y a todos sus habitantes a pesar de su depravación... y no los encontró.¿Cuantos españoles creen en España? La mayoría solo creemos en la lotería, en pegar el pelotazo, en lamer culos, en el enchufe. ¿Se hallarán suficientes justos entre nosotros para evitar la aniquilación de la que habla Pedro Jota? Creo que va a ser que no.

www.MiguelNavascues.com dijo...

Es totalmente cierto lo de las trincheras: el primero que cede ya no recupera la posición. Llevamos cediendo décadas, pero a velocidad creciente. La dinámica es cada vez más difícil de parar.

Anónimo dijo...

Lo peor de todo es la falta por parte de los lideres democraticos españoles de luchar la batalla ideologica contra los nacionalistas. Hecho de menos que por cada "boutade" de ERC o CiU no se halla respondido. Tenemos una izquierda que no parece querer combatir a fondo el nacionalismo y una derecha incompetente que tampoco esta a la altura