La empresa española independiente no existe, si no es el tendero de la esquina. Si existe, suele manejarse con una holgura fiscal no muy grande, que le permite tener un colchón de supervivencia sin el que moriría.
Pero la empresa grande española es el fruto del cambalache con el poder. Son antiguas empresas públicas del franquismo con las que sus sucesores han jugado al Monopoly. Ahora los sucesores están dividido en 18 diminutos poderes, diminutos al menos ante los gobierno de medio pelo de otros países, que al menos saben cuales son sus intereses nacionales. El destrozo que han hecho con la herencia es digno de esas familias que prefieren incendiar las propiedades antes que caigan en manos de los primos.
En todo caso, jamás olviden esto: la gran empresa española de hoy es una herencia mal gestionada del pasado, de un pasado que se intenta reeditar para figurar que los Trincones de hoy han sido los creadores. Pero eso es imposible porque en España no hay Tycoons, sino Trincones, y si los hay se les manda al extranjero a ver si un anaconda los devora.
Repsol era una empresa que iba viento en popa hacia convertirse en una de las mayores petroleras del mundo, con yacimientos propios recién descubiertos, lo que, como dice Roberto Centeno, hubiera sido la seguridad energética permanente, sin tanto molinillo y tanta paellera.
Nos cuenta Roberto Centeno que todo esto se ha ido a freír espárragos por los intereses venales de Cataluña-Brufau (hundir a Rapsol) y por el desinterés abúlico de Mariano Rajoy.
Reposol, en una operación de hace años de birlibirloque, cayó en las garras de los catalanes porque la adquirió Gas Natural, contra toda lógica, pues esta era 3 veces menor que la absorbida Repsol. Una maniobra a todas luces orquestada por pactos a varias bandas entre el gobierno nacional y la generalidad.
Sin embargo, podría haberse salvado de su destino menguante si a Sacyr, con el 20% de capital, le hubieran dejado usar sus derechos de capital que le correspondían. Pero Sacyr se convirtió inmediatamente en un grano en el c... De los catalanes (ya saben que son muy sensibles a esa parte anatómica, por eso la conjuran con los entrañables caganers) Que debió de intervenir, gran cirujano anestesista, Mariano Rajoy, para que si Repsol no iba a ser catalana, al menos dejarla hecha unos zorros.
No es que Repsol fuera una gran empresa creado por un Tycoon. Era el fruto de la suma de las empresas petroliferas nacionales en las que se dividió la antigua Campsa, el monopolio creado por Calvo Sotelo en la dictadura de Primo de Rivera, por ello con un accionariado bizcochable. Y así son todas las empresas grandes españolas, porque tienen un accionariado Ad hoc pero no tienen un propietario con un objetivo claro, y tienen siempre la amenaza de la cción de reserva o acción de oro del gobierno, que no garantiza más que una sumisión de los intereses patrimoniales de la empresa a tal o cual amiguete que quiera mojar salsa, sea un Artur Mas, sea un president del gobierno de Italia (como en el caso Endesa).
En España no hay Tycoons, hay Trincones. Durante la Transición, que debería haber servido para dejar emerger nuevas fuerzas empresariales, sólo ha servido para destrozar las empresas nacionalizadas de antes. Había que readaptarla y homologarla con el entorno exterior, pero lo que se ha hecho es cambalachear con ellas y, de paso, destrozarlas.
De paso, que no se olvide el papel cuasi mafioso que ha tenido Europa en todo esto, como cuando autorizó la venta de Endesa a una empresa pública italiana.
En España no hay fuertes empresas grandes porque no hay transición de la empresa media a la grande. Algo falla en el sistema fiscal, bueno, muchas cosas. Pero la empresa grande es la que abre el camino a las pequeñas, en contra de lo que se cree.
Pereo lean el artículo de Roberto Centeno, protagonista de los hechos y testigo directo. Por ciero, en estas oscuras tramas sale agente especial, a favor de lao intereses de loa catalanistas,
Pero la empresa grande española es el fruto del cambalache con el poder. Son antiguas empresas públicas del franquismo con las que sus sucesores han jugado al Monopoly. Ahora los sucesores están dividido en 18 diminutos poderes, diminutos al menos ante los gobierno de medio pelo de otros países, que al menos saben cuales son sus intereses nacionales. El destrozo que han hecho con la herencia es digno de esas familias que prefieren incendiar las propiedades antes que caigan en manos de los primos.
En todo caso, jamás olviden esto: la gran empresa española de hoy es una herencia mal gestionada del pasado, de un pasado que se intenta reeditar para figurar que los Trincones de hoy han sido los creadores. Pero eso es imposible porque en España no hay Tycoons, sino Trincones, y si los hay se les manda al extranjero a ver si un anaconda los devora.
Repsol era una empresa que iba viento en popa hacia convertirse en una de las mayores petroleras del mundo, con yacimientos propios recién descubiertos, lo que, como dice Roberto Centeno, hubiera sido la seguridad energética permanente, sin tanto molinillo y tanta paellera.
Nos cuenta Roberto Centeno que todo esto se ha ido a freír espárragos por los intereses venales de Cataluña-Brufau (hundir a Rapsol) y por el desinterés abúlico de Mariano Rajoy.
Reposol, en una operación de hace años de birlibirloque, cayó en las garras de los catalanes porque la adquirió Gas Natural, contra toda lógica, pues esta era 3 veces menor que la absorbida Repsol. Una maniobra a todas luces orquestada por pactos a varias bandas entre el gobierno nacional y la generalidad.
Sin embargo, podría haberse salvado de su destino menguante si a Sacyr, con el 20% de capital, le hubieran dejado usar sus derechos de capital que le correspondían. Pero Sacyr se convirtió inmediatamente en un grano en el c... De los catalanes (ya saben que son muy sensibles a esa parte anatómica, por eso la conjuran con los entrañables caganers) Que debió de intervenir, gran cirujano anestesista, Mariano Rajoy, para que si Repsol no iba a ser catalana, al menos dejarla hecha unos zorros.
No es que Repsol fuera una gran empresa creado por un Tycoon. Era el fruto de la suma de las empresas petroliferas nacionales en las que se dividió la antigua Campsa, el monopolio creado por Calvo Sotelo en la dictadura de Primo de Rivera, por ello con un accionariado bizcochable. Y así son todas las empresas grandes españolas, porque tienen un accionariado Ad hoc pero no tienen un propietario con un objetivo claro, y tienen siempre la amenaza de la cción de reserva o acción de oro del gobierno, que no garantiza más que una sumisión de los intereses patrimoniales de la empresa a tal o cual amiguete que quiera mojar salsa, sea un Artur Mas, sea un president del gobierno de Italia (como en el caso Endesa).
En España no hay Tycoons, hay Trincones. Durante la Transición, que debería haber servido para dejar emerger nuevas fuerzas empresariales, sólo ha servido para destrozar las empresas nacionalizadas de antes. Había que readaptarla y homologarla con el entorno exterior, pero lo que se ha hecho es cambalachear con ellas y, de paso, destrozarlas.
De paso, que no se olvide el papel cuasi mafioso que ha tenido Europa en todo esto, como cuando autorizó la venta de Endesa a una empresa pública italiana.
En España no hay fuertes empresas grandes porque no hay transición de la empresa media a la grande. Algo falla en el sistema fiscal, bueno, muchas cosas. Pero la empresa grande es la que abre el camino a las pequeñas, en contra de lo que se cree.
Pereo lean el artículo de Roberto Centeno, protagonista de los hechos y testigo directo. Por ciero, en estas oscuras tramas sale agente especial, a favor de lao intereses de loa catalanistas,
En la historia tampoco sale muy bien parado el cuñado de José María Roldán, Manuel Pizarro, entonces presidente de Endesa! y convertido en héroe UE estuvo a punto de ser ministro de economía. Ya saben, el del modelo económico "Lafamilia-que-gasta-poco-o-nada".Como consecuencia de la crisis financiera mundial, los bancos americanos e ingleses pusieron en venta su préstamo a Sacyr, algo que el gigante energético ruso Gazprom deseaba para intentar controlar Repsol y después la otra gran petrolera rusa, Lukoil, algo que conozco bien porque intervine directamente hasta que fui desplazado por Corinna zu Sayn-Wittgenstein por razones obvias. La intervención de las más altas instancias hizo pensar a Lukoil que podía controlar Repsol a precio de saldo y al final el tema fracasó.
A continuación Brufau empezó a preparar, siguiendo también la directrices del Tinell, una OPA sobre Endesa, la primera eléctrica española que había estado desastrosamente gestionada por Manual Pizarro, que nunca remató el proyecto de fusión con Iberdrola, lo que habría creado la primera compañía eléctrica del mundo, ni se expandió internacionalmente, a pesar de tener más medios que nadie. Literalmente, pasó diez años tocándose las narices. Ante la pasividad de Pizarro, los nacionalistas, infinitamente más pequeños, se lanzan a por Endesa para repartir los activos entre Cataluña y el País Vasco, pero a esto dedicaré otro análisis.
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