Salvardor Sostres , en "La monarquía":
y aquí, sobre el "Rey padre":El primer interés de la Monarquía es que no es democrática. Es mucho más estético, agradable y seguro confiar en el azar genético que en el vómito de la masa. Es reconfortante que no todo en España haya sido votado, alisado por el nivel más bajo. En Inglaterra la sociedad está construida sobre el arquetipo Hombre-Dios y tener una iglesia nacional fuerte, con su ética por encima de las leyes que escriben los hombres, favorece la buena fe en los negocios.El igualitarismo es un suicidio estético y las categorías nacen de los privilegios. El mayor encanto de los clubes privados es que los demás no pueden entrar. Prefiero un noble arruinado a una pelandusca venida a más. Aborrezco lo nuevo y no hay lujo sin decadencia. Ganamos mucho en nuestros minutos finales y cuando damos la noche por perdida es cuando somos más brillantes. Hay que escribir como si nos despidiéramos, pero sin marcharnos. Sólo lo inútil puede salvarnos.
Lo más importante del Rey es que lo nombró Franco y que la España democrática se fundó sobre una victoria. Lo más importante del Rey ha sido su optimismo. De sus cacerías -de todo tipo cacerías- obtuvo el ser querido por su pueblo; y del amor de su pueblo el prestigio mundial que le permitió proteger la posición internacional de España y los intereses de los empresarios españoles mucho más allá de lo que el vulgo podrá jamás imaginar.
Lo fundamental del Rey ha sido su sonrisa, con la que ha sido capaz de conmover a apocalípticos y resentidos. Los antimonárquicos han sido una grotesca pantomima estos años, como lo fueron los antifranquistas durante la dictadura. Franco murió en la cama y Juan Carlos ha abdicado. Dos formas de irse cuando te da la gana. Lo importante de los países es que se funden y se refunden sobre victorias incontestables. Políticas o militares. Atado y bien atado. Ganar es el único diálogo con la Historia.
El vergonzoso trato que se le ha dado al Rey en los últimos meses ha sido una demostración más del vicio supremo del desagradecimiento que subyace en este "intratable pueblo de cabreros", por decirlo al modo de Jaime Gil de Biedma. Cada rango tiene su estética y los reyes cazan y retozan. Juan Carlos nos ha hecho quedar muy bien en cada uno de sus disparos, y podemos estar orgullosos de él. Además ha sido el político más valioso de la Historia de España, el único que ha sabido sobrevolar nuestro cainismo con su grandeza, nuestra eterna tristeza con su sonrisa.
Abdica el rey español de todos los tiempos, el rey que mayor esplendor ha dado a España en décadas. Abdica el Rey total en un injusto ambiente enrarecido. El papelón de la Reina haciéndose la despechada a estas alturas ha dado rienda suelta a la insufrible demagogia de la turba, cada vez más impermeable al misterio, y ya no digamos a cualquier exigencia de la inteligencia. Abdica el Rey padre, que ha cuidado con infinita ternura de nuestra perenne orfandad.
Especial carga simbólica tiene que su heredero venga a reinar bajo el nombre de Felipe VI en plena efervescencia del soberanismo en Cataluña. Felipe VI, sucesor de Felipe V: del mito de 1714 a la realidad de 2014. Toda clase de paralelismos serán lanzados al vuelo, pero el único que importa es el de la victoria. La victoria de Felipe V, la victoria sobre la que se fundó el reinado de Juan Carlos, y la victoria de la continuidad de la monarquía con Felipe VI. Así se escribe el devenir de las naciones que merecen tal nombre. François Furet lo dice: "une nation, l'oeuvre des siècles et des rois". Perder no es un resultado, es una condición. Cataluña tiene que asumir que ganar es el único modo de escapar del limbo de las lamentaciones para ingresar, solemne, en la Historia.
Eso sí, antes de precipitarse haría bien en estar segura de lo que sería para ella una victoria; y de pensarlo detenidamente, porque de tan acostumbrada a celebrar derrotas, podría dejarse llevar por la fatal inercia de lo trágico, como siempre hasta hoy. También España opinó sobre su Historia: y con la restitución monárquica, y saltándose a Don Juan, superó brillantemente el tenebroso legado de la República, para fundar con el Rey su era más libre y prodigiosa.
3 comentarios:
Este tío escribe como mea.
Sí, ess lo que me parece -en el sentido de Delibes hablando de Umbral
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