"How can I know what I think until I read what I write?" – Henry James


There are a few lone voices willing to utter heresy. I am an avid follower of Ilusion Monetaria, a blog by ex-Bank of Spain economist (and monetarist) Miguel Navascues here.
Dr Navascues calls a spade a spade. He exhorts Spain to break free of EMU oppression immediately. (Ambrose Evans-Pritchard)

lunes, 9 de junio de 2014

Sostres y Pablo Iglesias

Se ha creado el precedente de tratar con condescendencia a Podemos, y a su líder Iglesias. El precedente de decir, casi con ternura, que "su programa es irrealizable", y de decirlo con la ternura paternalista de quien se cree más inteligente pero siente algún tipo de afinidad sentimental con el personaje, su ideología y lo que representa. Algo así como aquellos que decían, y todavía dicen, que el comunismo era, "como mínimo, una buena idea".
Lo perverso de Pablo Iglesias, y de Podemos, son las ideas. Igual que la idea del comunismo, tal vez la más maléfica que el Hombre ha tenido. Su aplicación fue el mayor crimen contra la Humanidad. 
El problema del programa de Podemos no es que sea irrealizable, sino que constituye el mayor ataque contra la libertad que se haya perpetrado en España desde la recuperación de la democracia. El problema del programa de Podemos es que niega el principio diverso de la naturaleza humana e insiste en el idealismo igualitarista que sólo lleva a la miseria y a la muerte.
El programa de Podemos es un ataque letal contra la propiedad privada, contra del derecho de cada cual de buscar su propia felicidad, contra la competencia y la competición que nos vuelven prósperos y mejores.
Si el programa de Podemos se llevara a la práctica constituiría un delito masivo y un crimen contra la más elemental idea de la ciudadanía y de la libertad. Sería más atroz que la dictadura del general Franco.
No es un problema que el programa de Podemos sea irrealizable: es una suerte, una victoria del sistema. El problema es que después de la tragedia y el dolor que tuvimos que aprender del siglo XX todavía queden tantos que coqueteen con el izquierdismo trasnochado -valga la redundancia- como si no se hubieran todavía cansado de contar cadáveres.

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