"How can I know what I think until I read what I write?" – Henry James


There are a few lone voices willing to utter heresy. I am an avid follower of Ilusion Monetaria, a blog by ex-Bank of Spain economist (and monetarist) Miguel Navascues here.
Dr Navascues calls a spade a spade. He exhorts Spain to break free of EMU oppression immediately. (Ambrose Evans-Pritchard)

martes, 16 de septiembre de 2014

Escocia, Cataluña, y el problema monetario

Escocia pretende secesionarse de RU dejando de pagar su parte de la deuda nacional, pero a la vez seguir perteneciendo a la libra y el Banco de Inglaterra.

Tal tomadura de pelo es imposible, si no me equivoco. Londres ya ha dicho de todas las formas posibles que el Banco de Inglaterra no dará liquidez a los bancos residentes en Escocia. Escocia podrá declarar unilateralmente que su moneda en la que acepta saldar sus deudas con su hacienda es la libra, pero eso la convierte en una nación sin divisa peopia ni banco central propio. ¿Consecuencias? Su dinero en circulación dependerá de la entrada neta de divisas convertibles en libras, es decir, del saldo final de su balanza de pagos corriente y de capitales.

Algunos piensan que podría establecerse una trampa por la que un banco residente en Londres puede recibir liquidez del Banco de Inglaterra y a su vez prestar el dinero a su sucursal en Escocia, lo que sortearía el problema legal; pero sabemos que eso no funcionó en Argentina cuando estableció un Currency Board con el dólar y llegó una crisis de confianza. Los bancos matrices se negaron a financiar a sus filiales argentinas. La quiebra de las dolores podría arrastrar a toda la entidad con la matriz incluida.

Por lo tanto, Escocia tendrá una restricción perenne: tendrá que obtener un superávit exterior si quiere aumentar su circulación de dinero, o viceversa, lo cual puede ser una disciplina muy encomiable a largo plazo, pero a corto plazo le puede llevar a sufrir ciclos monetarios muy perjudiciales y nada relacionados con su economía real. En otras palabras, Escocia estaría sometida a un Currency Board, a menos que decidiera formar su propia moneda. Pero esto no se hace con éxito sólo con la voluntad política. Necesita una credibilidad que se tendrá que ganar durante un periodo más o menos largo de Currency Board, durante el cual se puede ver sometida a desagradables movimientos adversos de capitales.

Esto se ve agravado por su intención declarada de no pagar la parte correspondiente de la deuda de RU.

Lo que podemos sospechar que es la intención de Cataluña, aunque nada oficial se haya dicho al respecto. El primer efecto sería una descalificación de la deuda de la nueva nación ante los mercados, como deuda susceptible de impago. La prima de riesgo y las restricciones crediticias aumentarían, lo cual dificultaría la financiación del nuevo estado. Cataluña ya está en quiebra técnica, pues sólo consigue dinero del gobierno español a través del FLA. No hay nadie dispuesto a prestarle en condiciones de mercado. Es mucho más barata la financiación de Madrid, lo que no deja de ser irónico.

De hecho, una buena parte del aumento de la deuda española, que alcanza más del 140% del PIB sin los ajustes que permite Bruselas en su PDE, es para taponar el agujero financiero creciente de las CCAA.

Por lo tanto, Cataluña es cada vez más dependiente de la financiación de Madrid, pero a la vez cree que va a poder suspender el servicios de esa deuda. Cuanto más alto sea el default de la deuda con Madrid, peor será su clasificación en los mercados, ya de por sí no muy boyante. Es decir Cataluña estaría dispuesta a obtener financiación a tipos de interés mucho más altos para prescindir de la ayuda casi gratis de Madrid, que no devolvería.

Estas consideraciones financieras hacen muy inverosímil la ruptura definitiva, a menos que los secesionistas hayan decidido hundirse en la miseria con tal de ser independientes. Ahora bien, entre la ruptura definitiva -que técnicamente podría llegar a ser interesante para Madrid- y la prolongación de la situación actual, hay muchas vías alternativas por explorar, siempre que Madrid acepte seguir no reclamando la deuda creciente.

Claro, todo esto son consideraciones racionales que no tienen nada que ver con la emoción visceral de odio desatada en Cataluña respecto a España, que puede seguir intensificándose, aunque se aplace de momento, por cuestiones financieras, la decisión definitiva. El lloriqueo - como dice Pablo Bastida- puede seguir mientras los demás no miremos las cosas de frente.

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