"How can I know what I think until I read what I write?" – Henry James


There are a few lone voices willing to utter heresy. I am an avid follower of Ilusion Monetaria, a blog by ex-Bank of Spain economist (and monetarist) Miguel Navascues here.
Dr Navascues calls a spade a spade. He exhorts Spain to break free of EMU oppression immediately. (Ambrose Evans-Pritchard)

miércoles, 3 de septiembre de 2014

Un cerdo anda suelto por la calle

Edwin Rolando, un ecuatoriano afincado en Parla, ha sido dejado en libertad por el juez, después de ser convicto de acosar sexualmente al menos a 10 mujeres en la calle. ¿Y qué hacïa, el angelito, con esas mujeres? Las seguía con el coche hasta un paraje solitario, se bajaba, las toqueteaba mientras él hacía actos obscenos (masturbatorios, I suppose)... Lo ha dejado en libertad, el juez digo, con la condición de que no se acerque a Pinto.

Este es el angelito. Casado y padre de un hijo. 35 años. Se le ha dejadores libertad. Me imagino lo que pensarán las mujeres de ese juez. Y las madres de las mujeres. Y los padres de las mujeres, la mayoría de 18 años.
El Mundo:

La Guardia Civil ha detenido a un agresor sexual en serie acusado de abusar al menos de 10 mujeres en Pinto durante los dos últimos dos meses. El arrestado es un hombre ecuatoriano de 35 años identificado como Edwin Rolando V. C. Está casado y tiene un hijo, trabaja en un hipermercado de Torrejón de la Calzada y vive en Parla. Carece de antecedentes penales y un juez de Valdemoro le dejó en libertad bajo la prohibición de entrar en el municipio de Pinto.
Edwin Rolando está acusado por la Guardia Civil de 10 delitos de abusos y otro de exhibicionismo, aunque no se descarta que haya más víctimas y que cometiera otros delitos en algún municipio de la zona sur. Todas las agredidas rondaban los 18 años, aunque también hay dos mujeres de 30 y 35.
A tenor de las primeras investigaciones de la Guardia Civil, siempre cometía las fechorías por la mañana y en el entorno de la estación de tren de Pinto.
Todas las mañanas Edwin llevaba a su mujer a trabajar en su vehículo. Tras dejarla, acudía a las inmediaciones de la estación en busca de chicas jóvenes.
Seguía a las mujeres con su vehículo a escasa distancia por la calle y las abordaba en lugares poco transitados y con escasa luz procediendo a realizarles tocamientos mientras él realizaba actos obscenos. Los abusos siempre los cometía en la calle y nunca dentro de su turismo.

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