"How can I know what I think until I read what I write?" – Henry James


There are a few lone voices willing to utter heresy. I am an avid follower of Ilusion Monetaria, a blog by ex-Bank of Spain economist (and monetarist) Miguel Navascues here.
Dr Navascues calls a spade a spade. He exhorts Spain to break free of EMU oppression immediately. (Ambrose Evans-Pritchard)

lunes, 8 de diciembre de 2014

Sobre Keynes y su incesante combate de las ideas

"Too large a proportion of recent ‘mathematical’ economics are merely concoctions, as imprecise as the initial assumptions they rest on, which allow the author to lose sight of the complexities and interdependencies of the real world in a maze of pretentious and unhelpful symbols. (Keynes, CW VII, p. 298)"

Keynes nunca dejó de combatir por lo que él creía la verdad. Desde que dimitió de su puesto en la delegación británica enviada al Tratado de Paz de Versailles de la guerra de 1914-19, y publicó "Las consecuencias Económicas de La Paz", fue un polemista. Lo fue aunque estuvo fuera de cargos políticos desde entonces hasta la Segunda Guerra Mundial, aunque muchas veces fue recabada su opinión por parte del gobierno británico. En los años treinta, si afán de polémica se vio acentuado por la preocupaciones e ver que Europa estaba cayendo bajo el totalitarismo, en gran parte por culpa de la Gran Depresión.
The point is augmented by the widely recognised urgency with which Keynes viewed his task – he feared the totalitarian response to the great depression, a threat that was very real in much of continental Europe and perhaps no less in Britain itself. As a consequence, Keynes was taking major theoretical steps but never giving himself the time fully to understand and incorporate each of them. 
En "Keynes Betrayed" (Geoff Tily) se ve con claridad la lucha de ideas entre Keynes y la ortodoxia imperante entonces, durante la crisis de los decisivos años treinta, justo después de escribir su "Treatise on Money", pero antes de 1936, cuando publicó su "General Theory".
Keynes era un combatiente de las ideas; en esos años consiguió llevar al centro del escenario mundial esa lucha ideológica entre sus teorías y la tradición mayoritaria (lo que ahora llamamos el Mainstream). En esos años Keynes intenta influenciar a los líderes del mundo para que abandonen el patrón oro, pues pensaba, acertadamente, que el regreso a sus reglas inflexibles en la década ante tiro era el culpable de la depresión mundial. Uno de sus primeros seguidores fue el presidente Roosevelt, que llegó a la Presidencia de EEUU a finales de 1932.
En 1933 juró el cargo y comenzó una verdadera revolución en el mundo financiero, iluminada por las ideas de Keynes. Abandonó el patrón oro, permitiendo una devaluación defecto del 60%, contra la oponión de la Cumbre Económica celebrada por esas fechas, en la que los países europeos se cerraron en banda en torno al oro. Keynes encontró en la audacia del presidente de EEUU el único valedor de sus nuevas teorías. Sus palabras alabando el cambio de doctrina de EEEUU y censurando el aferramiento de Europa al Tabú del oro recuerda inquietantemente la misma discrepancia que vemos hoy, con una Europa empeñada en el suicido por su adicción al error del euro, que lleva a la muerte económica, tragicómicamente apoyado por sus burocráticas clases dirigentes. El panorama de entonces, descrito por Keynes, nos recuerda que la historia está llena de tropiezos en los mismos errores del pasaos olvidado:
The Economic Conference will be a farce unless it brings this divergence to a head. If the opposed parties are not inclined to join issue in public on the fundamental choice which America has presented to the world in unambiguous form, it is much better that the Conference should adjourn.
On the one side we have a group of European countries of great political and military importance, but increasingly segregated from the currents of world trade. They disbelieve in official expansionist policies as a means of restoring economic life. They cling fanatically to their gold perches, though most of them are poised there precariously. . . . On the other side, the United States of America invites us to see whether without uprooting the order of society which we have inherited we cannot, by the employment of common sense in alliance with scientific thought, achieve something better than the miserable confusion and unutterable waste of opportunity in which an obstinate adherence to ancient rules of thumb has engulfed us. . . . ( CW XXI, pp. 274–6)...
Keynes escribió una famosa carta abierta a Roosvelt en la que le alababa por su decisión en contra del resto del mundo:
Thus, as the prime mover in the first stage of the technique of recovery, I lay overwhelming emphasis on the increase of national purchasing power resulting from governmental expenditure which is financed by loans and is not merely a transfer through taxation, from existing incomes. Nothing else counts in comparison with this . . . . . .
These criticisms do not mean that I have weakened have weakened in my advocacy of a managed currency or in preferring stable prices to stable exchanges. The currency and exchange policy of a country should be entirely subservient to the aim of raising output and employment to the right level . . .
La difusión u el efecto de la carta abierta fue enorme, como te incia un colega a Keynes:
Moggridge cites a letter from Walter Lippmann to Keynes that illustrates the impact of Keynes’s initiative: I don’t know whether you realise how great an effect that letter had, but I am told that it was chiefly responsible for the policy which the Treasury is now quietly but effectively pursuing of purchasing long- term Government bonds with a view to making a strong bond market and to reducing the long term rate of interest. ( CW XXI, p. 305; see Figure 3.4 ).
Two weeks after the publication of the letter, on 15 January 1934, President Roosevelt took measures to stabilise the value of the dollar: ‘He asked Congress for legislation ‘to organise a sound and adequate currency system’. Amongst his proposals was that the President should be empowered to fix the gold value of the dollar at between 50 and 60 per cent of its old value’ (Moggridge in CW XXI, p. 309). On 30 January 1934 the Gold Reserve Act was passed by Congress, empowering an exchange management fund (of $2600 millions 29 ) and fixing the value of the dollar at $35 per ounce (a devaluation of 59 per cent). The Economist of 27 January 1934 noted that the measure ‘has been described as the most important since the Civil War’.
El afán principal de Keynes en aquellos años era monetario. Pero no era un monetarista como lo sería después Milton Friedman, su crítico (aunque admirador) que consiguió desbancarle del pedestal desde el que dominó la economía hasta los años setenta. Como explicaría tres años después en su "General Theory", Keynes no creía en la eficiencia de los mercados, y menos financieros.
El problema de la depresión era causado, según su visión, por un constreñimiento del crédito mundial que había elevado los tipos de interés a niveles inalcanzables para los inversores. Su línea de acción recomendada era que los países del bloque oro lo abandonaran, para así independizar la política monetaria interna de la presión sobre la paridad de la divisa.
Sin embargo, Keynes no era liberal como Friedman. Para Friedman, sucesor de los clásicos y la teoría del tipo de interés natural, es la oferta de ahorro y la demanda de fondos para invertir los que determinan el tipos e interés. El tipo de cambio "natural" es que que equilibra el ahorro interno y externo con la inversión interna y externa. Es decir, el tipo de interés natural de dentro, comparado con el de fuera, generará movimientos de capitales que lo harán subir o bajar, hasta su nivel de equilibrio o natural.
Para Keynes la causalidad iba en el sentido contrario. Es decir, iba desde el mundo financiero, que decidía el tipo de interés, al mundo real. Como dice Jörg Bibow, Un aumento del ahorro no lleva a una bajada sel tipo de interés, sino a una subida:
On the first, the loanable funds question, Keynesís Treatise analysis pinpoints that an unforeseen rise in thrift implies a corresponding revenue shortfall on the part of the firms confronted with the rise in thrift, i.e. drop in sales. No matter whether they accumulate unplanned inventories or cut price, firms cash-flow falls short of expectations, and exactly by the amount of the rise in thrift. Essentially, then, saving does not lead to a rise in wealth, but a redistribution in wealth.
Keynes, por el contrario, recomendó que se abandonaran las paridades-oro, pero que los países acordaran unas paridades ajustables, de modo que el mercado cambiario no fuera origen de especulación que llevara a contracciones de la economía real.
Por lo tanto, su modelo era una independencia de la política interna de cada país centrada en bajar al mínimo los tipos de interés, y que fluyera el crédito. Para que no hubiera fluctuaciones indeseadas en las paridades, proponía una política cambiaria concertada entre los principales países que implicara una devaluación de facto de las monedas desde su antigua paridad-oro, pero regulada de manera que los desequilibrios persistente de balanza de pagos pudieran arreglase suavemente, y sin grandes trastornos al nivel de empleo. Además, para facilitar esas doble política interna y externa, proponía un control de movimientos de capitales. En suma, todo lo contrario del paradigma que vivimos hoy. Su objetivo no era acabar don el mundo liberal, sino todo lo contrario, apuntalarlo y reforzarlo contra el mal funcionamiento del mundo de las finanzas/
"A great deal is at stake. We are engaged in defending the freedom of economic life in circumstances which are far from favourable. We have to show that a free system can be made to work. To favour what is known as planning and management does not mean a falling away from the moral principles of liberty which could formerly be embodied in a simpler system. On the contrary, we have learnt that freedom of economic life is more bound up than we previously knew with the deeper freedoms – freedom of person, of thought, and of faith. (CW XXI, p. 446)"
Con traiciones y debilidades, esa fue la política que se practicó en el concierto financiero mundial de la postguerra, que funcionó razonablemente, al menos en lo que se refiere a la estabilidad financiera y el crecimento. No fue keynesiano porque el plan que llevó Keynes a la creación del FMI era distinto. Pero incorporó tipos de cambio fijos ajustables, control de capitales, y un aislamiento de las políticas internas y externas de los países. Muchas veces el sistema falló porque esas políticas internas no fueron adecuadas. Lo malo es que cuando llegó el demantelamiento, como muchas veces "se tiró el agua sucia pero El Niño se cayó por el desagüe".

2 comentarios:

Stuart Medina dijo...

El debate sobre el art. 135 es sintomático de las actitudes de las élites españolas. Su cumplimiento es imposible cuando al sector privado le urge desapalancarse. Eso no lo entienden. Pero su incumplimiento, viable para una nación que conserva su soberanía monetaria, no lo es para una nación como España endeudada en una moneda extranjera, el euro. Luego no hay salida. Podríamos llamar al nuevo paradigma europeo el "Eurror" del patrón Euro.

www.MiguelNavascues.com dijo...

Exactamemte. Totalmente de acuerdo