"How can I know what I think until I read what I write?" – Henry James


There are a few lone voices willing to utter heresy. I am an avid follower of Ilusion Monetaria, a blog by ex-Bank of Spain economist (and monetarist) Miguel Navascues here.
Dr Navascues calls a spade a spade. He exhorts Spain to break free of EMU oppression immediately. (Ambrose Evans-Pritchard)

martes, 9 de diciembre de 2014

Julian Simon contra la lógica estrecha

Malthus fue un economista famoso pese al error de sus predicciones pesimistas. Predijo que los recursos alimenticios aumentaban más despacio que la población, por lo que habría hambrunas recurrentes que diezmarían la población hasta su nivel "natural": el que la naturaleza podía alimentar. Cuando aumentaba la población se cultivaban tierras más áridas, el precio del trigo subía, y el salario caía recurrentemente siempre al nivel de subsistencia.

Con el pasos de los años, las nuevas técnicas de producción, el descubrimiento de nuevos productos, etc, la revolución industrial tan famosa fue acompañada por una revolución agrícola silenciosa, pero no menos importante: las hambrunas se acabaron en los países que más se industrializaban, lo que no dejaba de ser una paradoja. Pero que el aumento de productividad y renta aumentó la rentabilidad de los cultivos en Inglaterra, hasta el punto que llegó a ser la agricultura más eficiente de Europa (John Maddox Roberts, "Historia del Mundo").

Pero es que además, el aumento de capacidad adquisitiva permitió diversificar cada vez más e importar de otros países más productivos en determinados alimentos. Eso a su vez desarrolló la economía de otras zonas del mundo. Recordemos el ejemplo clásico de David Ricardo, del comercio de vino portugués por grano inglés, para demostrar a su famosa teoría de la especialización del comercio intrenacional.

Malthus se equivocó. Eso no le impidió tener muchos seguidores, que vamos a llamar los agoreros de los límites al crecimiento, o simplemente los estrechos. Los estrechos se reproducen como setas; el mejor ejemplo es el de Al Gore, ese profeta de la catástrofe climática. Pero hay un nutrido rosario de ellos entre el tiempo de Malthus y Al Gore. (No es ilógico que todos ellos sean puritanos, como Malthus, un cura protestante, cuyo consejo era dólar menos y retrasar la edad del matrimonio, para que naciera menos gente hambrienta).

Hubo en el siglo XX un economista que los desarmó a todos estos falsos profetas: Julian Simon. Algunas muestras de las profecías fracasadas estrepitosamente, que recojo de José Carlos Rodríguez:

- Especialmente exitoso fue el libro The limits to growth, editado en 1972, que vendió nueve millones de copias, fue traducido a 22 idiomas y ha tenido un impacto enorme y duradero en los medios de comunicación. En este libro el Club de Roma hizo una proyección del consumo de recursos de entonces sobre las reservas conocidas, con lo que se concluyó que el mundo carecería de oro en 1981, de mercurio en 1985, de aluminio en 1987, de zinc en 1990, de petróleo en 1992 y de cobre, plomo y gas natural en 1993.

- En el mismo año en que se publicaba The limits to growth, 1972, el economista Ed Mishan escribió: "(...) aunque en las construcciones de los economistas siempre hay recursos sustitutivos esperando a ser usados en cualquier momento en que los precios de un recurso actual comiencen a subir, no hay ningún conocimiento todavía de lo que, si es que hay algo, puede sustituir un conjunto de metales aparentemente esenciales –plomo, mercurio, zinc, plata, oro, platino, cobre, tungsteno- que se harán crecientemente escasos antes del final de siglo.

- En 1975 Amory Lovins aseguró, en Energy estrategy: The road not taken?, que "los países con industrias en expansión, rápidos crecimientos de población (…) serán severamente golpeados por las escaseces de energía a partir de ahora". Un estudio del MIT de 1977 aseguraba que "la oferta de petróleo dejará de ser suficiente para la demanda en aumento antes del año 2000, más probablemente entre 1985 y 1995, incluso si los precios de la energía son un 50% superiores a los niveles actuales en términos reales"

- Esta visión pesimista de la gestión humana de los recursos fue contestada por el economista Julian Simon[31]. Los datos recopilados por Simon le hicieron ver a él en primer lugar, y a toda una generación de economistas más tarde, que las teorías maltusianas no se sostienen. El convencimiento de Simon era tan alto que ofreció a quien quisiera aceptar una apuesta. Estaba seguro de que cualquier materia prima bajaría de precio si se elige un período suficientemente largo, respondiendo a la tendencia de los recursos a ser más abundantes y no más escasos[32]. Aceptó la apuesta, junto con dos colegas, Paul Ehrlich, quien en 1970 había dicho: "Si fuera un jugador, incluso me apostaría dinero a que Inglaterra no existirá en el año 2000". El acuerdo se firmó en 1980, y Paul Ehrlich eligió cinco materias primas (cobre, cromo, níquel, aluminio y tungsteno); la evolución de sus precios pasados diez años determinaría el resultado de la apuesta. Se jugaron 10.000 dólares, 2.000 por cada una de las materias primas, y el biólogo Ehrlich declaró que aceptaba "la sorprendente oferta de Simon antes de que salten otras personas codiciosas", reconociendo que "la seducción del dinero fácil puede ser irresistible". En las propias palabras de Julian Simon: "En el momento fijado de septiembre de 1990 no sólo la suma de los precios, sino también el precio de cada metal individual, habían caído. Pero esto no es sorprendente. Las opciones estaban en su contra porque los precios de los metales han caído a lo largo de la historia de la humanidad (…) Por supuesto, ofrecí hacer de nuevo la apuesta, en mayores cantidades, pero el grupo de Ehrlich no ha recogido la oferta". Un posterior estudio realizado por el discípulo de Simon, Stephen Moore, demostraría que el acierto de Simon no se debió a la suerte. Moore observó los precios de las 33 principales materias primas durante el mismo período, y todas, a excepción de dos, bajaron los precios. Once cayeron en más de un 50%[33]. Pero nada impide que las predicciones neo-maltusianas se renueven una y otra vez[34].

En realidad Simon demostró una evidencia histórica: los recursos caían de precio a largo plazo. Con el crecimiento y El progreso técnico surgían nuevos métodos de producción, nuevas líneas, nuevos productos, y nuevas materias primas. Los recursos no son fijos: aumentan con la economía, su oferta es ilimitada; eso si, a largo plazo. Puede haber estrangulamientos a corto plazo, pero a largo plazo sucede que con el aumentos de la producción y las renta aumentaban los recursos, lo que parece no caber en la mente de los estrechos. Si estos hubieran tenido siquiera parte de razón, la especie humana se hubiera extinguido hace tiempo.

El petróleo sustituyó al carbón. El gas al petróleo. La historia es una cadena de sustituciones y de aumento incesante de recursos. Ahora las nuevas técnicas de extracción han abaratado tanto el coste del petróleo, que en pocos años EEUU será el principal exportador, lo que debería hacer reflexionar a los reaccionarios/progres de aquí, que se arropan en la bandera del ecologismo analfabeto para prohibir esa técnica en Europa. De repente el horizonte de agotamiento de reservas se ha ensachado siglos, pero aquí seguimos creyendo a los progres/reaccionarios, y q los burócratas bruselianos, que prefieren vivir doblegados bajo la medianía y la amenaza islamista financiada por los pozos árabes, ya no tan rentables gracias al fracking.

1 comentario:

Manuel dijo...

Amén. Si se leyera a Simon (y se comprendiera) el mundo sería mejor. Veríamos en vez de la decadencia de Occidente la decadencia de las ideologías.