El tren

Soberbio artículo de García Domínguez, del que tomo el último párrafo:

Ese choque de placas tectónicas, la realidad profunda que determina las políticas económicas en Europa, obligará, gobierne quien gobierne, a seguir con las reformas, piadoso eufemismo con el que se designa el desmantelamiento progresivo del Estado del Bienestar. Lo tendrá que hacer Rajoy si logra salvar el cuello de aquí a diciembre. E igual se verá forzado a hacerlo Sánchez si, al final, suena la flauta regeneracionista.
En cualquier caso, gane el uno o gane el otro, nos estaríamos acercando peligrosamente a los últimos límites de resistencia del sistema. Lo de Madrid y Barcelona son dos avisos que hay que tomar en serio, pero que muy en serio. Mientras ellos siguen con la cabeza bajo el suelo, hay un vagón de tren que cada vez se acerca más a la estación Finlandia.

Me encanta esta imagen del tren que que se acerca cada vez más a la estación de Finlandia. Para los que no caigan, se refiere a la llegada del exiliado Lenin, en un tren fletado por los alemanes, como virus decisivo que hiciera estallar en mil pedazos el zarismo, entonces en guerra con Alemania. Una jugada perfecta, porque Lenin exactamente hizo eso: rendirse ante Alemania, dedicarse a socavar la sociedad rusa, que resultó tan cambiada e irreconocible que hubo que llamarla URSS.

No esta tan mal tirado lo de García Domínguez, porque España podría cambiar de nombre cuando Podemos, con la alianza inestimable del PSOE, y la decisiva de Esquerra, se carguen La Carta Magna.

Como decía Alfonso Guerra, a España la dejaremos que no la conociera ni la madre que la parió. Lo que no dijo es que iban a pasar treinta años. ¿Qié nombre la pondremos? República... Porque será República, eso está claro.

¿República Federal Española? (RFE)

 
¿República Socialista Española? (RSE)
 
¿República Social de los Pueblos de España? (RESPE). En fin, sepia hacer un concurso, tipo Eurovisión.