Victoria a los puntos

Dentro de siete días no votaré: "no me siento concernido", como decía aquél. De creer a los candidatos, estas elecciones son decisivas; pero no lo son, salvo en el sentido de dar un paso más hacia el caos. El impasse de Andalucía no es más que un anticipo.

Si fueran elecciones en un país de solera democrática, estaríamos votando a favor del incumbente o, por el contrario, en contra; es decir, a favor de un partido que ofrece una alternativa plausible a lo que ha hecho mal el incumbente, si es que ha fallado en materias decisivas. Pero no es así: es un paso seguro hacia el desgobierno.

No se puede exigir a la gente que elija entre muchas alternativas, cuando en realidad lo que quiere es echar al que lo ha hecho mal y que venga otro con otras soluciones. Uno no va a un partido de fútbol a ver un empate ni a un combate de boxeo a una victoria por puntos. Con nuestro sistema electoral-territorial sólo conseguimos victorias a los puntos, empates no resolutivos. Otra vez el ejemplo de Andalucía: un gobierno corrupto hasta las orejas no puede ser echado por la oposición.
 
Hace un par de meses salí en defensa de C'i, que me parecía algo nuevo, pero su diferencia con otros se ha ido diluyendo. Solo hablan de principios, de formas, de protocolos, nada de sustancia. Se ha convertido en gallina ponedora, que dice lo mismo que las demás. Es como si hubiera caído en la cuenta de que, cuanta mas vaciedad, mejor. Sus últimas ocurrencias son bochornosas.
 
Tengo la sensación de que esta campaña sobra, que nos va a costar un pico, y que va a condicionar negativamente la generales de noviembre y el futuro. Van a ser un desgaste . Para mí las CCAA son redundantes en gastos y contrarias a las decisiones democráticas importantes. Son un contrapoder anómalo, contrahecho, que sin embargo no trae mesura al poder del gobierno, sino que lo deforma hasta aniquilarlo. La historia de las cajas de ahorros debería haber servido para abrirnos los ojos. Pero parece como si la gente quisiera resucitarla.
 
La democracia se vuelve demagogia y acaba en dictadura cuando intenta dar al populacho todos sus antojos. Debería ser sólo una forma de responsabilizarnos todos de las decisiones difíciles. Si sólo es una pelea por ver quién da más caprichos al pueblo ineducado, no puede más que decaer. Las CCAA son un instrumento diabólico de desgobierno. El sistema electoral otro. Y es difícil imaginarse una reforma de ambos.