"¿Pero se reduce todo a que la deuda pública no es tan mala como cuenta la leyenda? ¿O es posible que, de hecho, la deuda pública sea algo bueno?
Lo crean o no, muchos economistas sostienen que la economía necesita que haya una cantidad suficiente de deuda pública para funcionar bien. ¿Y cuánto es suficiente? Puede que más de lo que actualmente tenemos. Es decir, hay argumentos razonables para defender que lo que aflige a la economía mundial ahora mismo es que los Gobiernos no están lo bastante endeudados.
Sé que puede parecer una locura. Después de todo, nos hemos pasado una gran parte de los cinco últimos años en estado de pánico fiscal, mientras la Gente Muy Seria afirmaba que o recortábamos el déficit y reducíamos deuda ya, ya, pero ya, o nos convertiríamos en Grecia. ¡Como Grecia, os digo!
Pero el poder de los cascarrabias del déficit siempre ha constituido un triunfo de la ideología sobre la evidencia, y un número cada vez mayor de Gente Muy Seria —el último ha sido Narayana Kocherlakota, el presidente saliente de la Reserva Federal de Minneapolis— defiende el argumento de que hace falta más deuda pública, no menos.
¿Por qué? Una de las respuestas es que emitir deuda es una forma de pagar cosas útiles, y deberíamos hacerlo más si el precio es el adecuado. Estados Unidos sufre deficiencias evidentes en materia de carreteras, ferrocarriles, agua potable y alcantarillado y cosas por el estilo; y ahora mismo, el Gobierno federal puede pedir al mercado con tipos de interés más bajos que nunca. Así que este es un buen momento para tomar dinero prestado e invertir en el futuro, y muy mal momento para lo que de hecho ha sucedido: que se produzca un declive sin precedentes del gasto público en construcción, si lo ajustamos al crecimiento demográfico y la inflación.
Aparte de eso, los bajísimos tipos de interés nos están dando una pista sobre lo que los mercados quieren. Ya he mencionado que tener al menos un poco de deuda pública pendiente de pago contribuye a que la economía funcione mejor. ¿Cómo es eso posible? La respuesta, según Ricardo Caballero (del MIT) y otros, es que la deuda de los Gobiernos estables y fiables proporciona "activos seguros" que ayudan a los inversores a gestionar los riesgos, facilitar las transacciones y evitar una destructiva lucha por el dinero en efectivo."
... Que no es más que monetarismo keynesiano. Keynes era sobre todo, como decía Minsky, un gran economista monetario. Su política fiscal no es independiente de la monetaria, es un complemento cuando ésta se encuentra impotente para que el dinero que genera se queda en las cajas bancarias.
Los que piden más altos tipos de interés para reforzar la economía están poniendo la carreta delante de los bueyes. Lo que sube los tipos del mercado es la demanda de fondos n el auge de la inversión. Las buenas perspectivas de beneficios aumenta la demanda de bienes de capital, y ese se traduce en demanda de crédito. Que esa demanda empiece por el sector público afianza las expectativas de los bancos de recuperar sus activos. Uno de los problemas del crédito en crisis es que la demanda privada no cuenta con buenas garantías que cubran sus riesgos.
Luego se trata de una política monetaria más eficiente porque llega antes a los mercados de bienes. No se trata de ninguna política de tipo social (aunque también), sino de una política de inversión a largo plazo que arrastre a la inversión privada. Esto quiere decir que ha de ser centralizada (aunque no necesariamente en la ejecución), bien coordinada, y con objetivos claros, con la idea de reducir la deuda cuando los tipos de interés empiecen a subir porque la inversión privada se haya despertado. Hay el riego evidente de que los politicos se desvíen sistemáticamente del carácter anti cíclico, pero eso no es una excusa para eludir este riesgo con una recesión permanente a costa de lo que sea.
Es evidente que la corrupción generalizada de fondo públicos que nos invade es mal condicionante para plantear una política así. La descentralización ha aumentado esa corrupción, empezando por la duplicación de gastos. El punto de partida de la deuda española no ayuda a dar confianza a los prestamistas. Y, además, no tenemos banco central propio. Por eso seria más aconsejable un planteamiento de nivel europeo. Estamos muy lejos de que sea remotamente viable.
No hay comentarios:
Publicar un comentario