Has perdido la chaveta, Carmena?

En 100 días de gobierno del ayuntamiento de Madrid, capital de la nación (de momento), ciudad con el 10% de los habitantes de España, Carmena ha desvariado de tal manera, además en modo in crescendo, que me hace dudar de que dure mucho, o por el contrato, que consiga hacer un erial de una de las ciudad más dinámicas de Europa.

Hasta hace poco sólo eran declaraciones estrafalarias, como que las madres hicieran la limpieza de los colegios de sus hijos. ¿Qué concepto de feminismo es éste? ¿Es tan elitista Carmena que cree que las madres con hijos no tienen drecho a tener su propio trabajo? ¿Es ella, o se cree, el ejemplar único de fémina que sale de casa a ganarse los garbanzos? O es acaso que el puesto que okupa, y del que debería ser desalojado urgentemente, el único digno de ser encomiado?

 
Es ominoso el silencio de las feministas en este delirio de la alcaldesa. La feministas, tan sectarias como anticuadas. Donde están? Con la cantidad que tiene de concejalas que son de todo, como esa que dice ser filonazi-co munista, feminista, y lo contrario? Mudas se han vuelto las amigas de Carmena.
 
Su última locura ha sido proponer que los estudiantes universitarios hagan de barrenderos. Sin comentarios. Lo malo es que esta tomando carrerilla y ya va por más de un despropósito al día. Como Ronaldo, batirá todos los récords de goles, pero en propia puerta.

 
Carmena, aparte de llegar a su máximo nivel de incompetencia por esas cosas de la política española -con el apoyo bochornoso de un partido que gobernó España 6 legislaturas-, no es ni feminista ni comunista: es sectaria.
 
Sectaria quiere decir que tiene unas ideas que le permiten, o mejor, le obligan, a decidir a favor de sus compañeros de viaje. La parte mas antisocial de la sociedad. No hay cosa más peligrosa que ser esclavo de tus creencias. Sobre todo si esas creencias son del año de la polka, y la historia ha certificado que por donde han pasado han sido letales. Pero a Carmena & co se la refanfila la historia de los horrores de sus correligionarios. Siempre se la ha refanfinflado, antes y después, pies ellos esperan todavía el santo advenimiento del mundo perfecto.
 
Esta gente, antiguos y románticos comunistas de los años setenta, estaban bien como adorno pintoresco, y semáforo que avisaba del peligro de sus ideas macarrónicas. Julio Anguita era entrañable, ese tono sereno que con el que decía, ¡programa, programa! Pero todos sabíamos que no pasaría de la alcaldía de Córdoba. Marinaleda era enclave del "Disneylandia del comunismo", que no sé yo por qué no fue un centro de peregrinación del mundo entero, a ver donde había un municipio tan autárquico y próspero, ¡y sin subvenciones! (Eso decían ellos).
 
Carmena se ha montado en la ola de la juventud airada, la juventud que es filonazi-comunista-anti-todo lo que se mueve y crea riqueza y empleo. Y todo le viene grande. No puede maniatar a sus airados concejales, ni puede sujetarse la lengua... Ni el boli con el que ha firmado la demolición de una terraza de ocio (por cierto, no entiendo el poder legal del ayuntamiento de ejecutar brutalmente una orden de demolición sin sentencia judicial firme).
 
Si sigue mucho tiempo -que no creo, porque el consistorio ya le ha echado atrás algunas propuestas de tufo despótico - Madrid va a sufrir graves daños. Madrid es una ciudad de servicios, donde casi todo (menos la limpieza de las calles) funciona bien. Los transportes públicos son eficientes y baratos, y hay muchos hoteles de alta gama. Dispone de atractivos turísticos, que incluye los alrededores históricos, de nivel mundial. Eso la hace como una de las preferidas para todo tipo de convenciones de negocio.


El encarecimiento de esta red de servicios, su estrangulamiento, por la torpeza de la una alcaldía más simpatizante con el sectarismo tipo Pol Pot que con otra cosa, rebajaría el prestigio de Madrid y luego costaría mucho recuperarlo. La verdad es que ese prestigio se debe al mandato seguido de los últimos al alcaldes de la derecha, que se han preocupado más de la gestión y la inversión pública (metro, autobuses, intercomunicadores), que ha hecho la vida más fácil. Algunos alcaldes no han empatizado con la gente, pero les votaban. Carmena va a conseguir que añoremos a Ruiz Gallardón, que ha dejado un legado de deudas, pero que al menos se han convertidos en infraestructuras visibles, que van a durar a largo plazo. Esperemos que Carmena no mande derribarlas, como la terraza, en un arrebato Polpotiano.