Pero como son unos fanáticos religiosos, que quieren devolvernos a la Edad Sombría -la edad de las hambrunas, de la peste y de las enfremedades por no vacunación -pues se resiste a TODO: al CO2, a las vacunas y a todo avance que suponga salvar millones de vidas. El fanatismo avanza imparable, y además es negocio. Es más negocio y libre de impuestos la medicina alternativa (que es un camelo, si acierta es de casualidad) que la medicina convencional, que paga impuestos además de salvar enfermedades que antes eran incurables. Además de negocio es políticamente rentable ser portavoz del reino de las sombras y la mentira.
Como dice hoy Sánchez Dragó,
"... Islam es un sustantivo; islamista, un adjetivo. Sin lo esencial, que es el sustantivo, no existiría el adjetivo. Hay que ser muy ignorante o muy malintencionado para separar lo uno de lo otro. Es lo que hace la izquierda, esa herejía del cristianismo que eleva a dogma la majadería socrática -de ahí la tomaron los evangelios paulinos- que aconseja responder a un bofetón poniendo la otra mejilla.
Y es también lo que hace la derecha, esa marca blanca de la izquierda, cuando acusa de islamofobia a quienes proponen el control de las mezquitas, el cierre de las fronteras o la lucha armada para derrotar a quienes están dispuestos a todo y demoniza a Marine Le Pen, a Orban, a Trump y a Putin en contra de lo que sugiere el instinto de conservación.
Llegados a tal punto de entreguismo sería cosa de ir pensando en incorporar a los planes de estudios la lectura obligatoria del Corán. Así se enterarían nuestros chavales, que para entonces ya estarán circuncisos, prescindirán del jamón y esclavizarán a sus mujeres, de que en muchos suras de ese libro, y de modo muy especial en el versículo décimo tercero del quinto, se asegura manu militari -la de la 'sharia' y la 'yihad'- que el Islam persigue como postrer objetivo el de convertir a todos los seres humanos, degollar a quienes no se avengan a ello y crucificar a los apóstatas..."
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