"How can I know what I think until I read what I write?" – Henry James


There are a few lone voices willing to utter heresy. I am an avid follower of Ilusion Monetaria, a blog by ex-Bank of Spain economist (and monetarist) Miguel Navascues here.
Dr Navascues calls a spade a spade. He exhorts Spain to break free of EMU oppression immediately. (Ambrose Evans-Pritchard)

sábado, 16 de abril de 2016

Más historias del oro. Cómo feneció el último Patrón Oro, en 1071

La historia económica se olvida fácilmente; nadie (y menos la gente corriente)  tiene interés en conocerla y menos en revisitarla. La gente corriente está muy lejos de sospechar lo que le afectan a su vida corriente decisiones y avatares que para ella todo lo más es un titular de periódico que ha visto en alguna parte, quizás en el suelo de la calle. Incluso para el  economista es difícil encontrar fuentes donde poder consultar sucesos importantes que se esfumaron rápidamente de la escena pública. La economía, por qué no decirlo, es un peñazo, a no sea que el narrador te convenzna que si le haces caso vas a ganar dinero fácilmente. De ahí las grandes crisis, inevitables, porque el mundo no va a cambiar, aunque vaya al cine a ver "Margin Call" y diga que la ha entendido. 
Es curioso, porque las noticias económicas suelen ocupar un lugar privilegiado, pero pocos las entienden. Yo mismo bostezo cuando veo una noticia sobre una determinada empresa, o país, si no está bajo mi radar de interés. 
Como nos explica Yuval Noah Harari, en "Sapiens: de animales a dioses: una breve historia de la humanidad



El Homo Sapiens es primero, un ser que habla, y uno de sus intereses máximos en usar el habla es cotillear. La economía se presta poco al cotilleo, al menos que la lencería fina entre en acción. Pero entonces mejor ir a las revistas del cuore. 

Pero bueno, al grano. Me propongo recuperar la historia de la muerte del último Patrón Oro que existió, el diseñado en Bretton Woods en 1944,  a punto de acabar la IIGG, y que duró hasta 1971, agosto, cuando Nixon decidió desligar al dólar de su conversión obligatoria en oro a 35 dólares la onza. Para ello me voy a apoyar (es decir, voy a saquear) en el excelente artículo de de David Glasner  una fuente de total garantía en estos temas. 

Ya digo de antemano que los personajes son poco atractivos para el cotilleo: Nixon, De Gaulle, como comprenderán, no eran dados a líos de faldas ni escaramuzas de ningún tipo, sobre todo el segundo, que amaba solo a Francia y además iba a misa y comulgaba todos los domingos. Y al otro solo le interesaba el poder. 

El sistema monetario Internacional de entonces era el patrón oro de Bretton Woods, diseñado para que fuera más flexible que el de los años veinte, cuando el Patrón-oro fue la causa de la Gran Depresión, como vimos hace unos días  En 1944 se decidió que el sistema girara en torno al oro, pero a través del dólar. El $ fijaba su precio en oro a 35 $ onza, y a su vez las demás monedas fijaban una paridad respecto al dólar (la libra jugo papel de reserva al principio, hasta que tuvo que devaluar). La flexibilidad venia de la posibilidad, en casos de "dificultades transitorias", de que un país devaluara y recibiera ayuda del FMI. Estas devaluaciones, junto la inflación creciente de EEUU,  fueron haciendo mella en la competitividad del dólar que, como moneda de reserva equivalente a oro, no podía devaluar sin hundir todo el sistema. Era cuestión de tiempo que la confianza en el dólar se perdiera, en un corrimiento de tierras que empezó a deslizarse en 1968, con la ayuda inapreciable de De Gaulle: 

 However, President Charles de Gaulle of France, having overcome domestic opposition to his rule, felt secure enough to assert French interests against the US, resuming the traditional French policy of accumulating physical gold reserves rather than mere claims on the gold held by someone else.  By 1967 the London gold pool, a central bank cartel acting to control the price of gold in the London gold market, was collapsing, as France withdrew from the cartel, demanding that gold be shipped to Paris from New York.  In 1968, unable to hold down the market price of gold any longer, the US and other central banks let the gold price rise above the official price, but agreed to conduct official transactions among themselves at the official price of $35 an ounce.  As market prices for gold, driven by US monetary expansion, inched steadily higher, the incentives for central banks to demand gold from the US at the official price became too strong to contain, so that the system was on the verge of collapse when Nixon acknowledged the inevitable and closed the gold window rather than allow US gold holdings to be depleted.

En 1971, el $ se había debilitado y era cuestionado por las razones antes dichas. Había presiones crecientes vendedoras de dólares, lo que hacía cada vez más difícil a EEUU mantener la paridad sin agravar la recesión interna, pues tenía que subir los tipos de interés para mantener la demanda de dólares, cuando la FED y el gobierno jugaban a bajarlo de cara a a las elecciones. Es más, Nixon se atrevió, en contra de sus promesas, a implantar la congelación de salarios y precios, aunque al final no tuvo más remedio que declarar cerrada la ventanilla del oro y suspender la paridad oficial. 

Having been persuaded that there was no acceptable alternative to closing the gold window — from Nixon’s perspective and from that of most conventional politicians, a painfully unpleasant admission of US weakness in the face of its enemies (all this was occurring at the height of the Vietnam War and the antiwar protests) – he decided that he could now combine that decision, sugar-coated with an aggressive attack on international currency speculators and a protectionist 10% duty on imports into the United States, with the even more radical measure of a wage-price freeze to be followed by a longer-lasting program to control price increases, thereby snatching the most powerful and popular economic proposal of the Democrats right from under their noses.  Meanwhile, with the inflation threat neutralized, Arthur Burns could be pressured mercilessly to increase the rate of monetary expansion, ensuring that Nixon could stand for reelection in the middle of an economic boom.

Con ello pensaba recuperar la iniciativa interna, con una política electoralista de expansión monetaria, que se suponía no sería inflacionista gracias al control de precios y salarios. Pero no contaba con que, en plena campaña de 1972, le estallara en la cara el caso "Watergate", que  le supuso el oprobio del "Impechment" del Congreso y su expulsión de la Casa Blanca. Fue un escándalo mundial que, sin embargo, despertó la admiración por la transparencia de la Democracia en EEUU, tan denostada por la guerra de Vietnam, perdida irremediablemente de cara a la opinión pública. Desde el Watergate", tomado como ejemplo de periodismo por todos los periodistas jóvenes del mundo, puede decirse que ninguna democaria occidental se sintió ya indemne contra el escrutinio. 

En 1971 dejó de existir el Sistema Monetario Internacional. Desde entonces, los regímenes de cambios han sido libremente fijados por los gobiernos. El fracaso del Bretton Woods, y los fracasos de todos los intentos de fijar los tipos de cambio (crisis de los paises latinoamericanos, SME, crisis asiática, crisis de Argentina, crisis de Brasil, crisis del euro, papel de China en la crisis de 2008...), han probado hasta la saciedad que un tipo de cambio fijo sólo se sostiene temporalmemte. Tarde o temprano atrae hacia sí las contradicciones que él mismo va generando (excesos de flujos de capital, inflación deflación interna, desempleo, crisis financieras), hasta que sucumbe con grandes daños. Una vez instaurando un régimen de cambio fijo, nunca se encuentra el momento propicio para suspenderlo. Se teme la reacción de los mercados, pero ésta es más virulenta cuanto más se espera. 

El problema con los tipos de cambio fijos es que son mercados en los que ofertan y demandan dos tipos de operaciones: las comerciales y las de capital. Éstas son las más importantes, las que imprimen inestabilidad y volatilidad al mercado. Si se quiere estabilizar dicho mercado, sin encarecer los costes financieros, es necesario controlar ciertos movimientos de capital. Pero aún así, con controles de capital, Bretton Woods feneció. 

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