"How can I know what I think until I read what I write?" – Henry James


There are a few lone voices willing to utter heresy. I am an avid follower of Ilusion Monetaria, a blog by ex-Bank of Spain economist (and monetarist) Miguel Navascues here.
Dr Navascues calls a spade a spade. He exhorts Spain to break free of EMU oppression immediately. (Ambrose Evans-Pritchard)

miércoles, 31 de agosto de 2016

¿Qué hemos aprendido en economía desde 2008?

Esto es un recuento a vuela pluma de la distancia cambiante que siempre ha habido entre la brillantez teórica y los acontecimientos reales. No es más que una invitación melancólica a la humildad del economista.
La Economía va con retraso respecto a la economía real. Siempre ha sido así. La Gran Depresión, que siguió al Crash de 1929, pilló a contrapié a todos los economistas de postín. Tan posteriormente como 1967, Milton Friedman escribió con Ana Schwartz su "Hisoria económica de EEUU", que giró la atención hacia los acontecimientos monetarios; aunque, sin embargo, hoy se han desvelado errores de bulto. Pero al menos fue un avance tras cuarenta años. Irving Fisher, en 1933, había descubierto la "Debt Deflation", pero después de una terrible plancha que le había llevado a pronosticar que la bolsa americana había alcanzado un "Plateau" permanente. 
Hay que decir que antes, Keynes descubrió las raíces de aquella crisis, pero Keynes fue combatido  con ardor en EEUU, y al final, gracias a Friedman y su sucesor Lucas, fue destronado (también hay que reconocer que lao keynesianos habían abusado de Keynes). Ahora bien, nótese que Keynes también llegó detrás de los acontecimientos. Su libro fue terminado en  1936, siete años después de la mayor crisis de la historia. Su afán principal, ya desde 1920 ("Laa consecuencias económicas de La Paz") era evitar otra guerra mundial, pero no lo consiguió: sus teorías fueron aplicadas por Franklin D. Roosevelt, pero Europa quedó inmersa en el magma de la postguerra de la I guerra mundial. Roosevelt no pudo evitar que Hitler llegara al poder...
En 2008 se creía en la "Great Moderation" - aunque la academia era muy suspicaz con esta idea. La Great Moderation era la descripción de lo bien que había ido todo en la década de los noventa, desde que Clinton llegó a la Casa Blanca. Una combinación de política fiscal de equilibrio, bajos tipos de interés, y baja inflación, junto con una era de innovación tecnológica, crearon una ambiente mágico de que casi todo era posible. Greenspan, presidente de la FED, considerado como el mago que manejaba todo, fomentó mucho la creencia de que se había llegado al máximo de equilibrio económico y progreso, llegando a justificar la burbuja Dot-Com como una valoración acertada del progreso tecnológico que se esperaba en el futuro. En cuanto a la burbuja informática que estalló en 2000, le llevó a su definición de política monetaria como una cuestión de gestión de riesgos alternativos, justificando que ante la duda era mejor bajar los tipos de interés y evitar una hecatombe que subirlos por un riesgo inflacionario. Se creía firmemente en Friedman, y que la política monetaria era la única eficaz frente a los ciclos económicos. Los ciclos financieros ni se consideraban. Pocas alusiones se ven en los discursos de Greenspan a los desequilibrios financieros. Incluso los enormes deficits exteriores de EEUU eran tratados por él como una consecuencia lógica del desarrollo de nuevas técnicas financieras que permitían más capacidad de financiación. Se fue en 2005 en loor de multitudes, tres años antes del desastre que su bonancible actitud causó. 
2008 pilló a todos por sorpresa. Con un voluntarismo encomiable, Bernanke, Geithner y Paulson salvaron el sistema financiero a un coste razonable, pero no reconocieron los errores que habían llevado a su derrumbe. 
Se desempolvó a Hyman Minsky, un "oscuro" economista keynesiano, muerto en los noventa, que había desarrollado un modelo que advertía que el capitalismo era inherentemente inestable, y que cada cierto tiempo se vería sometido a sacudidas financieras, si no se volvía al espíritu regulador que emergió de la Gran Depresión y de Roosevelt, cuyas instituciones reguladoras habían sido desmontadas al calor de la creencia cada vez más difundida de que los mercados financieros eran eficientes, por cual habían desaparecido de las ecuaciones de los modelos como problema. Hay que decir que Minsky era "oscuro" porque, pese a ser buen matemático, fue desdeñado por los académicos por no formular sus ideas matemáticamente, algo que consideraba contraproducente en economía (como Keynes). 
Pese al impulso que Krugman y otros dieron a Minsky y a la importancia de la inestabilidad financiera, el mundo oficial siguió confiando en la política monetaria como única arma contra lo que se consideraba tan solo una severa recesión, pero nada más. Tan sólo hace tres años Larry Summers empezó hablar de "Secular Stagnation", estancamiento secular, un concepto keynesiano que decía que la economía caída en una depresión no salía por sí misma del estado de postración. 
Debemos consignar que en Europa las cosas fueron mucho peor. En Europa, bajo el tratado de Maastritch y las condiciones rigurosas impuestas por Alemania para firmarlo, ni la política monetaria ni la fiscal se consideraron necesarias, al revés: Europa se aferró a la idea "ordoliberal" alemana de que la austeridad fiscal y la contención monetaria antiinflacionista era la respuesta para devolver la confianza a los empresarios. El estado en que quedó la banca -y sigue estando- y los efectos letales de la contención fiscal, la subida de impuestos y reducción de gastos, encerraron a la zona en una recesión retroalimentada por las autoridades. Sólo cuando llegó Draghi en 2012, tras el "error Trichet" (que al subir dos veces los tipos desencadenó la crisis de los bonos soberanos), se estabilizó la situación, cuatro años después de que la FED y el Tesoro USA hubieran empezado su tarea de limpieza y su política del Quantitative Easing (QE). Tan tarde como en 2015 fue cuando el BCE empezó tímidamente su QE, a inyectar liquidez comprando bonos. 
Por lo tanto, Europa va muy por detrás de su aprendizaje que, inevitablemente, va siempre detrás de los acontecimientos. Es más, Europa no ha comprendido que se están formando fuerzas disgregadoras de la que el Brexit no es más que una manifestación civilizada, a la que se ha querido vilipendiar sin tener en cuenta que detrás hay un ejército de Bárbaros dispuestos a arrasar Roma y dejarla laminada. 
Mientras en EEUU, que pese a todo crece, se habla y discute de nuevas medidas y corrección de errores, a la luz de que los Bancos Centrales no tienen el poder que creían (véase mi post siguientes: "El fracaso del monetarismo") en Europa existe un desconcierto total que curiosamente da lugar a que los líderes sólo hablan de cerrar filas en torno a una idea descabellada, "más Europa", aunque nadie sabe cómo se practica eso. Mejor dicho, cada uno tiene su propia idea de esa idea, lo que hace temer que el resultado será una parálisis total camuflada de muchas Cumbres Europeas. Lo que se considera la "Constitución Europea" no es más que un Tratado  internacional, rechazado en referéndum por Francia e Irlanda, un pilar poco firme en el ánimo del ciudadano europeo, cada vez más escéptico de las iniciativas europeas. 
En EEUU se discute la entrada de la política fiscal, en una "policy mix" que algunos llaman "Helicopter Money", que al final consiste en la financiación directa por la FED del déficit público, que sería aplicado a gastos en infraestructuras y educación, con el fin de movilizar a la inversión privada. Un concepto mal comprendido y peligroso en manos de políticos festivaleros. 
Esta idea en Europa es un lejano eco, una señal de humo de los "índios" keynesianos, tribu más asentada en EEUU - aunque en minoría-, que aquí no se ha sabido interpretar más que al pie de la letra, como Draghi subiéndose a un helicóptero y tirando billetes por la ventanilla, y a quien Dios se los dé san Pedro se los bendiga. Absurdo. 
Por lo tanto, algunos se mueven a tientas, por medio de la prueba y error, y cuando no sale bien rectifican, que es la filosofía anglosajona al final. Pero antes hay siempre un grande debate público, aunque san los politicos los que toman las decisiones finales. Esas decisiones siguen la regla de Popper ("La sociedad abierta y sus enemigos"), de que lo que se hace en nombre de la sociedad debe ser,  a ser posible, reversible. Una ilusión óptica pero que tiene cierta utilidad desde el plano de la convicción. 
En Europa preferimos discutir de principios. Nadie sabe exactamente cuáles son esos principios, y se empieza a confundir la democracia con un desideratum que obliga a no matar las ratas porque son seres vivos, o a no obligar a los padres a vacunar a los niños en nombre de una libertad de dudosa ley. Son principios no compartidos por todos los miembros, por lo que hay gran confusión. Una larga lista de supuestos derechos está en el candelero, aunque sin priorizar, cuando los derechos universales del hombre están descubiertos desde hace siglos y fijados el la Carta de Naciones Unidas. Querer inventar derechos todos los dias no nos hace más democráticos, sino más confusos e ineficaces. 
Alemania el país líder, no es un gran ejemplo para los demás. Ha cometido los mismos errores que España en su política energética, igual de demagógica, e igual de dispendiosa. Difícil confiar en un país cuyo liderazgo consiste en ser el único que va bien económicamente. 
Montones de gente seudoilustrada no ha entendido que si un país va cada vez mejor mientras los otros, atados a la única moneda, van como en galeras, algo no funciona. Así, se oye a muchos "expertos" decir que Alemania va bien por sus propios méritos. Es posible, pero no es sostenible, esa es la cuestión. Si no se entiende eso, es que estamos muy retrasamos no ya con la visión del futuro, sino con el pasado remoto. Seguimos anclados en un patrón oro pero sin saberlo. 
Francia ha optado por un modelo nórdico de gran presión fiscal (56% del PIB) pero sin la flexibilidad que permite a esos países exhibir bajas tasas de paro. Desorientación, falta de consenso, desconfianza mutua, y grandes alharacas de "Más Europa". No hay más. 
Resumiendo, salvo Minsky "el oscuro", nadie supo ver el descarrilamiento financiero de 2008, ni nadie supo ver la severidad de la post crisis. Nada menos que Friedman, en 1998, antes de morir, daba su bendición a Greenspan, por lo bien que había manejado "el termostato" (velocidad de circulación del dinero). 
 Es más, algunos predijeron y firmaron manifiestos contra lo único que podían hacer los Bancos Centrales, amenazando con una hiperinflación inminente que nos llevaría a ser Zimbabue. Esto todavía lo afirman. No ha habido inflación, ni rastro, sino una deflación reptiliana que impide subir los tíos de interés. No es la voluntad de los BC los que mantienen los tipos de interés a largo plazo bajos o por debajo de cero, sino la deflación y sus expectativas.
Estamos en lo que se ha llamado "New Normal", porque la única capacidad que tenemos es la de metaforizar. Pero este "New Normal" no es sólido, no es estable, porque el dinero creado que no ha ido a inversión real; ha llevado, como explica magistralmente Varoufakisa las empresas a financiar y refinanciar recompra de sus acciones (buyback), para tener contentos a sus accionistas a coste cero

(Suppose that, sleep-deprived, you then switch on the radio or TV only to hear that US Federal Reserve Chair Janet Yellen and European Central Bank President Mario Draghi are considering reducing interest rates further. Will you rejoice at the prospect that your financing costs will fall? Will you be motivated to invest your own money now that it earns lower (perhaps even negative) interest?
No and no. Your reaction is most likely to be one of alarm: “Oh, my God! If Janet and Mario are considering another interest-rate cut, they must have good reason to believe that demand will remain low!” So you abandon your investment plan. “Better to borrow money at almost no cost,” you think, “and buy back a few more of my company’s shares, boost their price, earn more on the stock exchange, and bank the profits for the rainy days that are coming.”)

Esto, a su vez, ha hinchado las bolsas, alejándolas de los fundamentos reales (inversión real estancada o cayendo). Un simbiosis perfecta entre los tipos de interés negativos y las bolsas exuberantes, como confirma Marcello Minenna, quien demuestra que la liquidez obtenida por las corporaciones cuyos bonos son comprados por el BCE no va a ampliar capacidad, sino a recompensar a sus  acconistas pagando dividendos y recompra (buyback) de acciones, lo que hace bajar los PERs bursátiles artificialmente (aumenta E y baja las acciones en circulación).
Nada tranquilizador ante cualquier aleteo de las alas de una mariposa en algún lejano lugar.

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