"How can I know what I think until I read what I write?" – Henry James


There are a few lone voices willing to utter heresy. I am an avid follower of Ilusion Monetaria, a blog by ex-Bank of Spain economist (and monetarist) Miguel Navascues here.
Dr Navascues calls a spade a spade. He exhorts Spain to break free of EMU oppression immediately. (Ambrose Evans-Pritchard)

domingo, 8 de enero de 2017

Globalización, metamorfosis

Tendemos a pensar en la globalización como algo relacionado con las ventajas productivas de unos países frente a otros. Como nos explican en Alan Beattie  - donde se recensiona el libro de Richard Baldwin, "The Great Convergence" -, 

 

la globalización actual, que comenzó en 1990, ha evolucionado mucho. Ya no es comercio entre países, sino cadenas de producción supranacionales, que aprovechan la mínima ventaja de un determinado factor en cualquier zona del mundo para fabricar una pieza que luego será montada en otra zona del mundo. Cadenas de montaje que atraviesan decenas de países y abaratan la producción gracias a las ventajas comparativas, no de una nación, sino de una región, o un sector, o un grupo de personas.

But the globalisation that began around 1990 and led to the astonishing rise — in fact, re-emergence — of China and other emerging market giants reflected a relaxation of the constraint on ideas. Digitisation and communications allowed the monitoring and control of supply chains that had previously been bundled together in one economy to be split up into dozens or hundreds of stages, which were then allocated to producers around the globe according to efficiency and cost.

Una de las ventajas es el coste laboral, si compensa el coste de transporte de ida de la materia prima y el de vuelta al centro de ensamblaje, por ejemplo.
Inmediatamente se nos ocurre que esto deja en debilidad adicional al factor trabajo, en tanto no tiene a una organización a quién dirigirse para reclamar un salario mayor. Las auroridades locales podrían hacer algo en la medida en que tengan esas fuerzas representación política, pero lo normal es que el gobierno tienda a reforzar esa ventaja de coste laboral. Lo vemos en España y lo vemos en Vietnam. Baldwin pone un ejemplo muy aclaratorio: 

Baldwin describes very well how this changes the simple country-by-country focus of comparative advantage, with some real-world case studies. South Korea, for example, shifted from its original model of operating an entire car industry at home to setting up an international automotive supply chain. With production processes being broken up into individual pieces and tasks, the sophistication goes to finer degrees. Some groups of workers, who can provide the necessary skills for the cheapest rate, prosper; some languish. Manufacturing sectors in rich countries require workers with very different skills, historically more typical of the service sector, such as management and design.

Just as South Korea has changed, so newly industrialising countries are less keen on setting up entire industries at home and instead try to insert themselves into global supply chains. Sometimes this means changing, not just exploiting, their comparative advantage. Baldwin cites Vietnam, which joined Honda’s supply network by starting to manufacture motorcycle parts using production and technical expertise imported from the parent company. Thus Vietnam’s existing advantage of low-cost labour joined with the management and technical know-how of Japan to create a new specialism. Those economies that succeed can grow very quickly, producing a “Great Convergence” of poor and rich that provides the book’s title.


Capitalismo en estado puro. Fabricar al mínimo coste y vender al máximo precio. Extender la cadena de producciones n hasta que el coste se hace mayor que la ventaja obtenida. 
Según Baldwin, esto ha sido posible por el avance en la transmisión de las ideas gracias al incesante avance de la tecnología, "sobre la que nadie tiene voto". Las conexiones que antes eran entre despachos de una empresa ahora son entre distantes puntos del globo, sin que nadie lo pueda evitar... al menos que la política se ponga se frente. De ahí Trump, de ahí el Brexit, etc. 
Bien. Estos son los primeros pasos que hemos visto, pero no los últimos, contra esta globalización. La guerra va a ser sin prisioneros. Trump está sobornando empresas para que no se vayan de EEUU o simplemente vuelvan, mediante el método de manipular los impuestos. 
Ahora, observemos que Europa se ha quedado muy atrás en esta trama, excepto Alemania con su famoso interland de los paises del Este. Alemania además no está fuera de la cadena de montaje mundial, la que está fuera es el resto de Europa. En realidad Europa, curiosamente, es el último baluarte del nacionalismo. Pregunten a Corea del Sur y a Portugal que piensan sobre esto, y obtendrán respuestas antitéticas. Corea ha salido de la pobreza gracias a la globalización. Portugal es una medianía dentro de un tinglado llamado a grandes cosas, Europa, pero que no consigue arrancar. 
Entonces, ¿cual es el objetivo del populismo que amenaza con apoderarse de Europa, si es el último en participar en el tinglado? Pues volver hacia atrás, exactamente igual que Trump, pero desde posiciones empresariales del siglo XX, no del actual. 
Seamos conscientes de que en esta guerra no hay ganadores y perdedores. La solución  no la tienen ni los globalizadores ni los neo nacionalistas. Quizás haya que quedarse con las benevolentes palabras de Larry Summers, que propone un "nacionalismo responsable", lo que a mí, de verdad, me parece casi un oximoron. 

We need to redirect the global economic dialogue to the promotion of “responsible nationalism” rather than on international integration for its own sake. A classic example of a misguided initiative is the effort to promote a bilateral investment treaty between the United States and China. Even in the unlikely event that such a treaty could be negotiated, its effect would be to trade a reduction in America’s ability to control the behavior of Chinese companies in the United States for increased security for American global companies when they locate production facilities or otherwise invest in China. From the point of view of a typical middle-class American voter, the deal is lose-lose.

Photo
Lawrence H. Summers. CreditFrank White 

To enable the international community to engage in this dialogue, global cooperation is key, with the focus of economic diplomacy on measures that increase the range of policies that governments can pursue to support middle-class workers domestically.


¿Es posible esto? Depende de quien lidere estos movimientos, lo cual no es prometedor ahora mismo. 

No hay comentarios: