Me defino conservador porque soy contrario al optimismo antropológico de la izquierda y, en una buena parte, del liberalismo. Soy pesimista sobre la naturaleza humana y, por ende, mucho más de la social.
Eso me lleva a coincidir con los citados a que hay cosas que merecen ser conservadas, que el hombre no es sólo biología, materia. Puede que el hombre sea pura química, pero su vida en sociedad le obliga a prestar oídos a algo más que, puede no ser espíritu, pero de cuya existencia no se puede uno abstener. Quizás a eso es lo que Karl Popper llamaba “El tercer Mundo”. Ortega y Gasset tenían una expresión muy bonita: “el hombre no es sólo naturaleza, sino historia”. Incluso yo diría que desde los confines del tiempo, cada vez es más lo segundo que lo primero.
Entre nosotros se establecen relaciones invisibles, en distintos planos - familiar, comunales, social, estatal, mundial, etc -, en los que a medida que se elevan vamos diluyéndonos, pero cuya influencia en nuestras vidas son innegables. Esos planos de relaciones de diferente nivel y potencia es lo que nos comunica con el resto del mundo, de una manera extraña, compleja, indescriptible salvo, con suerte, en los primeros niveles más elementales; que son los más absorbentes para nosotros, pero sobre los que menos control tenemos.
Y luego está Hobbes. Si alguien comprendió las constantes eternas de la sociedad y de la naturaleza humana fue él. Si lo enfocamos desde el punto de vista de Maquiavelo, y nos dejamos de mariconeces, comprendemos la trilogía innegable de individuo, sociedad y poder. Homo homini lupus: Hobbes nos descubrió sin ambages que sin estado somos enemigos mutuos, aunque muchos no lo quieren ver.
Entonces se desmorona toda la simpleza del punto de vista del buenismo de la izquierda meliflua, y la otra, igualmente peligrosas. Bueno, igualmente no, pero igual de falaces, a las que hay que añadir el buenismo religioso.
Todos los políticos pecan de mentir, de ocultar la verdad, porque a la gente no le gusta escucharla en toda su crudeza. En todo caso estamos muy lejos de estas consideraciones, lo que no contribuye a que las cosas vayan medianamente bien.
Como es evidente, Este conservadurismo no me hace ser incompatible con ciertos gobiernos “progresistas”, en principio; pero lo malo es su inevitable deriva hacía más progresismo y más mentira. La sociedad marca el paso. La sociedad que se ha formada con esos lazos invisibles e incontrolables marcan el paso del ocupante del poder, que siempre desarrollará un mayor o menor grado de demagogia para adaptarse de la manera más acomodaticia a la permanencia en él. Tampoco me hace incompatible con el liberalismo, salvo ese liberalismo actual, ay, dogmático y estéril del que se han apoderado cuatro chalados que creen que tienen una mina de oro.
2 comentarios:
¿Fue este Scruton el que dijo "he llegado a ser conservador al darme cuenta de que las cosas buenas que hemos creado son muy difíciles de construir (nos ha llevado generaciones) pero muy fáciles de destruir." O algo así.
Exactamente. Un tío interesante.
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