Aunque esté en pesetas/dólar, es patente que la peseta se devaluó de 90 ptas/$ a 180ptas/$, y empezó a hacerlo unos pocos meses a que llegara Aznar a la Moncloa, lo que fue un empujón, imprevisto por el nuevo presidente, para sus intenciones de subir el PIB (como se ve e la línea roja) y reducir la ratio deuda/PIB.
Aznar, por lo tanto, se encontró beneficiado, sin hacer nada, por una devaluación que enderezó el déficit exterior, y que despertó más confianza en los inversores extranjeros y que impulsó el crecimiento. A este respecto, la política de Europa cada vez más convincente de que se haría un euro amplio y España entraría en él, amplió aún más la confianza exterior, lo que se notó en una bajada de tipos de interés más que notable, como se aprecia en la línea azul de gráfico siguiente, bajando el tipo a 10 años del 10% al 4% rápidamente.
Esto, obviamente, fue un factor adicional de confianza, inversión y crecimiento. Pero no fue una cosa que estaba en manos de Aznar, quien poco antes de ganar las elecciones se mostró escéptico respecto al euro.
Una decisión positiva que si tomó fue liquidar empresas públicas, lo que supuso un aumento de los ingresos no impositivos, permitiendo empezar su mandato con una bajada de impuestos. Pero no fue tan decisivo como la fuerte devaluación y la caída del tipo de interés, variables más relevantes de la macroeconomía.
Aznar cosechó, por lo tanto, siembra propia y ajena - que sin duda ees lo mínimo que se le puede pedir a un mandatario. Luego la propaganda, como sucede siempre en política, tapó las imperfecciones y dejó brillar los resultados con luz propia, como haría todo partido.
Con esto no quiero alejar el voto del PP, sino sólo señalar que en política no luce la verdad escueta. El PSOE tuvo que cargar con el desprestigio de tres devaluaciones, de las que se benefició el PP con grandes ganancias. A eso de le llama viento de cola.
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