"How can I know what I think until I read what I write?" – Henry James


There are a few lone voices willing to utter heresy. I am an avid follower of Ilusion Monetaria, a blog by ex-Bank of Spain economist (and monetarist) Miguel Navascues here.
Dr Navascues calls a spade a spade. He exhorts Spain to break free of EMU oppression immediately. (Ambrose Evans-Pritchard)

jueves, 8 de diciembre de 2022

La decadencia de Inglaterra, la Pérfida Albión

La pérfida Albión fue Inglaterra, nuestro principal enemigo de los siglos XVI-XVII, cuando nos la teníamos tiesas el uno con el otro. A Felipe II le hundieron la Armada invencible, fletada nada menos que para invadir la pérfida nación, que se había salido de la ortodoxia católica Romana con el no menos pérfido Enrique VIII, después de decapitar a su primera esposa, la española Catalina de Aragón.
No siempre fue así: al comienzo de sus reinados, Carlos V (I España) y Enrique VIII eran ambos promotores convencidos de la ‘nueva’ visión modernizadora del catolicismo, liderada por Erasmus y otros autores que encarnaban una ilustración primaveral, un gran un salto adelante, una modernización de la “opresiva” doctrina vaticana. 
Los erasmistas no querían romper con el Vaticano, aunque éste se opusiera frontalmente a los nuevos aires. Algo lógico, si se tiene en cuenta que su existencia misma y su economía dependía de millones de creyentes. Erasmus se negó a romper con la Iglesia única y verdadera, y tuvo que ser Lutero quien diera el paso definitivo, rebelándose contra Roma. Se estaban sembrando futuras guerras de fanatismo religioso que tiñó al Continente de sangre, pero también abrió la puerta del futuro. 
Inglaterra salió de esas guerras con una posterior guerra civil, una República con el fanatismo luterano de Crownwell, y una restauración de la Corona. Desde 1689 Inglaterra emprendió su camino pionero a la Revolución Industrial, que luego intentaron copiar los Países del Continente con distinto signo y acierto. Para resumir: los Países más obedientes al papado rechazaron toda innovación. Los que se contagiaron de poco (ej. Francia) o mucho (ej. Holanda) de Protestantismo lograron una revolución industrial más  o menos tardía. La distinta orientación religiosa es imprescindible para entender la graduación de la modernización económica.
Hoy en día, la primera nación en emprender esa ruta de innovación y crecimiento, Inglaterra, está en seria decadencia, aunque tras las bambalinas también lo están en diverso grado los continentales. Ahora bien, para Reino Unido es más evidente. La decadencia de la Pérfida nación se hace patente en cualquier indicador económico, industrial, social, o de cualquier otra índole. Aquí dejo uno de los más expresivos: el PIB per capita de England comparado a Irlanda, su antigua colonia, que desde el lanzamiento del euro (no sé si es casual), ha ido cogiendo distancia acelerada con su antigua metrópoli.



Lo que está claro es que sucesivos gobiernos Laboristas y Tories han sembrado el camino de barreras al crecimiento cada vez mas altas. Desde el laborista Brown hasta el actual, conservador Sunak, pasando por Cameron, Johnson y Liza Truss, la errática política de regulación de  de mercados (imponiendo más y más estrecheces a la oferta) e impositiva han crujido la economía, además de una quiebra del sector público, desde la esterlina a las pensiones, pasando por la Sanidad, que ha habido que rescatar - para evitar que los mercados hundieran la deuda pública. 
Lo único que ha funcionado medio bien es el Banco de Inglaterra, pero sólo medio bien. Ha salido en ayuda extrema del gobierno en la reciente crisis financiera.
Así, la antaño orgullosa, luego imperial, de la Pérfida Albión, como nos enseñó el camino del progreso económico, ahora nos muestra la senda de la decadencia ineludible.


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