El arquitecto del euro, Otmar Issing, el arquitecto del euro, que fue durante un tiempo jefe de economistas del BCE, no se muerde la lengua sobre el pesimismo con que ve el futuro, según nos cuenta Ambrose Evans-Prichard. Dice del euro que es un castillo de naipes y que se derrumbará.
“Realistically, it will be a case of muddling through, struggling from one crisis to the next. It is difficult to forecast how long this will continue for, but it cannot go on endlessly," he told the journal Central Banking in a remarkable deconstruction of the project."
Una engañosa combinación de petróleo barato, QE, descontrol de las finanzas fiscales, ha ayudado a esconder los problemas, que volverán a salir a la superficie. En su opinión el Pacto por la Estabilidad y el Crecimiento (en realidad un pacto-tope para los deficits y las deudas) ha saltado por los aires al infringirse la cláusula de no bail-out del BCE, que con su política libérrima en realidad ha rescatado a coste cero a los países incumplidores.
"The Stability and Growth Pact has more or less failed. Market discipline is done away with by ECB interventions. So there is no fiscal control mechanism from markets or politics. This has all the elements to bring disaster for monetary union."
"The no bailout clause is violated every day," he said, dismissing the European Court's approval for bailout measures as simple-minded and ideological.
Yo debo recordar, en contra de Issing, que si no es por Draghi en 2012, y su "what ever it takes", el euro hubiera implosionado sin duda alguna. Era insostenible una zona monetaria donde algunos miembros pagaban intereses de dos dígitos por su deuda, mientras otros estaban cómodamente en un 2%. Insostenible. El euro ha tenido un momento realmente al borde de la muerte, y fue ese.
Leyendo el libro de Guindos, que ya hemos comentado, se ve claramente que Europa estaba en una tesitura de o bien rescatar a todos fiscalmente, con un coste enorme para los votantes alemanes, o bien el BCE habría las compuertas del dinero fácil. Se eligió esto último porque Alemania tenía más miedo a la reacción de sus votantes a lo primero que a lo segundo. Que ello no haya sido el fin de los problemas, no es culpa de Draghi, que les regaló un tiempo precioso para intentar hacer una unión bancaria y fiscal de verdad.
Por las palabras que reproduce AE-P de Otmar Issing, éste cree que su diseño era perfecto. En realidad, el diseño del euro fue una chapuza. Fue empezar la casa por el tejado, poner el carro delante de los bueyes, instrumentar una unión monetaria mal hecha para avanzar hacia la unión política. Ahora se quiere dar el paso definitivo hacia esa unión política, pero son palabras vanas de instituciones de la UE sin fuerza ya, y los alemanes se han callado como zorros. Nunca habrá una unión política cuando la política de cada país está soliviantada y amenazada por el populismo. Aquí lo que pesa de verdad en el euro y su reforma es los votantes alemanes, que nunca permitirán una unión fiscal con los Países del Sur. Un peso que tarde o temprano acabará con el euro.
Recordemos las palabras de Nick Rowe: ”cuando se crea una moneda, o se crea una nación o se crea un problema”.
Esto es lo que decía yo en octubre de 2016. No hemos hecho más que avanzar a grandes pasos hacia el final del euro, que no puede vivir en continua discordia de los países mientras se financia a déspotas cada vez más endeudados.
Keynes decía que había 3 maneras heterodoxas de saldar la deuda: declarando default, expropiando la riqueza privada, o desencadenando la inflación mediante la monetización de deuda. La inflación reduce el volumen de deuda real y aumenta la recaudación, como hemos visto en los años de Sánchez, pese a lo cual ha seguido aumentando la deuda. Este último suele ser el preferido por los políticos, pues entra con anestesia social hasta que es demasiado tarde. Cuando te quieres enterar, el país se ha arruinado. Requisar la riqueza es lo mismo, pero de golpe y sin anestesia.
En el gráfico, el volumen de activos del BCE, que es un indicador de la deuda de los países miembros monetizada:
El problema no es el volumen en sí, si no la heterogeneidad de esa deuda por países. Hasta ahora, el BCE ha podido contener las sospechas de “incontinencia” monetaria por financiación excesiva.
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