"How can I know what I think until I read what I write?" – Henry James


There are a few lone voices willing to utter heresy. I am an avid follower of Ilusion Monetaria, a blog by ex-Bank of Spain economist (and monetarist) Miguel Navascues here.
Dr Navascues calls a spade a spade. He exhorts Spain to break free of EMU oppression immediately. (Ambrose Evans-Pritchard)

lunes, 16 de junio de 2025

El peso de las ideas etéreas

No pongan tanta fe en los intereses crematísticos como fuerza motriz para hacer el mal. Por el contrario, es más común  que los ricos se hacen ricos para poder hacer el mal, siguiendo una idea que ya no recuerda a quién debe. 

Dice Keynes:

“Las ideas de economistas y filósofos políticos, tanto cuando aciertan como cuando se equivocan, son más poderosas de lo que comúnmente se cree. De hecho, el mundo se rige por pocas cosas más. Los hombres prácticos, que se creen completamente exentos de cualquier influencia intelectual, suelen ser esclavos de algún economista difunto. Los locos con autoridad, que oyen voces en el aire, destilan su frenesí de algún escritorzuelo académico de hace unos años.” (Keynes, “La teoría del empleo, el interés y el dinero”)

“Estoy seguro de que el poder de los intereses creados es enormemente exagerado en comparación con la invasión gradual de las ideas. No, de hecho, inmediatamente, sino después de cierto intervalo (…) tarde o temprano, son las ideas, no los intereses creados, las que son peligrosas para bien o para mal.”John Maynard Keynes, “La teoría general del empleo, el interés y el dinero”.

Hay muchos ejemplos. Keynes conoció uno en la Conferencia de Paz en París: el presidente americano Woodrow Wilson, en 1919. W.W. era un hombre puritano, soberbio, de esos que están siempre soñando en hacer el bien para la humanidad. 
Llevó consigo a París una idea central para arreglar las tendencias bélicas de Europa. Era la idea del “derecho de autodeterminación”, que si se aplicara universalmente, resolvería el problema de las guerras. Pero la idea fructificó en unas reuniones inacabables, cada uno queriendo mover sus fronteras a costa de vecino. Cuando acabó la conferencia, había más problemas que cuando empezó.

Del presidente de Estados Unidos, Thomas W. Wilson, Keynes opina que era persona generosa pero simplona y carente de formación intelectual y de agilidad suficiente para evitar las trampas que le tendían sus colegas. Pretendía defender los catorce puntos del armisticio acordado con Alemania y que él mismo había sometido al Congreso –y que podía haber impuesto en la Conferencia de París sin mayores problemas– pero debido a su falta de criterio, desconocimiento de la realidad europea y el pésimo asesoramiento que tuvo, se vio desbordado por las tretas de franceses y británicos. “Pocas veces –escribe Keynes– habrá asistido un hombre de Estado de primera fila más incompetente que el presidente a las habilidades de la discusión de un Consejo”

1 comentario:

Pablo dijo...

De dónde es la cita, porfa?