“Es, con los límites de la participación habida y las características concretas de la cita electoral, lo que ha ocurrido en las Elecciones Europeas de este pasado fin de semana: que han dibujado lo que a día de hoy pensamos y queremos los que formamos parte de la comunidad política. Y ahora nos conocemos todos mejor. Y, al parecer, no podemos dejar de ser lo que somos.”
"How can I know what I think until I read what I write?" – Henry James
martes, 11 de junio de 2024
España, como los demás, entre la incompetencia y la demagogia
lunes, 10 de junio de 2024
30% de suelo
Temo que es así
miércoles, 5 de junio de 2024
Notas sobre la Democracia
“Una singularidad de la corrección política de hoy en día es que se trata de la primera nueva ideología radical de izquierdas que tiene su origen en Estados Unidos. Además, es la primera ideología importante de izquierdas que no posee ni un nombre oficial ni una definición canónica. En ocasiones, sus defensores insisten en que no existe como tal más allá de la imaginación de sus oponentes, mientras que los autores que la critican utilizan expresiones como The Silent Revolution o la ideología invisible. No se plasma en un único partido político ni en un movimiento cultural concreto, sino que es multiforme: son muchos los partidos y grupos sociales que la encarnan.
En realidad, es una cultura de élites y de activistas que está presente en las principales organizaciones políticas occidentales y en casi todas las instituciones —las excepciones son muy pocas— y, a diferencia de los movimientos radicales anteriores, su objetivo no es derrocar el sistema político, sino transformarlo desde dentro de la democracia por medio de la manipulación. La democracia, cuando se pone en práctica, muestra tendencias igualitarias y deconstructivas, con una propensión a igualar tanto las instituciones como las costumbres.
Este planteamiento no es nuevo, y por eso el liberalismo clásico decimonónico se cuidaba mucho de evitar los excesos de la democracia y planteaba restricciones, como, por ejemplo, el sufragio censitario, que limitaba el voto. En otras épocas era posible encontrar instituciones pseudoliberales oligárquicas que reconocían algunos derechos que estaban restringidos a una pequeña élite, pero esto ya no ocurre con el liberalismo moderno occidental, que ha dado lugar al proceso político más dinámico de la historia, imposible de detener a largo plazo.
El liberalismo fue el resultado de la conjunción de poderosas corrientes en la cultura, en la sociedad e incluso en la religión; de ahí que, pese a todas sus restricciones y al elitismo de su forma clásica, no haya podido evitar la evolución hacia la democracia y, con ella, hacia un igualitarismo que ha llegado a ser radical, homogeneizando las instituciones y las estructuras, y desafiando y relativizando creencias. La tendencia natural hacia el igualitarismo y la eliminación de las estructuras más jerarquizadas, habitual en Occidente, presentaba serios problemas a la hora de llevarla a la práctica, ya que el igualitarismo es un concepto y un objetivo que no se encuentra reflejado en la realidad: los seres humanos no son iguales ni en el plano físico ni en el intelectual ni en el moral.
Cuando las estructuras políticas del siglo XX, a través de los Gobiernos, comenzaron a imponer unas condiciones más igualitarias, los éxitos y los fracasos se sucedían con suma facilidad. Así lo constató la experiencia comunista, y también los países democráticos impusieron ciertas medidas de coerción para conseguir la igualdad. En la segunda mitad del siglo XX se produjeron numerosos cambios en la cultura y en la sociedad occidentales, pero la igualdad, objetivo inherentemente imposible, no se alcanzó, lo que ha llevado a imponer nuevas medidas de coerción en un círculo vicioso que no tiene fin. Al relacionarse de modo contradictorio con la economía de mercado y la globalización, la ideología del igualitarismo produce más desigualdades y, nuevamente, el Estado adopta más medidas coercitivas.
Este problema se aprecia claramente en lo que señaló hace dos siglos Alexis de Tocqueville al hablar de Estados Unidos. El movimiento actual surgió en la década de 1960, y en los veinte años posteriores abandonó el izquierdismo original —en parte anarquista y en parte colectivista— para centrarse, primero, en la cultura y en la sociedad y, después, en el llamado «individualismo radical», que se manifiesta, sobre todo, en el estilo de vida. Poco a poco fue introduciéndose en las facultades de humanidades y ciencias sociales, llegando a convertirse en la corriente dominante de los últimos años del siglo pasado. Su más clara expresión en Estados Unidos y en España se produjo durante los Gobiernos de Obama y de Rodríguez Zapatero. Este último es el campeón de lo políticamente correcto y de la doctrina del igualitarismo, pero Obama lo superó en su tendencia a gobernar por decreto ignorando la legislación.”
“Pero, ¿qué tiene esto que ver con Ucrania y si Putin gana allí?
Fundamentalmente, si consideramos que la democracia occidental está decayendo, se volverá cada vez más vulnerable. Vulnerable a ideologías y sistemas de gobierno más radicales y, en última instancia, a dictadores de dentro y de fuera. Si Putin tiene éxito en Ucrania, en esta nueva batalla de ideas –esta “Segunda Guerra Fría”–, entonces el atractivo de sistemas y líderes autoritarios más colectivistas, poco a poco empezarán a difundirse no por la fuerza, sino por imitación.
Durante demasiado tiempo Occidente ha creído que sus valores proliferaron después de la Segunda Guerra Mundial debido a una bondad inherente, más que porque esos valores habían sido probados y “ganados”. En la lucha darwiniana de sistemas y creencias políticas, ese éxito fue de suma importancia. Permitió a Estados Unidos y a sus aliados no soviéticos crear las Naciones Unidas y muchos otros organismos internacionales que buscan mantener el orden global sobre la base de principios legales, democráticos y occidentales.
Pero si esos valores empiezan a “perderse”, esto empezará a cambiar. Si bien en cierto modo los occidentales vivimos en una era hiperindividualista (pensemos en TikTok, Twitter e Instagram), olvidamos que estas plataformas, paradójicamente, tienen más que ver con la promoción de ídolos que con la emancipación. La gran mayoría de usuarios tiene sólo un puñado de seguidores. Las celebridades, los políticos y los agitadores tienen millones.”
martes, 4 de junio de 2024
Ideas y creencias
https://www.elmundo.es/opinion/columnistas/2024/06/04/665deed9fdddff0f538b456d.html
viernes, 31 de mayo de 2024
Notas al vuelo, propias y ajenas
jueves, 30 de mayo de 2024
Hoy, día triste para la democracia
martes, 28 de mayo de 2024
La crisis del estado de bienestar
lunes, 27 de mayo de 2024
Los populismos
domingo, 26 de mayo de 2024
Comentario sobre post anterior
Cuando yo estuve en la universidad, hace ya demasiadas décadas, el odio a los judíos y los estadounidenses por parte de los estudiantes de izquierda (o sea, por casi todos) como representantes del éxito del capitalismo ya se podia cortar con un cuchillo. Y el wokismo aún ni estaba ni se le esperaba.
sábado, 25 de mayo de 2024
viernes, 24 de mayo de 2024
En respuesta a Miguel E. La economía bien gestionada
jueves, 23 de mayo de 2024
El signo de los tiempos
martes, 21 de mayo de 2024
Es la cultura estúpido!
lunes, 20 de mayo de 2024
La anémica democracia
viernes, 17 de mayo de 2024
La muerte de la Democracia
jueves, 16 de mayo de 2024
La paradoja de la democracia
La democracia no es un sistema natural, que nos venga ya dado por la naturaleza. En realidad, la naturaleza humana es tan compleja, tan inconmensurable, que puede decirse que la democracia es un artificio que desembarcó en un momento tardío de la historia, apenas hace dos siglos y muy débil y de futuro azaroso. Hasta entonces lo que había habido era autocracias nacionales que se llevaban a matar, en continuas guerras entre ellas, y sin que faltaran guerras internas crueles, devastadoras, con gran derramamiento de sangre.
Cuando ese estado de cosas llegó al paroxismo en la guerra de los 30 años, guerra religiosa que devastó a Europa, nació el impulso de unos pocos grupos que anhelaban encontrar un sitio nuevo, una “nueva Jerusalén”, donde cada uno pudiera ejercer libremente “su” religión, la que le había dictado su libertad de conciencia.
Todo empezó con el gran grito de LUTERO, EN 1520, por la rebelión contra la iglesia Católica y su corrupto sistema de recaudación: venta de bulas a los fieles, con al promesa de que sus familiares y ellos mismos estarían menos tiempo en el purgatorio (El Vaticano y gran parte del Renacimiento fue así financiado). No es que Lutero fuera un liberal, ni que quisiera formar un nuevo orden civil. Es que predicó la libertad de conciencia, lo que desencadenó una serie de consecuencias que, un siglo más tarde, haría necesario organizar una sociedad libre, en la que cada uno pudiera ejercer “su” religión, libre de las cadenas (o el Dogma) de la Iglesia católica.
Además, al liberar la conciencia del individuo, dotarle de capacidad para interpretar él mismo las escrituras (que en su opinión, habían sido traicionadas por la doctrina De la Iglesia), dio un impulso a la divulgación de textos en lengua común (no el latín, que solo entendía las clerecías), y a un fervor nuevo por la alfabetización de la gente más común. Hasta entonces esos textos sagrados solo eran conocidos por la intermediación interesada de las jerarquías. De esta propuesta iba a nacer el estado secukarizaso, que ya san Agustín defendía.
Entonces empezaron las persecuciones y las guerras que antaño sufrieron los antiguos cristianos en el imperio romano; la propia iglesia pasó de ser antaño perseguida a ser verdugo sin piedad de los nuevos fervientes. El culmen de ese frenesí de guerras entre los mismos cristianos que hasta entonces habían compartido la única autoridad eclesial, fue la guerra de los treinta años, terminada por fin el la Paz de Westfalia en 1649.
Pero ya antes había tenido lugar movimientos de exiliados que buscaban tierras nuevas donde poder ejercer el LIBERTAD su propia fe, fuera esta la que fuera, y empezaron a fluir hacia las colonias británicas en América. En 1620 llego a Cape Cod el legendario “Mayflowers”, con un grupo de gente, la que siguieron otros y otros, que tuvieron la curiosa idea de jurar un acto solemne, en el que se comprometieron a gobernarse de un modo nuevo: autoridades elegidas periódicamente, leyes iguales para todos, libertad de conciencia. A media que llegaban nuevos grupos y se ampliaban las colonias, o incluso se fundían entre ellas, se volvía a jurar solemnemente esos “covenant”, que fuero el núcleo de lo que, un siglo y medio después, sería la Constitución Americana, que venía a reforzar los derechos de los individuos libres e iguales.
Este breve recuento de una historia mal conocida, incluso despreciada, es necesaria, ineludible, para comprender la reciente historia de Occidente. Occidente no nace en Europa, nace en el continente americano. Nosotros los europeos somos unos secundones, pálidos imitadores del original. Es verdad que Inglaterra fue cuna del parlamentarismo como base de la soberanía, pero eso fue una historia distinta, más larga, que absorbió lo que vio nacer en sus colonias que perdió en 1776, la primera revolución conservadora, tan diferente de su mala imitación de la Revolución Francesa, que solo dio a Francia durante décadas terror, inestabilidad… y Napoleón.
La historia real es una incesante cadena de consecuencias no deseadas. El origen de nuestra democracia no es el diseño preclaro de mentes privilegiadas. Nació de una rebelión y un cisma religioso, que por cierto, la iglesia se empeñó en darle la espalda con el concilio de Trento, y hasta ahora.
Sí, la democracia es un artificio ajeno a la naturaleza humana. Es el artificio que permite acoger a todos los puntos de vista mientras respeten la Ley. Eso enriquece a la sociedad, porque todas facultades creativos son libres para indagar, investigar y buscar la verdad que es el suelo del que germina la verdad de la siguiente generación. No fue inventado por el magín de nadie: fue estudiada y reformulada en su desarrollo, que nadie sospechaba.
lunes, 13 de mayo de 2024
Sueños
No somos más que un sueño. Un sueño de alguien o algo cuya identidad se nos escapa. ¿Dios? ¿Un diablo no citado en los textos sagrados? Solo sabemos que cuando se despierte desapareceremos… si es que no vuelve a soñar. Pero en ese caso ya no seremos los mismos, aunque él crea que sueña otra vez con nosotros.
El cerebro humano es algo ilimitadamente creativo, generador de mundos enteros - el Universo, por ejemplo - que sólo existe como una idea del hombre, idea que va cambiando con los siglos.
¿Existe el Mundo? Que sepamos a ciencia cierta, solo existe la idea del mundo, la representación, como decía Schopenhauer. Un representación que es además individual. No es exactamente igual para todos.
Creo que todo esto, la idea de una idea, es lo que Popper llamaba “el Mundo Tres” , alusión al acervo cultural (en sentido amplio) a la acumulación virtual, no material, de todo el perdurable conocimiento, registro, de la figuración que se ha hecho el hombre del mundo, incluyendo todo, como la estética, y sin olvidar la historia de esa figuración que, con el paso del tiempo, va modificándose. Ese registro en expansión incesante, pasa y se amplía de generación en generación, y a él acudimos en busca de soluciones para los problemas que enfrentamos. En él se depositan los nuevos conocimientos, descubrimientos, hechos culturales, legados en continua expansión.
El Mundo Tres de Popper es la idea de un mundo infinito, no abarcable, del que solo intuimos su contenido y su continente, que sería su historia, que abarca a su vez todas las historias recopiladas o referenciadas, que han dejado huella aunque su depósito material ha desaparecido. Algo parecido La biblioteca de Babel de Borges, pero inmaterial, un banco de creación humana decantado y actualizado por el tiempo.
jueves, 9 de mayo de 2024
Argentina no ha resuelto sus problemas económicos
Argentina no ha resuelto los principales problemas económicos. Lo único que ha conseguido es generar una deflación. Deflación es lo opuesto a una inflación. Es una caída de los precios a velocidad creciente.
Según oí el otro día, Federico Jiménez Losantos - que es un gran periodista pero no tiene ni idea de economía - esa deflación es muy buena: “ya era hora, porque después de tantos años de inflación, por fin los precios se hacen más asequibles a la sociedad”.
Es lo que predica el dogma al que desde hace décadas se ha entregado. Es el dogma que llamo del Juan de Mariana, o también el anarco liberalismo, que desde que nació, a finales de XIX, NUNCA HA TENIDO ocasión de poner en práctica sus ideas, que viene a ser: basta con los mercados libres y el derecho de propiedad para que la economía vaya como la seda. A ello se añade una férrea disciplina monetaria aplicando el patrón-oro.
No existe una sociedad tan dúctil que se pueda regir por tal dogma sin hundir la economía en el caos - aunque yo estoy de acuerdo con el derecho de propiedad y los mercados libres, pero vigilados -.
Como digo, esta escuela no ha tenido ocasión de aplicar sus dogmas, aunque en parte influyeron en Ronald Reagan y Margaret Thatcher, pero no del todo. El primero elevó la deuda pública bajando los impuestos y, sobre todo, aumentando el gasto militar. La segunda siguió una política monetaria caótica logrando una inflación que decidió controlar metiendo la esterlina en el sistema monetario europeo. Eso hizo subir los tipos de interés internos para poder mantener la paridad oficial con el marco alemán.
Lo malo es que estos “Neo liberales” (como la llaman los socialistas de todo pelaje), nunca revisaron su dogmática doctrina a la luz de la historia, que demuestra que suceden cosas que la refutan. Por ejemplo, a finales del XIX, cuando no había banco central y el dinero se regía por un férreo patrón-oro, hubo multitud de quiebras , contracciones y deflaciones. El patrón oro no bastaba para guiar las expectativas cuando había desconfianza hacia la solvencia de los bancos: cuando se sospechaba que un banco estaba en malas condiciones, la gente empezaba a exigir que les dieran sus depósitos en oro, lo que hacía quebrar al sistema bancario en cadena.
Milei, presidente de Argentina, es adicto a este dogma, en la figura del más dogmático de todos, M. Rothbard, quien llega al extremo de decir que “los hijos son propiedad de los padres, y por ende pueden venderlos”.
Milei ha hecho algo bueno, que es recortar el déficit fiscal, pero al mismo tiempo ha dejado contraerse la masa monetaria, y se dirige hacia una deflación.
La deflación es uno de los procesos más perversos de la economía: la gente se da cuenta que en deflación los precios bajan, y aplazan sus gastos de consumo e inversión por la sencilla razón de que el dinero vale cada vez más. Una deflación del 20-30% es como si tener dinero líquido te rentara un 20-30%. Así que te sientas sobre el colchón de casa donde guardas el dinero y esperas a que a las cosas se abaraten.
Es lo que pasó en la crisis de 1929, que nadie supo resolver hasta que en 1933 llegó Roosevelt y: sacó al dólar del patrón oro, y lo devaluó un 30%. Los tipos de interés reales bajaron a plomo, subieron los precios, y la gente volvió a consumir e invertir.
Pero esto es tabú para la escuela anarco-liberal, que nunca ha contrastado sus teorías con los hechos.
Si Argentina cae en deflación, le va a ser imposible a Milei mantener sus dogmas ultraliberales, pues generará undesconcierto social creciente, y eso suela acabar con el gobierno de turno. Qué pena, pues sus intenciones eran buenas.