"How can I know what I think until I read what I write?" – Henry James
domingo, 2 de julio de 2017
No hay cosa más fea que la uniformización
sábado, 1 de julio de 2017
Entre Malthus y Simon. Del pesimismo al neo pesimismo
"Cuando no lo impide ningún obstáculo, la población va doblando cada 25 años, creciendo de período de período, en una progresión geométrica.Los medios de subsistencia, en las circunstancias más favorables, no se aumentan sino en una progresión aritmética." Sus tres principios eran los siguientes (Wikipedia).
1.- La población está limitada necesariamente por los medios de subsistencia.
2.- La población crece invariablemente siempre que crecen los medios de subsistencia, a menos que lo impidan obstáculos poderosos y manifiestos.
3.- La fuerza superior de crecimiento de la población no puede ser frenada sin producir miseria.
"El hombre que nace en un mundo ya ocupado no tiene derecho alguno a reclamar una parte cualquiera de alimentación y está de más en el mundo. En el gran banquete de la naturaleza no hay cubierto para él. La naturaleza le exige que se vaya, y no tardará en ejecutar ella misma tal orden."
"En 1980, Julian Simon y Paul Ehrlich entablaron un debate público en el que pusieron de manifiesto sus puntos de vista dispares sobre la población y la escasez de recursos. En dicho debate, conocido como la apuesta Simon-Ehrlich, Simon invitó a Ehrlich y a sus colegas a seleccionar y comprar cinco recursos no controlados por el gobierno por un total de $ 1000 cuyo valor se mediría con el tiempo. Tras aceptar la apuesta, el equipo de Ehrlich seleccionó cromo, cobre, níquel, estaño y tungsteno como las mercancías y luego eligió 1990 como la fecha de liquidación. Si el precio del paquete de recursos aumentaba, esto implicaría que el recurso habría comenzado a escasear y, por lo tanto, Simon se vería forzado a pagar la diferencia. Si el precio del paquete bajaba, esto significaría mayor abundancia y Simon recibiría la diferencia monetaria.
"Entre 1980 y 1990, la población mundial creció más de 800 millones, el mayor aumento en una década, lo que causó que muchos creyeran que el valor del paquete aumentaría debido a la presión demográfica y a la correspondiente escasez de recursos. No obstante, en septiembre de 1990, el precio ajustado a la inflación de los cinco metales había descendido, por lo que Ehrlich tuvo que enviarle a Simon un cheque por correo por un valor de $ 576 para pagar la apuesta. Con el tiempo, la revista Wired Magazine apodó a Simon doomslayer, que en inglés significa "asesino del Juicio Final", por su postura contra aquellos que argumentaban que un Armagedón ecológico estaba a la vuelta de la esquina. (Para obtener más información sobre la apuesta Simon-Ehrlich, consulta aquí)."
Las cuentas claras: los molinillos son antiproductivos
viernes, 30 de junio de 2017
Aleluya! Volvemos a tener 17 mercados compartimentados
jueves, 29 de junio de 2017
Hacia la III República
miércoles, 28 de junio de 2017
Pedro y Pablo
martes, 27 de junio de 2017
La suave pendiente II
"Tengo experimentado a mí avanzada edad avanzada, y lo recomiendo, que el ejercicio físico es excelente en la vejez. Así que nada de suaves pendientes. Fuertes pendientes al alza y una hora de marcha como mínimo. El efecto mental es prodigioso. Yo lo hago por necesidad, pero lo haría igual por los efectos sobre la salud mental. Por lo demás, noto un poco de hipocresía, sobre eso de lo sentidos que ya no te castigan, cuando resulta que Dragó está vendiendo una droga para estimular el sexo, y a mí me parece muy bien. Más que nada porque he venido a notar con los años que la fuerza se deriva del deseo, que sin deseo no hay vida, al contrario de lo que decía mi admirado Shopenhauer. La inapetencia es el peor castigo, y se acerca mucho a la depresión. Entre la depresión u la ausencia total de deseos no veo diferencia. El deseo debe acompañarnos, y la sabiduría consiste en ejercerlo con cuidado, pero que no falte. El deseo es la fuerza de la vida. Salud y deseo a todos."
lunes, 26 de junio de 2017
De Javier Marías a Gloria Fuertes
A veces no hay nada tan dañino para una profesión, un colectivo o un sexo entero que sus defensores a ultranza, y me temo que un daño parecido al que se infligió hace décadas al cine español está a punto de infligírsele al arte hecho por mujeres. En la actualidad hay una corriente feminista que ha optado por decir que cuanto las mujeres hacen o hicieron es extraordinario, por decreto...... En contra de esa supuesta y maligna “conspiración”, tenemos el pleno reconocimiento (desde hace ya mucho) de las artistas en verdad valiosas: por ceñirnos a las letras, Jane Austen, Emily y Charlotte Brontë, George Eliot, Gaskell, Staël, Sévigné, Dickinson, Dinesen, Rebecca West, Vernon Lee, Jean Rhys, Flannery O’Connor, Janet Lewis, Ajmátova, Arendt, Penelope Fitzgerald, Anne Sexton, Elizabeth Bishop, en el plano del entretenimiento Agatha Christie y la Baronesa Orczy, Crompton y Blyton y centenares más; en España Pardo Bazán, Rosalía, Chacel, Laforet, Fortún, Rodoreda y tantas más. En realidad son legión las mujeres llenas de inteligencia y talento, a las cuales ninguna “conspiración” de varones ha estado interesada en ningunear. ¿Por qué, si nos proporcionan tanto saber y placer como los mejores hombres? Lo que no es cierto, lo siento, es que cualquier mujer oscura o recóndita sea por fuerza genial, como se pretende ahora. Las decepciones pueden ser y son mayúsculas, tanto como las de los espectadores al asomarse a la enésima “obra maestra” del cine patrio. También la gente bienintencionada se cansa de que le tomen el pelo, y acaba por desertar y recelar. Hoy, con ocasión de su centenario, sufrimos una campaña orquestada según la cual Gloria Fuertes era una grandísima poeta a la que debemos tomar muy en serio. Quizá yo sea el equivocado (a lo largo de mi ya larga vida), pero francamente, me resulta imposible suscribir tal mandato. Es más, es la clase de mandato que indefectiblemente me lleva a desconfiar de las reivindicaciones y redescubrimientos feministas de hoy, que acabarán por hacerle más daño que beneficio al arte hecho por mujeres. Lean, por caridad, a las que he enumerado antes: con ellas, yo creo, no hay temor a la decepción.
sábado, 24 de junio de 2017
Añadido al post anterior sobre Banco Popular
La presidenta del Mecanismo Europeo de Supervisión (MUS), Danièle Nouy, ha señalado que hay "margen" para investigar la retirada masiva de depósitos por parte de grandes clientes del Banco Popular, sobre todo del sector público como ayuntamientos y comunidades autónomas, por si "algunas personas usaron información privilegiada para tratar de protegerse mejor que los pequeños depositantes". Sería de una tremenda gravedad que esto se hubiera producido, porque lo que provocó el final del Popular, que causó la pérdida de toda la inversión a sus accionistas, fue el rapidísimo deterioro de la liquidez del banco por la retirada de depósitos.
La desaparición del PSOE
viernes, 23 de junio de 2017
PSOE, Pedro Sánchez, y CETA
Josep Pla
"Cuando el curso del año ha sobrepasado el equinoccio de primavera que acontece el 21 de marzo e implica, como es sabido, el cambio de estación—, a la gente de esta tierra le entra un gran desasosiego por comer habas. Que el catalán es un devorador más o menos discreto de habas, no creo que pueda ponerse en duda. Le gustan las habas y, al llegar el tiempo al que aludimos, el deseo es general e intenso."En el litoral que es la franja que produce las mejores habas del país—el equinoccio suele ir acompañado de un temporal o un temporalillo de mar que los payeses llamamos el temporal de las habas; es un temporal que suele traer lluvia, sobre todo cuando es de levante o del sudeste, y el agua caída parece llenar las vainas de las leguminosas, o sea, hacerlas entrar en el período estrictamente comestible. Si en nuestro país las habas se comieran enteras, como sucede en algunos países, como por ejemplo Italia, donde las habas se comen con la vaina tierna y el grano que tiene en su interior crudas a veces—, los aguaceros del equinoccio les darían un empuje indiscutible y las vainas podrían coger una longitud y una ternura conspicuas. Sin embargo, lo cierto es que en nuestro país no se comen las vainas tiernas, sino tan solo los granos que la vaina recubre, es decir, las habas estrictas. Tal como yo lo veo, a finales de marzo las habas aún no están del todo hechas, su gusto no se ha formado y son simples fibras vegetales carentes de la menor malicia."Hablo naturalmente de mi rodal rodal inseparable, claro está, de su propio clima—. A mi entender, a últimos de marzo las habas no son más que una creación prematura, un deseo falto de consistencia, una pura ilusión del espíritu. Ahora bien, comoquiera que el deseo de comer habas es tan intenso, la gente verdaderamente titilante tiende a hacer una combinación que puede calificarse cuanto menos de precipitada, y que a mi entender es decepcionante y, por lo tanto, errónea e insostenible. Mezclan habas y guisantes, en una combinación que no tiene ningún sentido."Es notorio que los guisantes, cultivados en sitios resguardados y soleados, llegan antes que las habas. Así, aprovechando la ocasión, la gente cocina un plato de guisantes ciertamente tiernos, tiernísimos, le añade un puñado de habas pequeñísimas y en simple y prematura formación, y presenta el conjunto, con la correspondiente butifarra negra y el ramito de hierbas, como un plato de habas a la catalana las primeras habas del año, para ser exactos—. El resultado es, a mi entender, decepcionante y lamentable. Como los guisantes tienen una preponderancia tan visible, y un olor tan típico, la dulzura del plato es absoluta. Las habas no tienen fuerza alguna y son incapaces de dar la más mínima muestra de su presencia. Las pocas con que uno tropieza son de una dulzura que resulta primero sorprendente y luego francamente sofisticada. No es un plato de habas, como la ilusión del momento puede, a priori, dar a entender: no es más que un plato de guisantes con alguna haba desvirtuada, pequeñísima y suelta. Son habas que están en el puro período de la infancia, en el Kindergarten de estas leguminosas, y cuya presencia es, pues, absolutamente despreciable."Así, un deseo prematuro de comer habas del rodal donde uno vive puede ocasionar desilusiones muy tristes. En el campo de la cocina, todo lo que sea evitar desilusiones a los ciudadanos es, a mi entender, trabajar por los intereses generales. Es un gran error precipitarse y pretender ir contra la naturaleza. En nuestro litoral, pretender comer sardinas a la brasa a últimos de marzo es un error total: las sardinas empiezan a estar buenas a primeros de mayo. Lo mismo ocurre con las habas: las habas empiezan a estar buenas a mediados de abril, sobre todo si las primeras semanas de primavera ha habido una alternancia de lluvias y de pinceladas de sol fuerte, que es la combinación ideal de la primavera. Si yo pudiera abrigar la esperanza de que mi consejo fuera aceptado, difícilmente podría añadir nada más. Es un consejo basado en una larga experiencia.Sin embargo, nuestro país es un país de impacientes, y puede que alguien me acuse de ser un payés de lo más terco que pone de manifiesto estos argumentos para defender las habas de hebra negra. No. De ninguna manera. Yo soy partidario de las habas pequeñas, tiernas, de las habas que se funden en la boca pero cuya personalidad está formada, es decir, de las habas con aquel punto amargantillo, no excesivo pero real, y sin el cual no hay haba posible. Las habas no deben ser pastosas, ni duras, ni macizas, ni de una opacidad genérica. Se han de comer embistiendo ligeramente la estricta juventud."Infanticidios, ¡no! Ancianidad, todavía menos. Apoyar la hebra negra es suponiendo que pueda resistirse—vulgarizar el paladar en términos indecibles. El haba debe ser joven, su fibra vegetal debe estar formada, el gusto ligeramente amargo es exactamente su espíritu. Las habas de esta categoría tienen una personalidad tan excelsa que no conviene, de ninguna manera, mezclarlas con fibra alguna. Y la peor mezcla posible es con el guisante. El espíritu del guisante es la dulzura. El espíritu del haba es el amargor. Para quien quiera mantenerse en la pura autenticidad, esta mezcla es nefasta. Yo soy un gran admirador de los guisantes. Creo que es una legumbre literalmente sublime sobre todo los guisantes rehogados o guisados—. Pero no desvirtuéis las cosas. No las mezcléis. Guisantes, ¡sí! Habas, ¡sí! Mezclados, ¡nunca! No os precipitéis.Manteneos en la moderación y en la objetividad. Me estoy dirigiendo ahora a los verdaderos aficionados, a los que en estos asuntos ponen por encima de todo la autenticidad de las cosas, a los que saben que en cada momento y en cada cosa la naturaleza obedece a su propio proceso un proceso que en modo alguno puede romperse por muy grandes que sean los anhelos de uno—. Los caprichos humanos llevan a hombres y mujeres a creer en milagros, a forzar la marcha normal de la naturaleza. De entre los caprichosos, hay una clase la más inclinada a la insensatez—que cree que este proceso puede forzarse con la ayuda del dinero. En este punto, no obstante, y en muchísimos otros aspectos, el dinero no sirve para nada. Para convertirse en una auténtica melodía del paladar, las habas deben ser recogidas, cocidas y comidas en su tiempo, claro está—. Las habas como todas las legumbres del país—no deben viajar. Lo que más las perjudica son las carreteras, los traqueteos, los camiones, los vagones de ferrocarril, la absurda manía de la variación geográfica. Las habas tiernas deben comerse con el mínimo acompañamiento. Mi madre, que como todas las mujeres de familia de esta tierra y de esta época tiene gusto por la cocina, posee un principio infalible: hay que cocinar poniendo un poco de todo, pero no mucho. Las habas a la catalana deben hacerse con una loncha de tocino, unas rodajas pocas—de morcilla y un ramito de hierbas de principios de abril... ¡y nada más! Las habas son tan tiernas que transpiran abundante jugo."Como las habas son uno de los alimentos más fugaces, no creo que puedan comerse en su lugar y en su momento—más que tres o cuatro veces al año. El resto son habas que han viajado. En su estado absolutamente auténtico y natural, no deben ser grasas, sino ligeras, sus fibras deben alcanzar la más decidida ternura vegetal. Las mejores habas de nuestro país son las del litoral norte. Las habas tienen que ver el mar, y si no lo ven, tienen que cultivarse en los valles que dan al mar. El valle de Aro produce unas habas incomparables."Ahora bien, yo que soy un gran admirador de las habas reconozco y proclamo que los guisantes tienen una calidad superior, más sustanciosa, más dulce, más delicada que las habas comidos en su lugar y en su tiempo, claro—. Por lo demás, su duración es superior, más larga. También tienen que ver el mar. Los guisantes rehogados con un acompañamiento discretísimo, como los guisantes guisados con unas costillas de cordero de primer orden, no creo que tengan rival. Es una de las mayores maravillas de nuestra primavera que en mi país es tan incipiente y escasa—. Tanto las habas como los guisantes no piden frío ni calor: piden su temperatura natural. Su sensibilidad climática es excepcional. Eso explica por qué es un error mayúsculo precipitarse a la hora de comer las habas. Como la producción primigenia de estos elementos es escasa, el problema acostumbra a resolverse mezclando habas y guisantes y guisantes y habas. Pero ni los guisantes aceptan el punto de amargor que tienen las habas ni las habas el punto de dulzura de los guisantes. Se produce un aguado alimenticio cuyo resultado no es ni concreto ni preciso. La voluptuosidad culinaria como la voluptuosidad amorosa—es un problema de oportunidad. El catalán, sin embargo, suele ser siempre más sensual que voluptuoso y, de este modo, los errores pueden llegar a ser innumerables.
Dudas y más dudas sobre el Banco Popular (actualizado)
La presidenta del Mecanismo Europeo de Supervisión (MUS), Danièle Nouy, ha señalado que hay "margen" para investigar la retirada masiva de depósitos por parte de grandes clientes del Banco Popular, sobre todo del sector público como ayuntamientos y comunidades autónomas, por si "algunas personas usaron información privilegiada para tratar de protegerse mejor que los pequeños depositantes". Sería de una tremenda gravedad que esto se hubiera producido, porque lo que provocó el final del Popular, que causó la pérdida de toda la inversión a sus accionistas, fue el rapidísimo deterioro de la liquidez del banco por la retirada de depósitos.
La desafortunada intervención de Saracho en la junta de accionistas, seguida de una filtración del MUR y el consiguiente desplome de la acción daban que pensar en una prohibición de ventas en corto, en un apoyo masivo del ELA o de cualquiera de los mecanismos que están apoyando a tantas y tantas entidades financieras europeas (¿o es que no hay problemas en las entidades italianas y portuguesas?).Pero no. Las administraciones publicas empezaron a sacar sus fondos y el desplome de la acción -que llevaba camino de valer cero- fue resuelto a las bravas. Un informe provisional (al parecer del mismo auditor de las cuentas falsas de Bankia), una expropiación sin justiprecio a los accionistas preferentistas y obligacionistas del banco, y la venta por un euro al único banco que sin duda perseguía, o, según las malas lenguas, alentaba esta operación: el Banco Santander. El giro argumental estaba servido.
Como la película acaba de empezar las preguntas sin respuesta se agolpan en nuestra cabeza. ¿Cómo se forjó la operación, quien la ideó y por qué? ¿Quién manipuló el mercado? ¿Fue el Banco Santander? ¿Estaba Saracho confabulado en la operación? ¿Por qué consintió el Estado Español esta expropiación a sus ciudadanos? ¿Fue para evitar ampliar el rescate bancario con fondos públicos o por la ambición de un ministro que desea un cargo en la UE? ¿Fue para que el Tesoro Público no tuviera que hacer frente a los avales por los créditos fiscales en una hipotética liquidación? ¿Y cuál fue la palanca de la voluntad del MUS: la debilidad de los recursos propio del Banco Santander, un aviso a navegantes o un castigo a la mala supervisión nacional? ¿Y por qué permitió un proceso de venta por un euro sin las debidas exigencias de competitividad y transparencia cuando sabían que el valor del banco era superior?
El suspense sobre las causas de esta operación convive con la expectación por el presente: ¿Se traspasarán los activos más rentables del Banco Popular al Banco Santander al precio mínimo legalmente aceptable generando enormes plusvalías? ¿Podrían impedirlo las autoridades? ¿Qué sucede si el importe de los pleitos supera las expectativas de lo que está dispuesto a pagar el Banco Popular? ¿En ese caso, si el Banco Popular no puede hacerles frente, indemnizará el Banco Santander o se liquidará el Popular como se hizo en su día con Bankpime?Y, hablando del Banco Santander: ¿qué harán sus accionistas si éste empieza a recibir demandas de inversores profesionales o que invirtieron en plena caída de la acción por haberse enriquecido injustamente a costa de los accionistas del Banco Popular? No en vano, conforme al Tribunal Supremo, “nadie debe enriquecerse injustamente o sin causa a costa de otro” y la aplicación de esta doctrina descansa sobre la concurrencia de un elemento económico (la ganancia de uno, correlativa al empobrecimiento de otro, mediando un nexo de causalidad entre ambas), y una condición jurídica (la ausencia de causa justificativa), sin que sea necesaria la atribución de culpa a la persona que se enriquece.
jueves, 22 de junio de 2017
Señor Rallo, señor Llamas, el oro no es líquido
La sobaquería
miércoles, 21 de junio de 2017
La nadería de Pedro Sánchez
lunes, 19 de junio de 2017
Mirando por la mirilla del BdE
jueves, 15 de junio de 2017
Hay que derribarlo todo
"El actual Ateneo de Madrid es sensiblemente diferente del anterior. Ya no reina el mismo espíritu de tolerancia, de comprensión y de fineza. El hombre que va al Ateneo dispuesto a exponer unas ideas sensiblemente diferentes de las de su auditorio se puede encontrar con una explosión de hostilidad que habría sido difícil de imaginar treinta años atrás. El Ateneo ha pasado a ser, de la casa de la máxima tolerancia, el club revolucionario —y, por lo tanto, sectario—más ardiente. Un ambiente comprensivo ha sido sustituido por un ambiente de veleidad y de humor extravagante. La noble serenidad del intercambio de ideas ha sido desplazada por una ola cargada de instintos del momento. El Ateneo es hoy la casa de la trituración. Se pueden decir las cosas más gruesas —si son del gusto del auditorio imperante—con la mayor impunidad. Preside el Ateneo el señor Azaña, ministro de la Guerra y del Gobierno provisional. El señor Azaña es un espíritu ampliamente liberal, muy comprensivo. Pero hemos de decir que nos sorprendió un poco ver cómo los ateneístas aplaudían frenéticamente las ideas que exponía en el Ateneo, sobre el señor Azaña, el comunista Maurín. Cuando Maurín hablaba irónicamente del general Azaña y de diversas cosas por el estilo, la hilaridad del auditorio se manifestaba jubilosamente. Y ello explica, con la mayor claridad, la situación actual del Ateneo: es un lugar donde se puede hablar, con una ligereza difícil de comprender, hasta de su presidente. Pero el objeto de esta nota es subrayar un matiz de la conferencia de Maurín en el Ateneo que, a nuestro entender, creemos muy interesante. El matiz es el siguiente: Maurín pronunció un discurso muy violento. Recibió ovaciones delirantes. Fue largamente aplaudido. La conferencia del líder comunista fue una apología de la necesidad urgente de destruirlo todo: destruir la propiedad, destruir a la Iglesia, destruir al Ejército, destruir la burocracia, incluso destruir la actual República. Las propuestas de destrucción fueron recibidas por el público de ateneístas que llenaba el local con verdaderas explosiones de entusiasmo, con una ardiente alegría. Sólo hubo un momento en que el auditorio se enfrió sensiblemente, y fue el momento en que el orador comunista, declarándose, sin rodeos, separatista, habló de la necesidad de destruir pura y simplemente la unidad española. El orador percibió enseguida el cambio de actitud del público. Veía cómo la masa se le desviaba. Patinó un momento. Dio marcha atrás y dijo, para atraerse otra vez a la gente, que lo que había querido decir era que había que tender al separatismo para crear posteriormente una unidad superior. Pero el matiz ya se había dado y todos los catalanes de la sala lo captaron perfectamente. Y es el siguiente: el público de la conferencia de Maurín aceptó la destrucción de todo: de la familia, de la propiedad, de la Iglesia, del Ejército, de cuanto fuera necesario. Lo único que enfrió al público del Ateneo fue cuando habló de lo más insignificante, relativamente: cuando habló de la destrucción de la unidad de la Patria, es decir, de la destrucción de un sentimiento que, en el orden de importancia, tiene aparentemente mucha menos que otros sentimientos. ¿No es muy curioso? ¿No es, sobre todo, sorprendente? Subrayo el matiz y me permito presentarlo a los actuales dirigentes de la política catalana. Lo hago con una intención puramente informativa, esto es, candorosamente."
La donación de Amancio Ortega y su rechazo
miércoles, 14 de junio de 2017
Francia: Le malaise
Economics for the Common Good can best be described as a didactic general advertisement for economics as a discipline. In Tirole’s telling, economics is a necessary, though not always sufficient, tool for addressing the complex problems of modern societies. The result is impressive. Tirole surveys a wide array of economic-policy topics, without ever seeming as though his Nobel Prize had gone to his head. Rather than trying to have the last word on everything, he works through his material with unfailing precision, clarity, and intellectual tenacity. The reader is left with a better understanding of the subtle connections that give rise to unintended consequences in a modern political economy.
Tirole deplores the fact that in French high schools, and even in elite grandes écoles, students’ first exposure to economics often comes late, if it comes at all. Having also taught future French leaders with no economic intuitions or prior training in the field, I, too, can attest to this. One hopes that Tirole’s book changes France for the better, by inspiring bright students to take serious economics courses, and by prompting adults to encourage their children to explore the field.