"How can I know what I think until I read what I write?" – Henry James


There are a few lone voices willing to utter heresy. I am an avid follower of Ilusion Monetaria, a blog by ex-Bank of Spain economist (and monetarist) Miguel Navascues here.
Dr Navascues calls a spade a spade. He exhorts Spain to break free of EMU oppression immediately. (Ambrose Evans-Pritchard)

domingo, 18 de junio de 2023

La economía en las elecciones

Hay momentos en que el estado de la economía es decisivo, o no, en unas elecciones. Si la gente ve que la economía va bien, hay poco paro, los jóvenes encuentran trabajo, no le exigirán al incumbente-candidato ningún coste , y serán otras cosas las que decidirán el resultado. El candidato de la oposición tendrá muy difícil la victoria.
En el caso opuesto, en que la economía está en recesión, los impuestos son lesivos, hay una deuda enorme, y mucho paro, entonces el candidato de la oposición tendrá muchos votos de los descontentos. Fue ese el caso de la segunda legislatura de Zapatero, que entregó una “tarjeta económica” tan infame que tuvo que dimitir de presidente de gobierno y pasarle el mochuelo a Rubalcaba, para que éste recibiera el bofetón de las urnas sin anestesia. 
Pero a día de hoy estamos en otra honda. Estamos en una honda en la que la economía a corto plazo no va mal del todo. Todavía estamos creciendo y, gracias a los enjuagues estadísticos de la señora Yolanda Díaz, hay menos paro que nunca, la inflación ha bajado; aunque no para los bolsillos de los asalariados y rentas bajas, pues la inflación de productos de alimentación y primera necesidad siguen mostrando una inflación vigorosa. La pérdida de poder adquisitivo de millones de personas, de ninguna manera compensada por los caramelos que va lanzando Sánchez desde su carroza electoral, distante y altanero. Esos caramelos, junto con las contrataciones a dedo de altos cargos, asesores, y otros chupópteros, y las decisiones arbitrarias de un Calígula entregado a su super Ego, ha elevado la deuda pública a niveles extemporáneos. La Deuda/PIB ha subido incesantemente, creciera el PIB o no.
Sin embargo, no creo que esto tenga mucho relieve en las elecciones. La gente no sabe de economía más que por información parcial o sesgada, y no tiene ni idea de qué es eso de la deuda y cómo nos afecta. 
Tampoco es sensible a cuestiones cruciales que se están jugando en estas elecciones (y las que vengan). Esa indiferencia es una barrera difícil de saltar, y sólo reducidos grupos de entendidos se hacen cargo de cuestiones cruciales para nuestro futuro, como el bajísimo nivel educacional español, la tendencia secular a la caída de la productividad, la inadecuada cualificación de los trabajadores a lo que demanda la industria productiva, cuestiones que nos diseñan un panorama sombrío. 
Sombrío porque España lleva fallando en estas cuestiones varias décadas. No años, décadas. España, coincidiendo con gobiernos mediocres, tanto de un lado u otro del espectro electoral (dos legislaturas Psoe, una legislatura Pp, y esta legislatura agonizante nefasta para estas cuestiones), no ha visto aumentar su productividad. Se ha distanciando de la mayoría de los países que antes estaban aún por debajo, países en los que ha habido, de una manera o de otra, un pacto de Estado para atender estas necesidades, que desgraciadamente no calan hondo en los electores. En la imagen, el PIB per capita comparado con la media del área euro y con Irlanda, o Singapur, países ejemplares que hace tiempo decidieron coger ese tren de la modernización. Podríamos mostrar más oasis de éxito, como Polonia.





No, no parece que estas cuestiones de calado vayan a pesar en el ánimo del elector. Primero porque hay propuestas absurdas, excéntricas, que tienen sus votantes y que obligan a “bajar el listón” de todos los partidos. El voto es incoherente con asuntos de largo horizonte temporal, seguro que aburridos en los actos electorales. 
Segundo, este país no tiene conciencia del común (entre otras cosas porque tiene separatismos que quieren hundir a la Nación), por lo que es difícil que se forme un consenso amplio que empiece a dar soluciones colectivas con visión de futuro. Un ejemplo: hemos tenido en el régimen constitucional 5 leyes de educación. Los partidos han sido incapaces de alcanzar un acuerdo para hacer una ley duradera, y el Estado debe ser, necesariamente, creador del ámbito institucional para un sector en el que la oferta podría ser privada y pública, privada a subvencionada, o el mix que se decida, pero lo menos sectario posible. 
Estas elecciones tienen un objetivo principal, que es arrancar del poder al sujeto que ha organizado un ataque sistemático y peligroso a las instituciones democráticas. Pero cuando se apague el fragor de la lucha electoral, habrá que plantearse cuestiones cruciales, cuyo objetivo debería ser un acuerdo de Estado para acabar con las insensateces que nos lastran y que han hecho tambalear la Democracia. Resumen, salvo en el primer periodo, la Democracia en España no se ha traducido en una prosperidad con futuro. Es triste, pero nuestros gobernantes no ha tenido altura de miras.

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