Entre Israel y Ceuta

Israel se siente cada vez más sistemáticamente despreciado -y odiado- por la opinión pública occidental, como pone de manifiesto el embajador de Israel en España, en "el Mundo" de hoy. Hay que leerlo. Es un artículo sin un átomo de sensiblería; simplemente cuenta las cosas como son, y con qué gran distorsión sistemática lo cuentan en Europa -Especialmente España, añado yo, pues en España ha quedado un permanente resquemor contra los judíos. No sé que pensará El gran Gurú Zapatero; lo que casi seguro no ha pensado, ahora que está tirándose el pego de gran estadista con el sultán de Marruecos, es la conexión inevitable que hay entre un problema y otro, aunque sean problemas opuestos.
¿Qué tienen de común ambos problemas, si uno es el de un país artificial que se niega a esfumarse, y lo otro son plazas españolas desde hace cinco siglos, que se niegan a dejar de serlo? Para empezar eso: que las poblaciones de los tres sitios se niegan a dejar de ser lo que son; pero hay más: que la cesión en una debilitaría a las demás.
Suele suponerse que las negociaciones geopolíticas son un toma y daca, y que hay que ceder algo para que te dejen en paz en toro sitio. Falso e ilusorio. En el mundo internacional, el que no es tiburón es piranha, y como muestres debilidad o simplemente confianza, acabas cornudo y apaleado. Debería ser de otra manera, pero está demostrado que como seas pelagiano, ce izquierdas o de derechas, te roban hasta los calzoncillos.
A Zapatero, el gran Sultán, descendiente de Mahoma, le ha dicho a través de la prensa oficial que hay que "negociar" la retirada de Ceuta y Melilla (aunque el "Pais" no lo diga; precisamente porque no lo dice es por lo que hay que preocuparse). Esto si es es un Miura, señor Zapatero, y no lidiar con el pastueño pueblo español. Aquí sí que se necesitan saberes y dobleces, y veremos como se plantea la jugada ante este órdago que le han lanzado cuando el Sultán huele la debilidad intrínseca de la patria española.
¿Y Israel, que tiene que ver? pues está inmerso en la misma consideración , para la opinión pública, que Ceuta y Melilla. C0mo ellos, los ceutís/melillenses no quieren dejar de ser lo que son, pero me temo que a los españoles no les importa. Si por los judíos no moverían las pestañas, por sus compatriotas se dejarían engañar por un plato de lentejas.
El mundo real está lleno de conflictos como estos. Este tipo de conflictos son eternos , como decía Ortega que lo eran los problemas de los nacionalismos, en su famosos discurso En Cortes de 1932. Y lo peor que se puede hacer es ceder, pues entonces el conflicto no mengua, sino que se agranda, y se complica con otros, y se envenena. Esa es la experiencia. Pues las consideraciones éticas están muy bien en un salón, pero para el Sultán de Marruecos son de distinta índole: a él se las dicta Alá... Seguro que zapatero es antiisraelí; y seguro que lo de Ceuta-Melilla y Marruecos es una jaqueca que le gutaría quitarse. Pues aprenda que hay jaquecas que hay que saber sobrellevar.
Así que, Señor Presidente, que tenga una buena lidia, pero de verdad, sin jeribeques ni alharacas. Y que esa astucia que le suponemos le sirva de algo.