Estoy leyendo un libro de Henry Camen, el hispanista inglés. Es un libro sobre los héroes de la España imperial. La vida y los hechos de 10 personas decisivas en la, ya de por sí, decisiva historia de España. Es posible que ahora andemos de capa caída, pero hubo un tiempo en que, sí, fuimos decisivos en el mundo, como ahora lo es EEUU. Durante unos siglos, de mediados del cuatrocientos a finales del setecientos, España gobernó un imperio y era temida y admirada en Europa. Y odiada, por supuesto.
Lo que me ha llamado la atención es lo que dice el autor en el prólogo: España, pese a su gloria militar tan prolongada, no ha tenido inclinación por cultivar el heroísmo, al menos literariamente: es claro, dice Kamen, que ni siquiera en la plenitud de su grandeza hubo afición por las gestas militares.
Es una excepción más de España. pues Inglaterra y EEUU, así como Francia e Italia, tienen un tradición de cultivo del heroísmo nacional. Kamen pone como contra ejemplo el éxito de héroes de leyenda, como el Cid, o de anti héroes, como don Quijote; aunque no sé si esto es válido, pues don Quijote fue muy apreciado en toda Europa, y Francia tenía su canción de gesta, lo que no ha sido impedimento para el heroísmo.
Es decir, ¿Nos viene de tan lejos nuestro rechazo nuestra historia? porque, reconozcámoslo, esto está íntimamente relacionado con nuestro repudio, casi feroz, a nuestra historia. Ya conté aquí la extrañeza que me manifestaba otro hispanista, Joseph Perez, por la tristeza con la que se había celebrado el centenario de los reyes católicos. Le tuve que confesar que no sabía ni la fecha del aniversario. Me repitió varias veces que era una pena, pues Isabel y Fernando habían sido grandes reyes. Le contesté que estaba seguro, pero que en nuestra mesa donde comíamos había más de uno y más de dos que no pensaban así. Pocos meses antes había estado con unos amigos -progres/republicanos- en Segovia, viendo el Alcázar, y me dejó de piedra descubrir que odiaban a los reyes católicos (entonces, ¿qué les decían esas piedras?).
Azaña, presidente de la República, no perdía ocasión de denostar la historia de España, a la que quería volver del revés como un calcetín. Esto venía en parte de una corriente que fue haciéndose hegemónica, cultivada especialmente por el Instituto Escuela, basado en un krausismo mal digerido, semi-inventado, que luego confluyó con la leyenda negra... y que acaba hoy en día en el juicio expeditivo que tacha la conquista de América como un genocidio (cuando España fue el único país que dictó leyes protectoras de los indios).
En todo caso, es verdad: España no quiere a sus héroes: nos dejan fríos. No sabemos muy bien quién es ese gran Capitán que preside desde un caballo la plaza de las Tendillas, en Córdoba. Fue el mejor militar de su época, y uno de los mejores de la historia, estudiado en las academias militares de EEUU. Carlos V es un desconocido total como soldado, y creo que si hubiera adivinado que su gloria militar iba a ser tan chiquita, ni se hubiera molestado. Se dejó buena parte de su vida batallando, indudablemente acortando su vida. ¿Quizás su hijo, no visitó los campos de batalla por eso? Y la escultura a caballo de Martínez Campos en el retiro, a cuyos pies unos ciudadanos esmirriados y anoréxicos practican el Tai-chi? Probablemente vivió más combatiendo que de civil. Fue uno de los que más aportó a la pacificación de las guerras civiles desatadas por la primera República, y a la Restauración que trajo la paz.
Un héroe es por definición algo inconmensurable, que contiene virtudes y defectos nada normales. Sin embargo, su quehacer ha sido útil a la nación, a la defensa del enemigo exterior, a la pacificación.
Nosotros, al parecer, no estamos capacitados para admirar la grandeza sin más, sin juicios morales anacrónicos. No nos cabe en la chola que luchar por la patria, por una idea de ella, pueda ser loable.
Ah sí, se me olvidaba: admiramos al capitán Alatriste, un personaje de ficción. ¿Dónde está el eslabón que falta? Por que lo que hizo, por ejemplo, don Juan de Austria, antes de cumplir los treinta, supera la ficción más imaginativa.
"How can I know what I think until I read what I write?" – Henry James
There are a few lone voices willing to utter heresy. I am an avid follower of Ilusion Monetaria, a blog by ex-Bank of Spain economist (and monetarist) Miguel Navascues here.
Dr Navascues calls a spade a spade. He exhorts Spain to break free of EMU oppression immediately. (Ambrose Evans-Pritchard)
2 comentarios:
Por eso ha sido tan fácil demonizar ciertos periodos de la historia española o disfrazarla con el cuento de la "memoria histórica". Por eso se hacen series de television nostálgicas en las que la historia tiene un solo color pólitico, o aberraciones como Aguila Roja que ya parece manga.
sí, exacto
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