Ya es oficial: Hollande gana a Sarkozy. 
Como es obvio en las imágenes, el poder demirugo (que creen los electores) que tienen los monarcas/presidentes franceses ha pasado de las manos de Sarkozy a las de Hollande. Es una tradición muy antigua en Francia: un francés, hasta la revolucion, siempre ha creido que los reyes hacían milagros: estaban ungidos por Dios. Y eran muy celosos del poder papal, hasta el punto de que la iglesia de Francia ha sido independiente de Roma. La iglesia de Francia ha sido una iglesia nacionalista, galicista, con su poder bien protegido de la injerencia del Vaticano.
Por eso hubo que cortar la cabeza a Louis XVI; había que demostrar que no era un milagrero, que había perdido esa capacidad mantenida durante siglos, al menos desde Louis el santo. Pero eso metió a la Revolución en un baño de sangre.
De Gaulle fue tan inteligente -y tan vanidoso- como para reinstaurar parte de ese carisma personal en el presidencialismo de la V República, y su exito demuestra que el carisma es necesario. 60 años de estabilidad lo confirman. Vean las caras esperanzadas de los que tocan las manos de Hollande. Parecen los peregrinos que en el siglo XII INTENTABAN ROZAR LAS MANOS DE LOUIS EL SANTO, manos que hacían milagros, como si estuviera ungido por el mismo Jesucristo.
Sarkozy es consciente de haber perdido ese poder de convocatoria.
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