Hay que comer caducado. Lo dice el ministro de alimentación, Ariete Cañadas, y yo le avalo. No sólo porque es más nutricio, sino porque es más excitante: se hace patria en las cosas más humildes, como abrir una lata de conservas de mejillones y están estos fundidos en una pasta macilenta verdosa de la que salen unos sugestivos pelos como cerdas. Mmmmmmm!!!!!
Mientras, que los catalanes se llenen los bolsillos robándonos y llevándoselo a paraísos fiscales. ¿Quién robaba a quién , eh , eh? La razón ha vuelto a nuestro lado, y para celebrarlo ayer me embutí una butifarra catalana del año 99, antes de que viniera el puto euro. De cuándo una butifarra valía 40 pesetas y un bocadillo de calamares recogidos del suelo 25 pesetas. Una infecta caña para trasegar tamaña inmundicia valía apenas 20 pesetas, mientras que ahora te vale 3 putos euros, o sea, 500 pesetas. Te cagas Lorito. Y éramos más felices, sin duda.
¡Qué nos devuelvan el pasado, en que podías ir de buti y de farra, al fútbol por cinco duros si ibas de pie, y de putas, incluido todo el paquete. ¡Qué tiempos!
Mientras los catalanes nos robaban, pero nosotros creíamos que éramos los que les robaban a ellos. Eran taaaaannn civilizados y superiores, que les creíamos. Llegaba un Catalán a Madrid-barajas y hacia recuento de sus posesiones: decía, al bajarse del avión: esta terminal es nuestra, de los catalanes, este finger es nuestro, esta pista nueva es nuestra, esta autopista hasta Madrid, es mía...
Ahora los chorizos son ellos, pero ya es tarde. Ya no hay donde robar. Sin embargo, Montoro les sigue dando dinero para que no crujan. Saben lo que se hacen. De la arrogancia han pasado a la mendicidad, porque son unos peseteros, que es como se decía antes, cuando no había llegado la puta moneda burocrática.
¿Ven como el euro lo ha emponzoñado todo?
Hay que hacer patria humildemente, cuando abrimos un yogur, procurando que sea de los años de la polca. Y así, lo que sobre, para los catalanes, como viejos hidalgos Castellanos que somos.
Mientras, que los catalanes se llenen los bolsillos robándonos y llevándoselo a paraísos fiscales. ¿Quién robaba a quién , eh , eh? La razón ha vuelto a nuestro lado, y para celebrarlo ayer me embutí una butifarra catalana del año 99, antes de que viniera el puto euro. De cuándo una butifarra valía 40 pesetas y un bocadillo de calamares recogidos del suelo 25 pesetas. Una infecta caña para trasegar tamaña inmundicia valía apenas 20 pesetas, mientras que ahora te vale 3 putos euros, o sea, 500 pesetas. Te cagas Lorito. Y éramos más felices, sin duda.
¡Qué nos devuelvan el pasado, en que podías ir de buti y de farra, al fútbol por cinco duros si ibas de pie, y de putas, incluido todo el paquete. ¡Qué tiempos!
Mientras los catalanes nos robaban, pero nosotros creíamos que éramos los que les robaban a ellos. Eran taaaaannn civilizados y superiores, que les creíamos. Llegaba un Catalán a Madrid-barajas y hacia recuento de sus posesiones: decía, al bajarse del avión: esta terminal es nuestra, de los catalanes, este finger es nuestro, esta pista nueva es nuestra, esta autopista hasta Madrid, es mía...
Ahora los chorizos son ellos, pero ya es tarde. Ya no hay donde robar. Sin embargo, Montoro les sigue dando dinero para que no crujan. Saben lo que se hacen. De la arrogancia han pasado a la mendicidad, porque son unos peseteros, que es como se decía antes, cuando no había llegado la puta moneda burocrática.
¿Ven como el euro lo ha emponzoñado todo?
Hay que hacer patria humildemente, cuando abrimos un yogur, procurando que sea de los años de la polca. Y así, lo que sobre, para los catalanes, como viejos hidalgos Castellanos que somos.
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