"How can I know what I think until I read what I write?" – Henry James


There are a few lone voices willing to utter heresy. I am an avid follower of Ilusion Monetaria, a blog by ex-Bank of Spain economist (and monetarist) Miguel Navascues here.
Dr Navascues calls a spade a spade. He exhorts Spain to break free of EMU oppression immediately. (Ambrose Evans-Pritchard)

domingo, 10 de marzo de 2013

Marx, Bolívar, Kundera

Al parecer Karl Marx odiaba a Bolívar, según nos cuentan aquí. No me extraña nada: Marx odiaba todo lo que no pasaba por su estrecha mente determinista. La historia era determinista. Las fases de la historia (Edad media, Capitalismo, Socialismo) eran ineluctables, férreamente determinadas. Sin embargo, en ese determinismo había un Caveats: la clase proletaria podía acelerar la llegada de la sociedad sin clases mediante la revolución. Era un contrasentido que algo determinado pudiera ser logrado por la acción humana, pero eso permitía a Marx soliviantar a Europa esperando que se adelantara un siglo la llegada de la sociedad perfecta.

De la misma forma, también en sentido contrario podía haber frenos a la marcha ineluctable de la historia. Por ejemplo, las "gentuzas" como Fernando VII o el mismo Bolívar, verdaderos necios que retrasaban la llegada del nuevo evangelio. Respecto al golpe que dio Fernando VII al regresar a España como el "Deseado", Marx lo despachaba con un lacónico "cada pueblo tiene lo que se merece".

Es decir, determinismo en grandes líneas, pero cuando le petaba, introducía el "factor humano" Como torcedor o enderezador del curso ineluctable de la historia.

Marx intentó poner patas arriba a Europa, pero no consiguió la revolución socialista. Los pueblos más avanzados no le hicieron caso, mientras que Rusia, para él un pueblo no maduro, fue el primero que cayó en manos de la revolución comunista. Pero Marx ya se había muerto hacia tiempo.

Fue más influyente por su figura que por su obra de activista. Sus libros fueron tan citados como poco leídos. Sin embargo, sus seguidores creían firmemente que en ellos estaba escrito el camino al "socialismo científico". Como casi nadie los entendía, fueron tomados como piedra angular de la que hacer una obra teórica, pese a que se suponía que lo que había dicho era intocable. Esa contradicción se solucionó decidiendo que lo que decían sus seguidores era también intocable si lo aprobaba el preboste de turno (con lo que entraban en el Canon), o bien reprobable y digno de condena por "revisionista" , atributo que servía para condenar al autor al ostracismo o a la muerte.

Por lo tanto, vivir como intelectual del régimen era una buena carrera, con privilegios notables, pero con el riesgo de caer en desgracia de un Stalin y que desaparecieras, no sólo de la vida oficial, sino de la memoria colectiva, que era escrupulosamente purgada de los dichos, hechos, e imágenes del "revisionista".

Que fueras condenado por eso era totalmente arbitrario. Kundera cuenta en su excelente novela "La Broma" como siendo un alevín del partido en Checoslovaquia, se permite una leve broma con una jefa emergente en el partido. A las pocas semanas cae en desgracia y es purgado. Le suspenden de su cargo de líder universitario, ha de dejar la carrera... Empieza un peregrinaje de centros de rehabilitación a campos de trabajos forzados, y entonces se da cuenta que el régimen es tan ineficiente que no es del todo Infeliz en esa vida. Planea su venganza mientras vive en esas condiciones, en las que no deja de tener escapadas y aventuras. Al final consigue consumir su venganza, que no desvelo aquí por sí alguien quiere leerla la novela.

Su venganza no es del todo satisfactoria, pues ha pasado años perdidos en una vida descarriada, y por ello no siente más que una leve melancolía por lo que ya no podrá recuperar. Los libros de Kundera están llenos de esa melancolía de la que se consuela con su vida sexual abierta, al parecer de lo poco que se podía disfrutar en ese régimen. Un amigo que estuvo en Rusia en pleno esplendor del comunismo me decía que la pobreza dejaba muy pocos placeres, aparte del intercambio de parejas sexuales o divorciarse y volverse a casar. Pero claro, eso iba con la cultura del país, no sólo con el régimen político.

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