Martín Wolf tiene un artículo sobre Tahtcher nada complaciente. No es que le reste el mérito de haber levantado a su país de la postración en la que estaba en los setenta: aumentó la renta per capita en comparación a los países más destacados, creció el empleo y al productividad, y no sólo en las finanzas, que apenas aportaron el 10% del aumento de productividad. Como buena pragmática, no desarboló el estado de bienestar, aunque sí desarboló los grupos de presión demasiado fuertes que impedían el desarrollo normal de un economía en crecimiento. Eso está indudablemente en su haber.
Un modelo social, el del XIX (por el que los austéricos sienten fascinación, con su patrón oro incluido), que tiene sus inconvenientes: una peor distribución de la renta, una cortedad de miras en las inversiones, una de debilidad relativa del sector real... Todo eso que hemos descubierto con la burbuja y su estallido.
Entonces, el Imperio era la justificación del predominio de las finanzas, ¿pero hoy? Hoy se justifica a sí mismo como centro financiero que vende sus servicios de alta gama al resto del mundo. Si Alemania vende Mercedes, Reino Unido vende rentabilidades. Por eso la crisis apenas ha rozado a Alemania, pero ha caído como un plomo en el Reino Unido.
Ya he dicho en otras ocasiones que la desregulación financiera de los ochenta son la causa final de la acumulación de deudas que han quedado tras el pinchazo de la burbuja. Pero en aquellos años se viviò con euforia, aunque pronto empezaron a aflorar las crisis financieras. Eso, desde luego, está en el debe de Thatcher y Reagan, pero también de los que les sucedieron.
Pero inmediatamente añade:The evidence, then, is that the market-oriented and regulatory reforms – labour market liberalisation, withdrawal of subsidies and privatisation – did improve UK performance
Lo malo, es que Thatcher miraba demasiado al siglo XIX. Pero al tener tan idealizado el próspero final del siglo XIX ( como su colega Reagan), algunas cosas inesperadas sucedieron. El XIX se caracterizó por una predominancia del sistema financiero, un mercado laboral ultra desregularizado y uno sector manufacturero relativamente estancado. Es lógico, teniendo en cuenta que era una Imperio, que delegará gran parte de su producción manufacturera a sus colonias, y que su máximo empeño era mantener, a un coste financiero altísimo, la unidad imperial. Eso exigía un sector financiero desarrollado, que vendía sus productos a una clase rentista interna de alta renta, que aceptaba prestar a larguísimos plazos. En suma, era una economía basada en la protección de ahorrador mediante el patrón oro, el equilibrio presupuestario, garantías del valor del bono con el que se financiaba el imperio colonial, pero no del inversor productivo... Por cierto, esa separación entre el ahorrador y el inversor es lo que diferenció a Keynes, hasta el punto que puede considerarse la piedra angular de su obra.But Prof Van Reenen also notes important failures: rising inequality, excessive financial deregulation and inadequate investment in both human and physical capital.
Un modelo social, el del XIX (por el que los austéricos sienten fascinación, con su patrón oro incluido), que tiene sus inconvenientes: una peor distribución de la renta, una cortedad de miras en las inversiones, una de debilidad relativa del sector real... Todo eso que hemos descubierto con la burbuja y su estallido.
Entonces, el Imperio era la justificación del predominio de las finanzas, ¿pero hoy? Hoy se justifica a sí mismo como centro financiero que vende sus servicios de alta gama al resto del mundo. Si Alemania vende Mercedes, Reino Unido vende rentabilidades. Por eso la crisis apenas ha rozado a Alemania, pero ha caído como un plomo en el Reino Unido.
Ya he dicho en otras ocasiones que la desregulación financiera de los ochenta son la causa final de la acumulación de deudas que han quedado tras el pinchazo de la burbuja. Pero en aquellos años se viviò con euforia, aunque pronto empezaron a aflorar las crisis financieras. Eso, desde luego, está en el debe de Thatcher y Reagan, pero también de los que les sucedieron.
2 comentarios:
Ya, pero...¿era previsible?
No, no lo creo.
Publicar un comentario