"How can I know what I think until I read what I write?" – Henry James


There are a few lone voices willing to utter heresy. I am an avid follower of Ilusion Monetaria, a blog by ex-Bank of Spain economist (and monetarist) Miguel Navascues here.
Dr Navascues calls a spade a spade. He exhorts Spain to break free of EMU oppression immediately. (Ambrose Evans-Pritchard)

jueves, 23 de mayo de 2013

El ventarrón

Mientras "El País" sigue destilando odio, y acusa a Aznar de que el PP le "pagó la vivienda como presidente del partido" (sic), la prensa sigue desgranando opiniones más o menos acertadas, más o menos divertidas, en favor o en contra, de la "Aparición" súbitanea de Aznar. Lo que es claro es que no ha dejado indiferente, que ha levantado como un huracán un interés perdido por la política. Nos ha recordado que hay una política noble, que no necesariamente blanda, pero sí eficaz.

Yo me que quedo con algunos columnistas que tiene agudeza critica y sentido del humor, como por ejemplo, Gistau, en El Mundo, de quien recojo el parrafo siguiente:
Lo que no se puede negar a Aznar es una capacidad casi pavloviana de provocar reflejos que oscilan entre el odio epidérmico y la idolatría. Dice «¡Bu!» y, de repente, el escenario político se va a los años 90, intervenido por su existencia. Tanto es así que, mientras los marianistas parecían ayer los Ghostbusters a la caza del ectoplasma, un cronista parlamentario bromeaba con que el PSOE necesitaría ese regreso para tener por fin a alguien contra el cual volver a cohesionarse. Mientras eso ocurre, ayer se dio la circunstancia inaudita de que un portavoz socialista usara una referencia a Aznar para legitimar su crítica al PP.
No menos divertido y original es Sostres (aunque al final se muestre a favor de "otra" independencia e Cataluña, una más viril y heroica), quien describe la vuelta de Aznar como la de padre viajero que vuelve y be que su familia es un desastre y tiene que poner orden y ser firme, porque la madre (Rajoy) se ha visto desbordada:
DESPUÉS de tanta madre, Aznar anuncia que vuelve. Zapatero y Rajoy han sido dos madres para España, consentidoras y bizcocheras. Zapatero, la madre moderna que quiso ser amiga de su hija y vestirse con su misma ropa de adolescente. Rajoy, la madrastra que quiere poner orden en casa del padre viudo pero que cede al chantaje emocional de los niños doblegándose a su voluntad, por miedo de que la echen si no lo hace. Madres. Madres de lodo. Madres que te secan las lágrimas y te duermen entre sus brazos, pero el problema permanece y cada día es más grave.
Vuelve Aznar como el padre que regresa de un viaje de trabajo y es informado de cómo se han comportado los niños durante su ausencia. Vuelve Aznar como una disciplina, con su sentido moral de la política y de la vida. Es bueno que los hijos teman al padre, tal como el temor de Dios da vigor a las sociedades. El Dios más temido es el Dios más amado. En cambio hoy, sin tensión reverencial, la fe languidece y ya nadie cree en nada. Después de tanta madre hace falta un padre que restablezca el orden, que marque unas pautas, que ponga castigos y no los levante, y que no ceda a los chantajes emocionales de ese tipo de hijos que tan listos se creen y que son en realidad los que más necesitan que se les corrija y se les marque...
Vuelve Aznar. La hora del recreo ha terminado.
Sostres, creo, es partidario de la independencia de Cataluña, pero no de la de Arturo Mas, sino de la de verdad, conseguida con valor contra un estado español fuerte. Algo así, porque no le he oído hablar del tema. Ni siquiera sé si tiene seguidores. Pero es un escritor de fuste.
Manuel Jabois, otro columnista fino, reflexiona sobre el marcharse en plena cumbre, como hizo Aznar, lo cual da muchas ventajas (ynpeoblemas si lo anuncias y nomcumplea, como Gallardón) y saca perlas de la reflexión:

NO HAY mayor amenaza en política que marcharse. La retirada es un movimiento finísimo según el cual el político pasa a cobrar ventaja: la vida fuera de los focos, o sea, con más luces y atenciones divinas. «Me voy», dijo Gallardón, y todo el PP se le echó encima como a un incendio. Se quedó mansamente y hoy lo tiene Rajoy envejeciendo en una discusión eterna con las mujeres; es como si Gallardón se hubiese casado con media España, a la que sugiere familia numerosa: total, como nunca está en casa. «Me voy», dijo Esperanza Aguirre. ¿Qué significó la retirada de Aguirre? Más tiempo para estar. Se ha hecho columnista, tiene la agenda libre para dar entrevistas, escribe un blog y cualquier día, por pasar el rato, se mete a gobernar. Ése es el prestigio de irse: la posibilidad de volver, y sobre todo, que se note tanto que nadie vea que ya has vuelto. Cuando Aznar se fue por voluntad propia todo el mundo supo que era para quedarse para siempre, como Drácula...
El presidente respondió ayer con suaves sonrisas a la insistencia de la prensa en preguntarle por el regreso de Aznar. Había cierta lógica en su buen humor. Al fin y al cabo él también está pensando en volver, pero aún no sabe de dónde.
Finalmente, Raúl del Pozo, el último comunista ilustrado, muestra su admiración personal por Aznar, y por algunas aspectos de su política.
José María Aznar, al que yo acompañé en las campañas electorales y en sus peregrinaciones a Silos o a Quintanilla de Onésimo, es un tipo duro, pero no un cardo. Tiene una voluntad de acero y una idea de España. Le conocí cuando aún bebía Coca-Cola, antes de que Miguel Ángel Rodríguez le dijera: «Si pides esa mierda en Castilla, no esperes que te vote nadie». Durante su época de candidato tuve buena relación con él. No era el tipo impenetrable y antipático que Fidel Castro llamaba «führercito con bigote». Había gateado de niño por las obras completas de Ortegay admiraba, en secreto, a Manuel Azaña y a los poetas del 27. Me explicó una vez, a la hora de encender el puro, que aprendió muchas cosas de su abuelo, al que la derecha llamó el Bello Aznary los socialistas El Perillán.
Creo que fue un buen presidente. Logró que la derecha española se reencontrara con la Historia y luego cumplió su palabra de no permanecer en Moncloa más de dos legislaturas. Según él mismo me dijo, no aspiraba a estatua para que los pajaritos pasaran y dejaran su regalo. Como es sabido lo crucificaron por seguir aBush en la parrillada de Irak y por tomar pastel de pecanas en el rancho del Tío Sam.
Aznar ha levantado el interés por la política, que estaba en la alcantarilla. Estábamos todos aburridos, poníamos la Tv e inmediatamente la apagabamos cuando salía Rajoy, la madre que dice que ella gobierna la casa tal como una madre de familia. Su marido es al parecer un capón, que por eso se le ha colado en su cama un tal Montoro, vampiro insaciable que quiere vampirizar a todos los españoles.
De repente, las encuestas dicen abrumadoramente que le apoyan, tanto si vuelve de verdad o no. Aznar ha hecho un ejercicio arriesgado que podría haberle salida mal, con abucheo y tomatada. Pero no ha dejado indiferente a nadie, y si no yerro, más de la mitad encuestada se muestra entusiasmada con la ilusión de que pudiera volver. Me llama la atención de que muchos de los entrevistados a pie de calle dijeran lo mismo: "es que sabe lo que quiere". Cosa que no sabemos de Rajoy, quien, como dice Jabois,

Al fin y al cabo él también está pensando en volver, pero aún no sabe de dónde.

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