Este gráfico, del Banco de España (Boletín Económico) es el crédito a las empresas no financieras.
Como ven, el crédito cae a una tasa anual de 9%, mucho más intensa que en lo peor de la recesión, 2009 (aunque, ¿por qué seguir diciendo que eso fue lo peor de la recesión? Lo fue para los países que ya están creciendo, pero para ¿Italia, Grecia? Y nosotros, qué? Ya hemos visto aquí que hay fundadas razones para dudar de la Contabilidad Nacional, por lo que no está tan claro que lo peor haya sido en 2009).
En todo caso, si estamos a las puertas de remontar, se tiene que producir un cambio en el crédito. Si el crédito interno sigue cayendo, parece que Krugman tiene razón: en estos momentos lo que domina es un proceso acumulativo de caída de la demanda, alimentado por un estado catatónico del sistema financiero, que al menos debería estar ya contrarrestado por una política adecuada del BCE. Lo que no tiene sentido es decir que somos una unidad monetaria, y luego sostener que la balanza de pagos hay que equilibrarla frente a nuestros socios del euro. Es como decir que Iowa ha de tener un equilibrio comercial con Texas, y Texas con a California, etc. Lo que hay que tener es un equilibrio financiero sostenible, que cubra los desfases comerciales indefinidamente.
Lo cual viene a decir: no somos una unión monetaria; o somos una de cartón piedra, de mentira, mentira que hay que sostener a costa de masoquizarnos.
Si es absurdo decir que somos una unión que tiene que estabilizares comercialmente, se compadece mal este estado del crédito, con ver "brotes verdes" en indicadores reales, sobre todo si para ello hay que taparse un ojo para mirar sólo a lo menos doloroso.
Lo que se ve si no se cierran los ojos, es que lo que ha mejorado ha sido "gracias" a un contracción de la demanda intenta que: ha comprimido las inversiones, ha cortado el capital circulante, ha mandado a la calle a millones de empleados, lo que invita a hacer un balance ruinoso: a cambio de eso, hemos conseguido mejorar circunstancialmente la balanza comercial exterior un poquito. Esa balanza exterior que cuando llego a ser negativa por el 10% del PIB se decía que no importaba, porque estábamos en el euro y eso ya no obligaba a mantener un saldo positivo.
Lo cual implica que si de verdad vamos a ir mejor, es porque la demanda interior sube, lo cual volverá a empeorar la cuenta exterior. Caeteris paribus. A menos que seamos de piñón dijo y aboguemos por seguir contrayendo la demanda hasta que el paro se duplique. No descarto que haya quien piense así.
Si somos una unión monetaria, seamoslo sin reservas. Admitamos que España necesita importar capital durante muchos años para modernizarse y equipararse a Alemania. Que sean los precios de los activos y pasivos y de los bienes y servicios los que se ajusten a la realidad, para que esos activos sean atractivos al prestamista o inversor extranjero.
Pero se ha hecho lo contrario: se ha hecho de España una inversión sospechosa, sobre la que se cierne la duda de que alguna vez pague sus deudas. Se ha vendido el esfuerzo hecho como "lo correcto", lo que es totalmente falso. Ese es el resultado de la política del austerismo, o del sadoausterismo.
Como ven, el crédito cae a una tasa anual de 9%, mucho más intensa que en lo peor de la recesión, 2009 (aunque, ¿por qué seguir diciendo que eso fue lo peor de la recesión? Lo fue para los países que ya están creciendo, pero para ¿Italia, Grecia? Y nosotros, qué? Ya hemos visto aquí que hay fundadas razones para dudar de la Contabilidad Nacional, por lo que no está tan claro que lo peor haya sido en 2009).
En todo caso, si estamos a las puertas de remontar, se tiene que producir un cambio en el crédito. Si el crédito interno sigue cayendo, parece que Krugman tiene razón: en estos momentos lo que domina es un proceso acumulativo de caída de la demanda, alimentado por un estado catatónico del sistema financiero, que al menos debería estar ya contrarrestado por una política adecuada del BCE. Lo que no tiene sentido es decir que somos una unidad monetaria, y luego sostener que la balanza de pagos hay que equilibrarla frente a nuestros socios del euro. Es como decir que Iowa ha de tener un equilibrio comercial con Texas, y Texas con a California, etc. Lo que hay que tener es un equilibrio financiero sostenible, que cubra los desfases comerciales indefinidamente.
Lo cual viene a decir: no somos una unión monetaria; o somos una de cartón piedra, de mentira, mentira que hay que sostener a costa de masoquizarnos.
Si es absurdo decir que somos una unión que tiene que estabilizares comercialmente, se compadece mal este estado del crédito, con ver "brotes verdes" en indicadores reales, sobre todo si para ello hay que taparse un ojo para mirar sólo a lo menos doloroso.
Lo que se ve si no se cierran los ojos, es que lo que ha mejorado ha sido "gracias" a un contracción de la demanda intenta que: ha comprimido las inversiones, ha cortado el capital circulante, ha mandado a la calle a millones de empleados, lo que invita a hacer un balance ruinoso: a cambio de eso, hemos conseguido mejorar circunstancialmente la balanza comercial exterior un poquito. Esa balanza exterior que cuando llego a ser negativa por el 10% del PIB se decía que no importaba, porque estábamos en el euro y eso ya no obligaba a mantener un saldo positivo.
Lo cual implica que si de verdad vamos a ir mejor, es porque la demanda interior sube, lo cual volverá a empeorar la cuenta exterior. Caeteris paribus. A menos que seamos de piñón dijo y aboguemos por seguir contrayendo la demanda hasta que el paro se duplique. No descarto que haya quien piense así.
Si somos una unión monetaria, seamoslo sin reservas. Admitamos que España necesita importar capital durante muchos años para modernizarse y equipararse a Alemania. Que sean los precios de los activos y pasivos y de los bienes y servicios los que se ajusten a la realidad, para que esos activos sean atractivos al prestamista o inversor extranjero.
Pero se ha hecho lo contrario: se ha hecho de España una inversión sospechosa, sobre la que se cierne la duda de que alguna vez pague sus deudas. Se ha vendido el esfuerzo hecho como "lo correcto", lo que es totalmente falso. Ese es el resultado de la política del austerismo, o del sadoausterismo.
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