"How can I know what I think until I read what I write?" – Henry James


There are a few lone voices willing to utter heresy. I am an avid follower of Ilusion Monetaria, a blog by ex-Bank of Spain economist (and monetarist) Miguel Navascues here.
Dr Navascues calls a spade a spade. He exhorts Spain to break free of EMU oppression immediately. (Ambrose Evans-Pritchard)

viernes, 21 de junio de 2013

De nuevo cosas de O y G... Y Pessoa

Ortega y Gasset es incontrolable. Tienes páginas de una agudeza y belleza sin par, y otras que se abaten al suelo como con plomo en las alas. Estos párrafos de "La Rebelión de las Masas" (1930), sobre el significado de Inglaterra en Europa, son de las de guardar. Y paladear. (Dedicado a Cantor, creyente en la UE y el Euro).

“Delante de mí está un periódico donde acabo de leer el relato de las fiestas con que ha celebrado Inglaterra la coronación del nuevo rey. Se dice que desde hace mucho tiempo la monarquía inglesa es una institución meramente simbólica. Esto es verdad, pero diciéndolo así dejamos escapar lo mejor. Porque, en efecto, la monarquía no ejerce en el Imperio británico ninguna función material y palpable. Su papel no es gobernar, ni administrar la justicia, ni mandar el ejército. Mas no por esto es una institución vacía, vacante de servicio. La monarquía en Inglaterra ejerce una función determinadísima y de alta eficacia: la de simbolizar. Por eso el pueblo inglés, con deliberado propósito, ha dado ahora inusitada solemnidad al rito de la coronación. Frente a la turbulencia actual del continente, ha querido afirmar las normas permanentes que regulan su vida. Nos ha dado una lección más. Como siempre, ya que siempre pareció Europa un tropel de pueblos, los continentales, llenos de genio, pero exentos de serenidad, nunca maduros, siempre pueriles, y al fondo, de detrás de ellos, Inglaterra... como la nurse de Europa.

Este es el pueblo que siempre ha llegado antes al porvenir, que se ha anticipado a todos en casi todos los órdenes. Prácticamente deberíamos omitir el casi. Y he aquí que este pueblo nos obliga, con cierta impertinencia del más puro dandismo, a presenciar un vetusto ceremonial y a ver cómo actúan —porque no han dejado nunca de ser actuales— los más viejos y mágicos trabajos de su historia, la corona y el cetro, que entre nosotros rigen sólo al azar de la baraja. El inglés tiene empeño en hacernos constar que su pasado, precisamente porque ha pasado, porque le ha pasado a él sigue existiendo para él. Desde un futuro al cual no hemos llegado, nos muestra la vigencia lozana de su pretérito. Este pueblo circula por todo su tiempo, es verdaderamente señor de sus siglos, que conserva con activa posesión. Y esto es ser un pueblo de hombres: poder hoy seguir en su ayer sin dejar por eso de vivir para el futuro; poder existir en el verdadero presente, ya que el presente es sólo la presencia del pasado y del porvenir, el lugar donde pretérito y futuro efectivamente existen.

Con las fiestas simbólicas de la coronación, Inglaterra ha opuesto, una vez más, al método revolucionario el método de la continuidad, el único que puede evitar en la marcha de las cosas humanas ese aspecto patológico que hace de la historia una lucha ilustre y perenne entre los paralíticos y los epilépticos”.

Ahora, unos párrafos del "Libro del Desasosiego", de Pessoa, de 1930, también. Vean las similitudes de perspectiva, anti colectivista, elitista, pero de diferente estética y con diferentes pesos en los argumentos. En todo caso, ambos respiran la crisis cultural de los treinta. Ninguno hace mención, por supuesto, de la crisis económica.

“Cuando nació la generación a la que pertenezco, encontró al mundo desprovisto de apoyos para quien tuviera cerebro, y al mismo tiempo corazón. El trabajo destructivo de las generaciones anteriores había hecho que el mundo para el que nacimos no tuviese seguridad en el orden religioso, apoyo que ofrecernos en el orden moral, tranquilidad que darnos en el orden político.

Nacimos ya en plena angustia metafísica, en plena angustia moral, en pleno desasosiego político. Ebrias de las fórmulas exteriores, de los meros procesos de la razón y de la ciencia, las generaciones que nos precedieron derrocaron todos los fundamentos de la fe cristiana, porque su crítica bíblica, ascendiendo de la crítica de los textos a la crítica mitológica, redujo los evangelios y la anterior hierografía de los judíos a un montón dudoso de mitos, de leyendas y de mera literatura; y su crítica científica señaló gradualmente los errores, las ingenuidades salvajes de la «ciencia» primitiva de los evangelios; y, al mismo tiempo, la libertad de discusión, que sacó a pública discusión todos los problemas metafísicos, arrastró con ellos a los problemas religiosos donde perteneciesen a la metafísica.

Ebrias de algo, dudoso, a lo que llamaron «positividad», esas generaciones criticaron toda la moral, escudriñaron todas las reglas de vida, y de tal choque de doctrinas sólo quedó la seguridad de ninguna, y el dolor de no existir esa seguridad. Una sociedad indisciplinada así en sus fundamentos culturales no podía, evidentemente, ser otra cosa que víctima, en la política, de esa indisciplina; y así fue como despertamos a un mundo ávido de novedades sociales, y que con alegría iba a la conquista de una libertad que no sabía lo que era, de un progreso que nunca definió.

“Nuestros padres destruyeron alegremente porque vivían en una época que todavía tenía reflejos de la solidez del pasado. Era aquello mismo que destruían lo que prestaba fuerza a la sociedad para que pudiesen destruir sin sentir agrietarse al edificio. Nosotros heredamos la destrucción y sus resultados.”

“En la vida de hoy, el mundo sólo pertenece a los estúpidos, a los insensibles y a los agitados. El derecho a vivir y a triunfar se conquista hoy con los mismos procedimientos con que se conquista el internamiento en un manicomio: la incapacidad de pensar, la amoralidad y la hiperexcitación”.

5 comentarios:

Pablo Bastida Baños dijo...

Me he acordado de que los británicos estuvieron solo 10 años después de que se publicaran esos párrafos a un pelo de que los alemanes, en su búsqueda de "espacio vital", les diesen matarile. Solo les salvaron los americanos, garantizándoles todos los suministros que necesitaran, incluso escoltando los convoyes con sus propios buques de guerra (antes del ataque a Pearl Harbour, este era el escenario que se pensaba más probable para una eventual entrada americana en la guerra: un ataque de submarinos alemanes a un US Ship). Pero los americanos no abrían luchado por los británicos si ellos no hubiesen estado dispuestos a luchar por si mismos. Big question: ¿estamos los españoles dispuestos a luchar contra los alemanes en su nueva guerra de conquista? ¿estamos dispuestos a luchar por algo? No se pegan tiros, pero como en toda guerra que se precie, de ella dependerá nuestro futuro.

www.MiguelNavascues.com dijo...

Pues soy escéptico sobre nuestra disposición a defender lo nuestro, nuestro patrimonio común. Esto esta roto. Ejemplo: yo voy mucho a Cádiz, y es como cruzar la frontera. Se rompe la unidad legal, y por lo taño los derechos cambian. Si eres de Madrid encuentras dificultades enormes para que te atiendan en un hospital de la Junta. Incluso si lo consigues te cobran la factura. Eso le paso a un amigo mío medi que enseñaba su carnet de colegiado y le decían que eso era de Madrid, otro país...

www.MiguelNavascues.com dijo...

Quería decir médico colegiado

Pablo Bastida Baños dijo...

Mejor no hablemos de Andalucía. Especialmente de Cádiz. Escolares de un colegio de Barbate agitando fajos de billetes ante sus profesores al grito de "mira, maehtro, lo que tu gana en zei meze" mientras la clase se desternilla de risa. Todos saben que el fajo es lo que ha ganado en una noche transportando droga desde la inmensa playa hasta los coches de los traficantes. Autobuses enteros dirigiendose a Gibraltar a comprar tabaco para venderlo en La Linea a los contrabandistas... y a Gibraltar otra vez a repetir el proceso. Y en Carnaval, a divertirse que nos lo merecemos. En fin, en todas partes cuecen habas, pero todos no somos así. Cuando vivía en Inglaterra vi también como una gran parte de la sociedad había perdido toda conciencia de vivir en una sociedad y todo concepto de dignidad y autocontrol (por cierto, también celebraron con fiestas callejeras la muerte de su admirada Lady Thatcher). La esperanza, no tenemos derecho a renunciar a ella.

www.MiguelNavascues.com dijo...

Ya, bueno, no hablemos. Andalucía es una mezcla de sabiduría y pereza con falta de dignidad. Nunca han sentido vergüenza de vivir de los demás (del resto de España). Ahora no sólo eso, es que pretenden ser autónomos, cuando viven de sbvenciòn del resto.