... Hay unas luminosas palabras de Allen Buchanan en su Secesión, que quiero traerte:
«Cuando un Estado se resiste a la secesión alegando que eso conlleva una apropiación indebida de parte de su territorio, la base de su reacción se debería entender como la acusación de que los derechos a la propiedad privada de algunos ciudadanos se vulnerarían si se produjese la secesión, y que la toma de cualquier tierra pública que sea parte del territorio que se secesiona también privaría al pueblo, entendido como una comunidad intergeneracional, de aquello que es suyo y que se supone que el Estado debe proteger».
En efecto. Los nacionalistas han conseguido un triunfo evidente al hacer pasar sus planes como el de un enfrentamiento con España. Han conseguido también que su supuesto derecho a decidir se considere una reivindicación democrática, ¡incluso por demócratas! Pero nadie pone nunca negro sobre blanco el fondo infamante e irrevocable de su propósito. Esta apropiación indebida. No contra España. Sino contra sus ciudadanos, incluidos, obviamente, los catalanes. Que el nacionalismo es un robo es una evidencia ontológica. Y que un Estado democrático debe respetar la propiedad privada, también lo es. Las cuatro R contra el referéndum deberían empeñarse en hacer comprender al mundo que sólo se trata de neutralizar a los ladrones. No por cursis, menos ladrones.
Por eso no puede haber solución negociada. Por eso los Zp de turnos deberían callarse, porque nunca comprenderán el fondeo del asunto. No se trata de una reivindicación política más o menos ambigua y sentimental. Se trata de un latrocinio a España. Y no un latrocinio desdeñable.
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