Sala i Martin, figura donde los haya, decía esto al empezar la crisis. ¿Qué le nublaba la vista, ser vicepresidente del Barça?, o su modelización DSGE?:
O sea, ni una. Lo malo es que los argumentos son de lo más vulgares, impropio de un economista de solera.La crisis financiera global ha sembrado el pánico sobre el estado de la economía global. Muchos analistas comparan la situación con la gran depresión de 1929. Se nos recuerdan episodios de inversores lanzándose por las ventanas en Wall Street y colas de norteamericanos hambrientos mendigando por las calles de New York. Incluso mi colega de Columbia, Joe Stiglitz, ha dicho que la caída de Wall Street es al capitalismo lo que la caída del muro de Berlín fue al comunismo. Las palabras de Stiglitz son una gran contribución intelectual al debate, porque demuestran de una vez por todas que la obtención del premio Nobel no vacuna al galardonado contra la capacidad de decir tonterías.
A ver, seamos serios: ni esta crisis financiera representa el final del capitalismo ni estamos ante una nueva gran depresión. La situación actual se parece a la del 29 en dos aspectos esenciales. El primero es que las bolsas han caído. Si. ¿Y qué? Mucha gente ha perdido dinero y eso es triste. Pero e ahí a que se avecine una gran depresión media un abismo. Estadísticamente, los movimientos a corto plazo de las bolsas no reflejan el estado real de la economía, especialmente durante episodios como los actuales, en que los inversores de bolsa han entrado en un estado de histeria que les impide ver las cosas con claridad.
Dicho esto, existen seis grandes diferencias entre la crisis del 1929 y la actual. Primera, en 1929 los depósitos bancarios no estaban asegurados. Cuando empezó la crisis, todas las familias corrieron a buscar sus ahorros a sus bancos. Éstos, lógicamente, no tenían el dinero porque lo habían prestado (ese es, precisamente, su negocio), por lo que devolvieron lo que pudieron y cuando se quedaron sin recursos cerraron las puertas. Millones de americanos perdieron sus ahorros. Nada de eso va a ocurrir en 2008 porque los depósitos están asegurados, precisamente, gracias a la lección de 1929.
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