"How can I know what I think until I read what I write?" – Henry James


There are a few lone voices willing to utter heresy. I am an avid follower of Ilusion Monetaria, a blog by ex-Bank of Spain economist (and monetarist) Miguel Navascues here.
Dr Navascues calls a spade a spade. He exhorts Spain to break free of EMU oppression immediately. (Ambrose Evans-Pritchard)

jueves, 17 de julio de 2014

Reglas monetarias

Nick Rowe tiene un post sobre la Regla de Taylor, que parece que algunos pretenden que sea (re)establecida.

La Regla de Taylor establece el nivel de interés óptimo para el Banco Central en función de dos variables: la inflación actual y la distancia del PIB respecto al potencial. Ningún Banco Central, que yo sepa, se la ha impuesto a sí mismo, ni ningún gobierno ni parlamento a su Banco Central. Lo que pasa es que es normal que el BC se guíe por el nivel de actividad y de precios, por lo que, a posteriori, siempre sale bien.

Rowe protesta contra la confusión de objetivos e instrumentos: el objetivo del Banco Central sólo puede ser la inflación (p el POB nominal), y el tipo de interés el instrumento a su disposición para lograr ese objetivo. Imponer una Regla fija para el tipo de interés sería tomar el rábano por las hojas, en lo que creo que tiene razón.

Taylor presentó la famosa regla como un indicador de lo que hacían los Bancos Centrales, pero con el tiempo pasó a ser, según él, una norma infalible para que el BC no se equivocara. Lo malo es que la regla admite infinitos parámetros, y siempre es posible encontrar una regla que apoye la convicciones más peregrinas. En el sempiterno debate entre Normas versus Discreción, Taylor siempre ha sido uno de los apoyos al batallón de las normas.

Rowe dice que la normas deben estar fijadas en el máximo nivel, por ejemplo, en la tasa de inflación al 2%.

Pero creo que está norma ha fracaso totalmente en la crisis. No hubo inflación, pero sí burbuja, y luego la crisis. Después de ésta, sólo la FED, el BoE, y el BoJ, han preferido hacer políticas heterodoxas. El BCE, política ultraortodoxa. Creo que el fracaso del BCE (por no decir del euro) es estruendoso.

El objetivo de inflación moderada en torno al 2% no evitó la burbuja y la crisis posterior. Su continuación por el BCE ha sido incapaz siquiera de que la economía se moviera hacia una salida de la crisis. Esto es porque la estabilidad de precios no garantiza la estabilidad financiera. Según Minsky, es más, la fomenta, pues la gente se vuelve optimista y acepta más riesgos. Ergo, la norma apacigua el temor al riesgo, u éste no se ve hasta que un evento lo saca a la luz, y, repentinamente, todos lo ven. Es el momento de vender como sea, aunque un día antes era el minero de comprar y endeudarse como sea.

La estabilidad de precios no soluciona eso por una razón: ha sido imposible, hasta ahora meter, en los índices de precios, los precios de los activos.

Como dice Robert Shiller, el problema de fondo es las arraigada creencia de que los mercados financieros son eficientes, y esa crencia se contradice a sí misma, pues incita a confiar en la valoración de los mercados.
"because the belief that markets are always efficient can survive only when some people do not completely believe it and think that they can profit by timing the markets. At the same time, this heightened concern carries dangers, too, because we do not know whether it will lead to a public overreaction on the downside."
En suma, la política monetaria afecta a dos sectores de comportamiento muy diferente, el real y el financiero, no existe una solución única para el objetivo del Banco Central. Y puesto que de nada sirve mantener la inflación muy baja, yo sería partidario que cuando el Sutnami ha pasado y ha arrasado vidas y haciendas, y no queda más que pobreza y deudas, es mejor aumentar el objetivo de inflación, pues éste es favorece la disminución del nivel de deuda./PIB.

ADDENDA: como es lógico, un objetivo fijado en el PIB nominal, como proponen los Market Monetarist, tampoco garantizaría nada contra las burbujas, pues esta no tienen nada que ver con la inflación ni con el PIB real.

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