"How can I know what I think until I read what I write?" – Henry James


There are a few lone voices willing to utter heresy. I am an avid follower of Ilusion Monetaria, a blog by ex-Bank of Spain economist (and monetarist) Miguel Navascues here.
Dr Navascues calls a spade a spade. He exhorts Spain to break free of EMU oppression immediately. (Ambrose Evans-Pritchard)

sábado, 2 de agosto de 2014

Vida de perro

Como dije en otro post, el relato autobiográfico de Salman Rushdie (Memorias de Joseph Anton) es un Rosario de anécdotas sustanciosas de personajes destacados, que pasaron por su vida en los nueve años que estuvo condenado a la pena de muerte por un país de la ONU, Irán, y la gran masa de musulmanes que que querían verle muerto como a un perro. Repitamos esto para quién no vea la gravedad: un ciudadano del siglo XX es condenado a muerte por una nación con plaza el la ONU por escribir un libro. En realidad es mucho más serio: todos estamos condenados a muerte en la mente de miles de millones de musulmanes.

Por cierto, esto me recuerda otra Fatwa de estos días que se está cumpliendo a rajatabla: los cristianos sirios están siendo crucificados por los rebeldes que luchan contra el gobierno; cru-ci-fi-ca-dos. Esos fanáticos que Obama sacó de la Caja de Pandora en la primavera árabe y ahora es incapaz de volver a meter en ella.

Volviendo al libro de Rushdie: algunos personajes se distinguen por su humanidad, otros por ser unos cerdos y unos desalmados sin ningún sentido de la decencia. Por ejemplo, el inefable príncipe de Gales, Carlos de Inglaterra, que demuestra no tener categoría para ser rey. He aquí:

"En The Independent on Sunday lo atacaron desde la derecha y desde la izquierda; el príncipe de Gales dijo de él que era un mal escritor cuya protección salía muy cara, mientras que el periodista de izquierdas Richard Gott, un antiguo simpatizante soviético que finalmente se vio obligado a abandonar The Guardian cuando se demostró que había «aceptado oro rojo», atacó sus opiniones políticas y sus textos «desconectados de la realidad». De pronto sintió, con la fuerza de una epifanía, que lo que había escrito en «De buena fe» era verdad: la libertad siempre se quitaba, nunca se daba. Quizá debía rechazar la protección y vivir su vida sin más. Pero ¿podía llevar consigo a Elizabeth y Zafar a ese arriesgado futuro? ¿No sería eso un acto irresponsable? Hablaría de ello con Elizabeth y también con Clarissa.
Lo que es curioso es ver cuantos personajes que podrían haber hecho algo -siquiera callarse- ponían por delante de sus denuestos que el libro "Versos satánicos" no les había gustado nada. ¡Como si es una mierda: esa no es la cuestión! Otros, que se merecía lo que le pasaba -estar bajo amenaza de muerte por cientos de millones de musulmanes- por haber criticado una religión, su religión, además, por lo que parece ser que un mandatario tiene el derecho de condenarle a muerte sin jucio previo, mientras todo un entramado de naciones pertenecientes a la ONU veïan con aburrimiento quién va ganando la batalla de uno contra millones. Occidente, que nació en la Edad Media, pero se consolidó saliendo del poder eclesial y garantizando al libertad de creencias, Ahora ha permitido que otra religión obligue a doblar la cerviz a toda la sociedad civil.

Y sobre Margareth Thatcher, en un encuentro casual:

"Nunca habría dicho que la Dama de Hierro era una persona tocona. Durante su breve conversación, la antigua primera ministra no paró de manosearlo. Hola, querido, apoyando una mano ligeramente en el dorso de la suya, ¿cómo le va?, empezando a acariciarle el antebrazo, ¿estos hombres tan maravillosos lo cuidan bien?, su mano ahora en el hombro, y él se dijo que más le valía empezar a hablar, antes de que ella pasara a acariciarle la mejilla. «Sí, gracias», respondió, y ella agachó la cabeza en aquel famoso gesto de asentimiento suyo, como un muñeco de cabeza oscilante. Me alegro, me alegro, acariciándole otra vez el brazo, bueno, cuídese, y eso habría sido todo a no ser porque Elizabeth la interrumpió para preguntar, con gran firmeza, qué se proponía hacer el gobierno británico para poner fin a las amenazas. La señora Thatcher pareció sorprenderse levemente al ver que tan duras palabras surgían de la boca de aquella preciosa jovencita, y su cuerpo se tensó. Ay, querida, y ahora fue a Elizabeth a quien acarició, sí, debes de estar muy preocupada por eso, pero me temo que todo seguirá igual hasta que haya un cambio de régimen en Irán. "Elizabeth permaneció furiosa durante el resto de la velada. ¿Eso es todo? ¿Ese es su plan? Pero él pensó en Margaret Thatcher acariciándole el brazo y sonrió."

1 comentario:

Pablo Bastida dijo...

¡BRAVO!