"How can I know what I think until I read what I write?" – Henry James


There are a few lone voices willing to utter heresy. I am an avid follower of Ilusion Monetaria, a blog by ex-Bank of Spain economist (and monetarist) Miguel Navascues here.
Dr Navascues calls a spade a spade. He exhorts Spain to break free of EMU oppression immediately. (Ambrose Evans-Pritchard)

domingo, 12 de octubre de 2014

Del malestar a la revolución

Recomiendo encarecidamente la lectura del artículo de PJ Ramírez hoy, en El Mundo. Es curioso porque es traducción del francés de su conferencia de presentación ante la edición de su libro sobre la Revolución Francesa: quizás por eso el texto sea mucho más terso y directo, sin tantos meandros habituales en el autor. Esclarece algunas claves del porqué en tiempos atribulados se hace fácilmente con el poder el grupo más audaz un sin escrúpulos. 
No estoy de acuerdo con su tesis principal: que las revoluciones la traen las deudas públicas. Las deudas pagables no traen la revolución. Japón tiene la deuda más alta del mundo, y no hay revolución ni visos de haberla.  Como se ve en las columnas F G del cuadro de abajo, las deudas importantes son las privadas, las que realmente impiden que se pongan en marcha el engranaje económico. 
Lo que trae la revolución es la miseria y la desesperanza debida a la inanidad de las autoridades. Lo que trajo la revolución a Europa en los años treinta fue el duro castigo impuesto a las potencias perdedoras de la segunda guerra mundial, la deuda privada, la presión fiscal sobre una economía hundida...que inevitablemente abocaba al estallido social. Si el estallido lo lideró Hitler, fue porque supo ser más hábil e inescrupuloso para hacerse con el poder. 
Aún así, pese esa tesis errónea a la que se dirige PJ Ramírez, imbuido de aire general que se respira aquí, el artículo es recomendable. 
Aunque debe leerse completo, destaco algunos párrafos:
"Mi libro demuestra que hasta que en abril de 1793 las secciones más radicales de París elaboraron la lista de 22 diputados moderados que debían ser expulsados de la Convención por no votar de acuerdo con los deseos «del pueblo», nadie denominaba girondinos sino a los diputados de la Gironde. Fue el hecho de que 4 de los 22 tuvieran ese origen lo que permitió marcar con el mismo hierro a los demás.
Lo que planteo no es una mera cuestión semántica. Los jacobinos controlaban una maquinaria propia de un moderno partido político. Tenían una sede central -la de la rue Saint-Honoré- con delegaciones en todas las ciudades importantes. Tenían un grupo parlamentario: la Montaña. Tenían un líder: Robespierre. Tenían una administración afín: la de la Comuna de París. Incluso una fuerza armada: la guardia nacional de las secciones revolucionarias.
Enfrente no existía nada equivalente. Sólo un archipiélago de personalidades que habían votado de manera diferente ante la cuestión clave de la muerte del Rey, que en algunos casos ni siquiera se relacionaban entre sí y cuyo único denominador común era oponerse a las pretensiones de los jacobinos de monopolizar la Revolución. No es cierto como pretende Soboul que «la Montaña se había definido poco a poco por oposición a la Gironda», sino más bien que la Montaña -autodefinida ya desde la Asamblea Legislativa- había inventado a la Gironda para tener un enemigo al que oponerse, un chivo expiatorio contra el que canalizar las frustraciones colectivas y un traidor imaginario al que destruir. Una coartada en suma para hacer una demostración de fuerza que le permitiera someter a la mayoría desorganizada de la Convención; al principio por el temor, después por el Terror.
 ...Por eso lo que se vivió aquel primer domingo de junio en París no fue una «jornada revolucionaria» más -hay historiadores que todo lo blanquean con este eufemismo- sino un auténtico golpe de Estado, pues fue desde dentro de la estructura del Estado -la Comuna y el Departamento de París, la propia Convención- desde donde se fraguó la sublevación que convirtió a la mayoría en esclava de la minoría.
Es el modelo que copiaron los bolcheviques y que durante dos siglos han venido reproduciendo militares golpistas en todo el mundo. Sus coartadas también se parecen a las de 1793 pues siempre hay un enemigo exterior que amenaza las fronteras, siempre hay traidores como Dumouriez, siempre hay condiciones de pobreza como las que soportaban los sans culottes, siempre hay gobiernos incompetentes capaces de locuras como la incontinente impresión de los asignados, siempre hay personajes que necesitan radicalizarse para tapar su corrupción como ocurría con Danton, siempre hay apóstoles de la violencia como Marat y fanáticos de la virtud como Robespierre.
 Ahora que se publica esta edición francesa, la tercera fuerza política en intención de voto en mi país, Podemos, justifica la utilidad histórica de la guillotina, ensalza a Robespierre y Marat y propone medidas económicas similares a las que sirvieron a los jacobinos para cavar su propia tumba. Su líder Pablo Iglesias participa en los programas de televisión rodeado de la misma mística que acompañaba las apariciones del Incorruptible en el club de la calle Saint-Honoré. En lugar de una peluca empolvada exhibe una larga coleta y una cuidada barba que impactan especialmente en el electorado femenino. Habla sin levantar la voz pero actúa, como el diputado de Arras, como si estuviera subido sobre un púlpito.
...No deja de ser significativo que mientras en Francia el descontento se canaliza a través del Frente Nacional en España suceda a través de Podemos. De nuevo en la Historia la extrema derecha confluye con la extrema izquierda en la enmienda a la totalidad al sistema. Ambas se alimentan de la corrupción de la casta dominante y ahí está como último ejemplo el escándalo de las tarjetas de crédito opacas que casi cien altos cargos utilizaban en un banco salvado con dinero público como Caja Madrid. Su descubrimiento ha causado a los españoles la misma indignación que causó a los franceses el descubrimiento del libro de tapas rojas en el que Luis XVI apuntaba las asignaciones secretas a sus cortesanos."

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