"How can I know what I think until I read what I write?" – Henry James


There are a few lone voices willing to utter heresy. I am an avid follower of Ilusion Monetaria, a blog by ex-Bank of Spain economist (and monetarist) Miguel Navascues here.
Dr Navascues calls a spade a spade. He exhorts Spain to break free of EMU oppression immediately. (Ambrose Evans-Pritchard)

jueves, 29 de enero de 2015

Burbujas con alcohol

Es conocida la opinión de Keynes de que los gobernantes y demás gente de elite están gobernados, poseídos, o limitados por las ideas expresadas muy anteriormente por alguien desconocido. En economía, dice, son esclavos de un economista difunto. 
Brad Delong recomienda encarecidamente el libro de Barry Eichengrenn "Hall of Mirrors", y estoy totalmente de acuerdo. Estoy leyendo a mata caballo ese libro, a ver sí consigo un día rellenar los enormes agujeros que tengo sobre la historia de la Gran Depresión que pueden ilustrar sobra nuestra ya larga Gran Recesión. Lo que sigue a continuación es un breve resumen, muy subjetivo, de lo que cuenta Eichengreen en su libro.
Porque lo que yo tenía como canon de la GD era el libro clásico de Milron Friedman & al, "Historia monetaria de EEUU", que al final resulta incompleta y en muchos puntos errónea. Friedmam apenas menciona el papel crucial que tuvo la vuelta al patrón oro en la mayor crisis vista hasta estos días (aunque con un poco de suerte podríamos ver una au peor). No sólo eso, sino que en torno a la vuelta del patrón oro se desarrollan una serie de estrategias totalmente erróneas y perversas, aunque algunas muy bien intencionadas. Por ejemplo, el empeño de Strong, el presidente de la FED de a Nueva York, en ayudar a Gran Bretaña a volver al Patrón oro a su paridad de antes de la Gran Guerra.

Pero vayamos, aunque muy someramente, por orden cronológico, porque la historia son hechos que se disparan unos a otros con consecuencias que nunca se piensan y menos se desean por los grandes actores de la historia, que creen actuar con al mejor de las intenciones.

Empecemos por La Paz de Versailles, 1919, que pone fin a la Primera Guerra Mundial. Los vendedores, especialmente Francia, que ha sido arrasada y espoliada por Alemania, desea una indemnizaciones de guerra no sólo por venganza, sino para poder pagar la reconstrucción de su país, cuya zona norte ha quedado como un inmenso cráter.

Contra la opinión de Keynes (que participa como miembro de la delegación británica), se imponen unas sanciones a Alemania del 400% del PIB. Los países vencedores esperan así recobrar algo de sus gastos de guerra: Gran Bretaña de Francia, una vez descontados los coste de reconstrucción, EEUU a su vez de Gran Bretaña y de Francia... Y todos de la vaca Alemana, que obviamente no tenía tanta leche.

Obviamente, la cosa no funciona porque el primer eslabón es incapaz de producir la renta suficiente para pagar a su pueblo lo suficiente para producir un excedente tan grande.

Pero Francia, además de no recibir los pagos esperados, ha empezado la reconstrucción endeudándose a cuenta de esos ingresos diferidos. Como no logra colocar deuda a largo suficiente, y no puede subir los impuestos a un país en ruina, se nutre directamente del Banco de Francia. La inflación alcanza el 36% anual y las clases más indefensas se ve arruinadas. Hay sucesivos turnos de gobiernos de derechas y de izquierdas que no consiguen imponer un solución definitiva. En 1927 no se le ocurre otra cosa que invadir la zona más productiva de Alemania, el Rür, para gestionarlo ella misma. Eso también es un fracaso porque los alemanes no colaboraron: hicieron la resistencia pasiva.

Todas estas políticas de monetización de deuda habían llevado a una inestabilidad inflacionista. Europa no tenía recursos suficientes para la reconstrucción y cumplir los vencimientos.

Hacia 1922 se empieza a formar una opinión creciente de que sólo la vuela del patrón oro devolvería la estabilidad necesaria. Y aquí es donde entra la extraña historia de amistad entre dos hombres que, sin saberlo, iban a influir en el curso de la historia para torcerla singularmente. Strong era la cabeza visible del sistema de la Reserva Federal, recién fundado en 1913 para evitar las crisis del sistema de banca libre que hasta entonces había sido habitual. Montague era el gobernador del Banco de Inglaterra, y estaba firmemente convencido que Gran Bretaña debería volver a ser el centro financiero mundial, para lo que nada mejor que volver al Patrón Oro y a la partidas se antes de la guerra, de 4,86 $/£.

Un idea descabellada y una paridad alucinatoria, pues la economía británica no era ya la potencia que había sido. Sus mano de obra era la más sindicalizada, y los salarios había subido mucho, en un país de decreciente productividad.

Si no hubiese sido por Strong, empeñado en ayuda a su amigo Montague en meter a la libra en el oro, posiblemente no hubiera pasado esto de un sueño incumplido. Pero Strong se sentía fuerte, EEUU era la economía que más crecía, y no se le ocurrió otra cosa que bajar los tipos de interés de EEUU para que los capitales y el oro fluyeran de EEUU hacia Gran Bretaña. De esa manera pensaba reforzar la situación del Banco de Inglaterra y de su amigo.

Pero la cosa no funcionó demasiado bien. En EEUU la demanda interna se desbordó, por los bajos tipos de interés de la FED, mientras que la situación monetaria británica se vio torpedeada por Alemania y Francia de una manera un tanto artera.

Cuando Francia y Alemania lograron acabar con la inflación (1924-27), sus tipos de cambio se habían devaluado lo suficiente como para entrar en el oro. Además, ambos países estaban recibiendo ayuda de EEUU, en donde Strong había logrado poner de moda invertir en bonos públicos extranjeros, lo cual desarrolló casas financieras especializadas en colocar tal tipo de producto entre la gente. La diferencia de rentabilidad era tan grande, que los americanos se lanzaron a comprarlos.

Los banos centrales de Francia y Alemania, gobernados por dos fanáticos de la antiinflación, empezaron a acumular oro que le compraban al Banco de Inglaterra con las Libras que habían ingresado gracias a los bonos americanos y a las exportaciones impulsadas por la fuerte devaluación previa del marco y el franco. Así, mientras Francia y Alemania reforzaban su posición de oro, Gran Bretaña se veía desposedia de ella y Montague no tuvo más remedio que subir los tipos de interés para frenar las fuga de oro.

Un remedio ciertamente muy perjudicial para la economía interna británica, que había entrado en el oro a un tipo irracional, desalineado totalmente con el nivel de salarios internos/externos. Montague se quejó a Strong, que decidió que "hablando se entiende la gente", y montó una reunión a cuatro, para convencer al presidente del Reichbank y del Banco de Francia que fueran más sensibles con Gran Bretaña. La reunión fue un fiasco total. Strong no consiguió reunir a los otros tres banqueros en la misma habitación a la vez. Por lo que, con su empecinamiento habitual, volvió a bajar los tipos de EEUU para incentivar las salidas de oro hacia Gran Bretaña.

EEUU tuvo una burbuja inmobiliaria y bursátil creciente gracias a Strong (The roaring Twenties") el "amigo americano" de Montague. Gran Bretaña no levantó cabeza hasta que se salió del patrón oro, en 1928. Alemania mientras estaba acumulando oro que seguro que luego Hitler utilizó para el rearme, aparte del que confiscó de Austria cuando la anexionó. Entre ambos países, pero sobre todo Francia, estaban secando las reservas del oro del resto del mundo, lo que hizo aumentar los tipos de interés en los países más débiles.

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