Hoy hemos asistido a uno de esos acontecimientos que se dan muy pocas veces en la vida. El Barcelona FC, más conocido simpáticamente como Barça, ha tenido el noble gesto de jugar un partido de football, a título benéfico, en un conocido penal de Madrid, llamado popularmente el Calderonazo.
Es unos de estos eventos que ennoblecen el corazón de los que lo protagonizan, sin duda, pero también del que asiste a ellos con el corazón estrujado de emoción, noble emoción. Uno no sabe si admirar más el gesto de bajar del pedestal de uno, o la enorme ilusión que ponía los "chicos" en cada patada que le arreaban al rival.
El Barça, por eso de la profesionalidad de la que hace (excesiva) gala, se ha empeñado en ganar el partido, y ahí ha pecado pelín de orgulloso y prepotente, porque los "chicos", todos con penas de larga data, tenía la ilusión de ganar: incluso les habían dicho al oído que el árbitro haría lo posible. Pero el Barça, un equipo de jugadores demasiado soberbios, no quiso entrar en la componenda, y ahí casi acaba pagando los platos rotos.
Porque, claro, los "chicos" no han podido ver impertérritos como les robaban el partido (al final siempre les roban muchos partidos, o eso dicen) y han entrado a matar como si las piernas fueran guadañas, como si se tratara del rival de siempre, "chicos" contra guardias (con lo que ya están aburridos de jugar), lo que no ha gustado al trencilla, que ha expulsado a dos, y eso que se ha hecho el loco y no a visto cómo un "chico", llamado el "turco" casi le vuela la cabeza de un botazo al linier. Aunque lo ha visto todo el mundo, millones de seres, todos han comprendido que ha sido una ofuscación y seguramente no le meterán en aislamiento. En estas ocasiones se tiene el lagrimal fácil y la ternura a flor de piel.
Bueno, pero estos son cosas que pasan normalmemte en estos ámbitos nobles, aunque brutos, y al final los equipos se han abrazado y se han hecho carantoñas; pelillos a la mar, que total unos quería salir vivos de ahí, y a los otros les había llegado la hora de cenar. Mientras lo hacían, han visto las jugadas repetidas, y se han reído mogollón de cómo salían por los aires los señoritos del Barça cada vez que alguno de los chicos era regateado por esos dandis de culo apretao.
Muy bien, un espectáculo edificante para niños y jóvenes, que las autoridades siempre están al loro de regalarnos, para mejorar la educación de nuestros alevines. España otra cosa no, pero edificación moral, somos los number one.
Es unos de estos eventos que ennoblecen el corazón de los que lo protagonizan, sin duda, pero también del que asiste a ellos con el corazón estrujado de emoción, noble emoción. Uno no sabe si admirar más el gesto de bajar del pedestal de uno, o la enorme ilusión que ponía los "chicos" en cada patada que le arreaban al rival.
El Barça, por eso de la profesionalidad de la que hace (excesiva) gala, se ha empeñado en ganar el partido, y ahí ha pecado pelín de orgulloso y prepotente, porque los "chicos", todos con penas de larga data, tenía la ilusión de ganar: incluso les habían dicho al oído que el árbitro haría lo posible. Pero el Barça, un equipo de jugadores demasiado soberbios, no quiso entrar en la componenda, y ahí casi acaba pagando los platos rotos.
Porque, claro, los "chicos" no han podido ver impertérritos como les robaban el partido (al final siempre les roban muchos partidos, o eso dicen) y han entrado a matar como si las piernas fueran guadañas, como si se tratara del rival de siempre, "chicos" contra guardias (con lo que ya están aburridos de jugar), lo que no ha gustado al trencilla, que ha expulsado a dos, y eso que se ha hecho el loco y no a visto cómo un "chico", llamado el "turco" casi le vuela la cabeza de un botazo al linier. Aunque lo ha visto todo el mundo, millones de seres, todos han comprendido que ha sido una ofuscación y seguramente no le meterán en aislamiento. En estas ocasiones se tiene el lagrimal fácil y la ternura a flor de piel.
Bueno, pero estos son cosas que pasan normalmemte en estos ámbitos nobles, aunque brutos, y al final los equipos se han abrazado y se han hecho carantoñas; pelillos a la mar, que total unos quería salir vivos de ahí, y a los otros les había llegado la hora de cenar. Mientras lo hacían, han visto las jugadas repetidas, y se han reído mogollón de cómo salían por los aires los señoritos del Barça cada vez que alguno de los chicos era regateado por esos dandis de culo apretao.
Muy bien, un espectáculo edificante para niños y jóvenes, que las autoridades siempre están al loro de regalarnos, para mejorar la educación de nuestros alevines. España otra cosa no, pero edificación moral, somos los number one.
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