El estado de la nación menguante

Creo un día de estos toca el debate sobre el Estado de La Nación. Mejor dicho, el debate sobre el estado de la nación. Por lo que más quieran, no se lo pierdan. Dios se lo agradecerá. Es posible que sea el último que se celebra en España, pues como dice el chiste de Gallego&Rey, deberia llamarse el debate sobre estado de la poción.

Apretemos las filas, pues, para ver vía plasma cómo se comen lo poco que queda ya de de la a Porción. Rajoy hablará de una nación engrandecida gracias a él, y Pedro Sánchez, el Breve, le negará con énfasis la recuperación.

Rajoy es un vasallo de Merkel. Estamos en un nuevo feudalismo, pero con los feudos han crecido de tamaño. Hay democracia en los feudos locales, pero no tienen soberanía, pues toda ha sido traspasada a Merkel, a la que debemos todo lo que era nuestro. En España hay además unos feuditos con problemas freudianos de identidad.

El vasallaje exige un tercer grado de obediencia ignacianiano (leer "Ejercicios Espiriuales" de san Ignacio), y en eso se ha convertido la España oficial y sus aledaños: un inmenso cortejo de alabanza al euro, la pieza de sometimiento de Merkel. No sólo los altos cargos, sino una larga ristra de mediocres de medio pelo, rezan con el culo en pompa de cara hacia el norte, donde se supone que está depositado el euro. Por lo tanto, no esperen ningúna mención al euro en el Solemne Estado de la Nación, pues las huestes que se atreven a criticar el euro están fuera, son los descamisados. Les "san culotte", los desarrapados.

Trepidante de expectación estará don Garicano, la nueva estrella fulgurante de la economía y la política, que no podrá intervenir por no tener acta, pero bien que le gustaría opinar sobre el estado de la Nación, que él, un día, quiso convertir en juguete roto. Y hace bien poco. En la columna de John Müller leemos este sabroso recordatorio:

Todavía quedan balas sin disparar contra Garicano. Escribía Lucía Méndez ayer en este diario que «el presidente del Gobierno está sumamente molesto con el economista». Ignoro si Rajoy se ocupa de elegir con quien molestarse o le sucede como con el rescate de España, pero lo cierto es que hay una pieza de la hemeroteca que con toda seguridad será aireada los próximos días: el artículo que Garicano firmó en solitario en el Financial Times el 5 de noviembre de 2014, cuatro días antes del simulacro de referéndum de Artur Mas. Ahí decía que Rajoy debía hacerse elharakiri ("caer sobre su propia espada") y marcharse por no saber tratar con Cataluña. Garicano proponía que Sáenz de Santamaría le sustituyera para "transformar a España en un estado multinacional con un creciente reconocimiento de la identidad catalana (y vasca)". En Moncloa les parece que eso será difícil de explicar a los votantes de Ciudadanos.

Y en este artículo de 202, en el que se le varía la baba con el Ordnung (el orden institucional alemán) decía lo siguiente:

"En los próximos meses continuaremos viendo las consecuencias de la visión alemana del Ordnung. A Grecia no se la va a rescatar más, y con muy alta probabilidad, va a salir del euro antes de fin de año. Si esta salida se produce, va a haber una ventana de oportunidad para que España sea rescatada de forma definitiva, una vez que la canciller Merkel haya mostrado que nadie está aprovechándose de Alemania. España debe demostrar que puede poner su casa en orden, que puede tomar las medidas necesarias, no chapuzas a corto plazo de hoy quito deducción por vivienda y mañana la pongo, hoy subo el impuesto sobre la renta por dos años y reniego del IVA que subo luego, hoy uso 40.000 millones que tenía para rescate financiero para rescatar al Estado, hoy intervengo a Bankia… ¡ah, no, perdón, si no tengo dinero! No. España debe usar esa ventana para conseguir un acuerdo que asegure la financiación, la estabilidad y el orden en la economía española. Sí, Ordnung muss zein(tiene que haber un sistema ordenado) también en España. En particular, un sistema de ordenación territorial sostenible y racional (no necesariamente más centralizado) sin el que España no es viable. La alternativa, como hemos escrito en el pasado Jesús Fernández-Villaverde, Tano Santos y yo, es volver a la España de los cincuenta.

¿Qué tiene que decir a eso Alberto Rivera? Será Garicano un caballo de Troya para dar el golpe definitivo a la integridad nacional? Es realmente el felpudillo de Merkel? Interesantes cuestiones que iremos desvelando don el tiempo.

Estoy lleno de optimismo. Si estos ilustrados afrancesados germanófilos no han conseguido romper España, es que es indestructible.