"How can I know what I think until I read what I write?" – Henry James


There are a few lone voices willing to utter heresy. I am an avid follower of Ilusion Monetaria, a blog by ex-Bank of Spain economist (and monetarist) Miguel Navascues here.
Dr Navascues calls a spade a spade. He exhorts Spain to break free of EMU oppression immediately. (Ambrose Evans-Pritchard)

domingo, 26 de abril de 2015

Conmoción

Millones de páginas de historia no alcanzan a hacer sentir la tragedia interior de un ser humano ante la pesadilla del Terror. Todas las miles de páginas que he leído de la historia del siglo XX no pueden transmitir el dolor, la sensación de muerte en el alma, de entrar en un túnel negro sin luz, como el breve diario de la judía Hélene Berr durante la ocupación nazi de Francia.
Primero la estrella amarilla, que se le convierte en un calvario ante las reacciones de la gente y de los amigos. Luego la detención de su padre (por no llevar bien cosida la estrella), al que no volverá a ver jamás, trasladado al campo de concentración de Drancy (nombre terrible en a otra historia de Francia, la no oficial), y luego a Auswitch.
Ver como, poco a poco, van desapareciendo familiares, conocidos, succionados por lo incalificable, sabiendo que es para siempre, sabiendo que vendrán a por .
Un digno paseante, el único, saluda a Hélene Berr en la calle diciendo: "Un católico francés la saluda!" (Ese hombre loco, ese pequeño gran hombre, con su cruz de Lorena en la solapa, anónimo, ¡qué cosa! gente así es la que merece el cielo).
La historia no puede hacer la cuenta del dolor humano. Es imposible. No es cuantificable, el dolor, que se va fundiendo incesantemente en una masa informe que solo Dios conoce. Esa contabilidad no existe ni existirá, pues nadie es capaz de hacerla. Quizás por eso el universo es tan grande, inimaginablemente grande, para que quepa todo el dolor producido por los humanos a sus congéneres.
 

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