"How can I know what I think until I read what I write?" – Henry James


There are a few lone voices willing to utter heresy. I am an avid follower of Ilusion Monetaria, a blog by ex-Bank of Spain economist (and monetarist) Miguel Navascues here.
Dr Navascues calls a spade a spade. He exhorts Spain to break free of EMU oppression immediately. (Ambrose Evans-Pritchard)

jueves, 6 de agosto de 2015

La renta invisible de la unidad política

Hay una encuesta del CIS sobre intención de voto. Uno de los titulares (Mundo) dice que "vuelve el bipartidismo".
 
Esto es una milonga de verano. Un desideratum debido al calor y al los hielos del whisky, que le restan lucidez al líquido ambarino. El bipartidismo no volverá nunca más. El bipartidismo imperfecto era un sistema estable entre dos partidos grandes, y otros dos o tres muy pequeños, que intentaban pescar algo en la aguas revueltas del parlamento. Los que más sacaron de eso fueron partidos autonómicos que sumaban escasos votos, pero de una importancia crucial en el margen. Es decir, que un voto, podía cambiar de la nada al todo el poder de unos presupuestos.

Ahora ya ni existe eso, porque los grandes partidos no solo han menguado de peso, sino que además, sus propios barones regionales hacen de su capa un sayo. La partitocracia todopoderosa ha dejado de existir. Las pocas ventajas que tenía -su poder centralizado - han sido borradas por el cáncer de sus barones autonómicos. Lo mismo pasa en un partido que en otro, en el PP que en Podemos.
Así que las apreciaciones sobre el futuro marco político son harto inciertas. Se sabe la que no habrán un partido con mayoría absoluta. Sabemos, además, que uno de los grandes, el PSOE, está algo desorientado. Podemos tiene guerras internas apenas disimuladas.
 
Estos son los "tres grandes". Quién lo diría. De la suma de estos partidos de dos en dos no veo ninguna combinación prometedora de estabilidad y progreso. Más bien una jaula de grillos que los barones debilitarán.
 
Luego está C's, que es cuarto en Intención de voto. Se me antoja que su única posibilidad es un pacto con el primero, que no sabemos quién será. Una coalición así suma menos que una mayoría absoluta de un solo partido. Pero seguimos soñando que la fragmentación es buena. El que dice eso no tiene ni puta idea de la historia de este país.
 
Precisamente la historia de este país está luctuosamente marcada por la debilidad del gobierno legítimo, por la dislocación de las fuerzas más representativas, y por el afán de exclusión de una a la otra. La historia de la Restauradion y la República es rica en muestras cainitas letales para el país, pero no voy a extenderme en ellas. Baste decir que la República, los republicanos que la habían traído, dieron un golpe de estado contra la misma República que ellos habían diseñado, porque era "demasiado burguesa", y además el pueblo había votado a la derecha en el 33.
 
En España siempre ha sido dinamita la distancia insalvable entre las principales fuerzas. Se creyó ingenuamente que la Constitución de 1978 acababa con eso. Se creyó que si incluía incluso al comunismo en el juego democrático, y a nacionalismos moderados, seria por fin la definitiva.
 
Todo ha saltado por los aires. La Constitución se conculca en muchos sitios. El gobierno no ha sido capa de corregir esos desvíos, incluso a veces los ha alentado (Zapatero) o sigue alentándolos (Pedro Sánchez), aunque los independentistas del 27 de sep pasen olímpicamente. Se sigue creyendo que es de izquierdas ser independerista.
 
El nuevo gobierno de la selección de diciembre se va a encontrar con una región declarada independiente. Si el gobiernos incumbente actual le da por no hacer nada más que declarar que eso es ilegal, el nuevo gobierno no va a tener más remedio que negociar con los sublevados -que no sé si querrán-, la cesión de una fiscalidad a la vasca y otras minucias, que no sonarán desagradables para los no independentistas.
 
Esto romperá definitivamente la caja común, en la que querrán meter mano las demás baronías, pero no habrá para todos. Alguien se va a comer los mocos: Todos. Empezando por esas regiones que no han querido reconocer que vivían de la mendicidad del resto, como Extremadura, como Andalucía, Canarias, pero que también, insensatamente, han jugado al particularismo y a tirar de la cuerda. Lo que reciben del resto de España se lo tendrán que repartir las regiones excedentes que queden, Madrid, Baleares, Valencia, que se resistirán. Los flujos de dinero público que mantenían un escenario decoroso para el Turismo, y unos servicios sociales de país desarrollado, se vendrán abajo. Desde luego que las regiones donantes exigirán administrar ellos esos fondos, lo que acabará con el abuso de poder de esas regiones ficticias.
 
Al final el bajón será general. Todos saldremos perdiendo, obviamente, porque hay una renta invisible, pero poderosa, de la unidad política y de mercado, que se secará. Esa renta fundamental en cualquier nación, los españoles no son capaces de verla. Su pérdida se notara vivamente en el nivel de bienestar.
 

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