"How can I know what I think until I read what I write?" – Henry James


There are a few lone voices willing to utter heresy. I am an avid follower of Ilusion Monetaria, a blog by ex-Bank of Spain economist (and monetarist) Miguel Navascues here.
Dr Navascues calls a spade a spade. He exhorts Spain to break free of EMU oppression immediately. (Ambrose Evans-Pritchard)

jueves, 24 de septiembre de 2015

¡Olvídense de las putas balanzas fiscales! es una farsa!

Pablo Bastida, siempre al loro, nos manda dos artículos realmente finos sobre nuestro problema catalán.
 
Uno es el de Benito Arruñada y Víctor Lapuente, en Project Syndicate, realmente acertado, del que destaco:

Claramente, hay otros factores en juego en el separatismo catalán. Bajo motivaciones aparentemente pragmáticas se encuentra la dudosa búsqueda de rentas por el grupo que Samuel Coleridge llamó la "clerecía" —quienes viven de crear, preservar y difundir la cultura nacional. De hecho, es este grupo, y no la burguesía o el proletariado radical, el que en el pasado también lideró los esfuerzos para lograr la independencia catalana.

Sin duda, toda sociedad moderna necesita una clerecía reflexiva. Pero este grupo tiene sus propios intereses. Como ha señalado la economista e historiadora Deirdre McCloskey, mientras que la burguesía sustenta económicamente a la clerecía, en tiempos de crisis la clerecía tiende a promover fantasías anti-burguesas, desde el nacionalismo al comunismo.

El autogobierno ha sido altamente provechoso para la clerecía catalana, pues ha subvencionado la difusión de todo tipo de creencias, como un glorioso pasado en Cataluña antes de ser "conquistada" por España. Igualmente, ha alimentado la visión de un futuro independiente como la "Dinamarca del Mediterráneo".

Décadas de control sobre los presupuestos de educación y cultura han producido una clerecía formidable, integrada por legiones de apparatchiks políticos, funcionarios, escritores, académicos, docentes, trabajadores de ONGs, periodistas, y productores de televisión, entre otros. Muchos de ellos vieron las políticas de austeridad y liberalización adoptadas por Madrid (pero generalmente dictadas por la UE) como una amenaza contra su medio de vida.

Cualquiera que sea el resultado del actual proceso secesionista, la clerecía no perderá. En una Cataluña independiente, obtendrían altos cargos en el nuevo gobierno. Si el proceso encalla, la mayoría retendrá sus blindados trabajos en el sector público. Y si se alcanza un compromiso de "tercera vía" que expanda la autonomía catalana, los subsidios a los medios de comunicación y a las actividades culturales quedarán a salvo de las políticas de austeridad. Esto facilitará que la clerecía pueda organizar un nuevo reto soberanista en un futuro próximo.

Para los demás catalanes, sin embargo, las relaciones turbulentas con el resto de España generan una grave incertidumbre. Muchas de sus inversiones, ingresos, o trabajos dependen de clientes, proveedores y empleadores situados en el resto de España. En otras palabras, el reto soberanista crea claros ganadores y perdedores dentro de la sociedad catalana.

Esta situación no es nueva. El historiador John Elliott describe el papel de la clerecía catalana al fomentar la rebelión contra la corona española en 1640. Sólo cuando la situación se les fue de las manos, nobles y mercaderes catalanes se dieron cuenta de que era peor el remedio que la enfermedad. De forma parecida, en dos ocasiones durante el siglo XX la burguesía industrial catalana acabó apoyando soluciones autoritarias en España como respuesta a la radicalización de la clerecía catalana.

Entonces, como ahora, el conflicto real en Cataluña se da entre quienes se ganan la vida vendiendo bienes y quienes se la ganan vendiendo ilusiones.

Read more at https://www.project-syndicate.org/commentary/catalonia-independence-election-by-benito-arrunada-and-victor-lapuente-gine-2015-09/spanish#FipqIgCRVjwkekEF.99

El otro, que enlaza con esa teoría de la Clerecía, es de García Domiguez, siempre explosivo pero acertado, del cual destaco:
 

"Un genuino patricio de la burguesía catalana no puede dejar de ver con una mezcla de espanto y horror a tipos como Junqueras o como Tardà. Por no hablar de las monjas iluminadas por la estelada o de esa greñosa muchachada alegre y combativa de las CUP, que podría tener la llave de la guillotina si Mas no consuma la mayoría absoluta el domingo. En las antípodas de refinados cosmopolitismo burgueses, CDC encarna, y hoy mucho más que nunca, la genuina esencia sociológica del catalanismo político. La esencia de un conglomerado interclasista que incorpora rasgos más cercanos a un movimiento indigenista que a cualquier otra cosa.

La Lliga nació para defender los intereses proteccionistas de la gran industria catalana frente a las tentaciones librecambistas del poder central. Convergencia, en cambio, fue creada para implantar la hegemonía absoluta de lo que algunos han llamado la clerecía hasta en el último rincón de Cataluña. Ese muy heterogéneo consorcio de intereses que acoge desde el modesto profesor de catalán que complementa sus rentas con cursillos de normalización lingüística, pasando por los periodistas militantes que sirven a la causa a un tanto alzado la pieza; por los artistas innúmeros de la farándula subvencionada; por las multitudes de académicos, ensayistas e historiadores volcados la fabricación al por mayor del relato patriótico.

Por los gestores profesionales de las mil entidades agitativas de la llamada sociedad civil que amamanta la Generalitat todos los meses con cargo al presupuesto; por los representantes de esa miríada de afanes corporativos vinculados a la demanda institucional de sus productos y servicios, desde los contratistas de obra pública hasta los gestores la sanidad concertada o del comercio regulado; por los líderes sindicales generosamente pensionados por el poder autonómico con dietas y regalías varias; por el señor obispo de Solsona, que anda soñando ya con la embajada catalana ante el Vaticano. Et caetera. Rásquese un poco bajo el espeso barniz de la eterna cantinela victimista y aparecerá cruda la realidad: prosaicos e inconfesables intereses gremiales de las fuerzas vivas del país petit. Apenas eso. De la burguesía, ni rastro."

Es decir, ¡olvídense de las PUTAS balanzas fiscales! ¡No tienen nada que ver en esta historia de locos! Esto no es una historia de agravios económicos! Los que claman una tercera vía, una compensación, son unos mentecatos!
 

2 comentarios:

Miguel E. dijo...

Creo que ya lo dije una vez. Uno de las enseñanzas más importantes del Marketing avanzado es el funcionamiento básico de la mente del consumidor:

-creencias basadas en argumentos racionales; se cambian o combaten con argumentos racionales (un Porsche es caro; sí, pero porque tiene unas prestaciones excepcionalmente buenas).
-creencias basadas en argumentos emocionales; se combaten con el mismo tipo de argumentos (con un BMW se liga; con un Porsche se liga más porque te hace parecer más joven).

Conclusión; si la independencia es el Paraísono puedes cambiar esa creencia diciendo que no se ajusta a Derecho! !!

Había que haber hecho una labor pedagógica de amor a España, moviendo las emociones de la gente (juntos somos un país mejor, los riñones de unos ayudan a otros por el mejor sistema de transplantes del mundo, etc.).

Ya es tarde. Cataluña se irá.

Espero que se acabe o se limite el Estado de las autonomías también.

www.MiguelNavascues.com dijo...

Sí, así es. Yo es que estoy hasta las trancas de las balanzas fiscales. Hasta Borrell, que no es tonto (aunque él se cree mas listo de lo que es) habla de las balanzas fiscales ¡para demostrar que no es para tanto! Claro, es que es una falacia. En todas las naciones hay regiones ricas y pobres, y estas reciben más de lo que producen, porque hay un sistema fiscal redistributivo. Y aunque fuera proporcional, pasaría igual.
Puedes discutir si es eficiente o no, pero no culparle de que las regiones ricas no tenga una renta peoporcional a lo que aportan. El que hizo la pregunta pertinente fue el de la BBC, cuando le dijo a Romeva que si estaba orgulloso de querer irse de España para aportar menos a los pobres...