"How can I know what I think until I read what I write?" – Henry James


There are a few lone voices willing to utter heresy. I am an avid follower of Ilusion Monetaria, a blog by ex-Bank of Spain economist (and monetarist) Miguel Navascues here.
Dr Navascues calls a spade a spade. He exhorts Spain to break free of EMU oppression immediately. (Ambrose Evans-Pritchard)

domingo, 7 de febrero de 2016

El tipo de interés negativo no es expansionista

No sé exactamente cuántos bancos centrales tienen tipo de interés negativos en algunos de sus operaciones con la banca. De momento suele ser en los saldos depositados por ésta en el propio banco central, lo que se supone que fuerza a la banca a buscar una colocación más rentable, es decir, conceder créditos a los agentes no financieros, consumidores y empresas.

Según Frances Coppola, el tipo de interés negativo (que no puede transmitirse ilimitadamente hacia atrás, es decir, a los acreedores bancarios, ahora veremos por qué), no soluciona nada. Es más, para Coppola tiene claros efectos contractivos.
 
Primero, veamos que la banca no puede transmitir tipos negativos a sus pasivos, depositantes, principalmente, porque rápidamente, en cuanto la gestión de las facturas domiciliadas costara menos que la rentabilidad negativa, la gente se llevaría el dinero físico a su casa. En general, eso elevaría enormemente el coste de transición de la economía, aunque solo fuera porque habría que sustituir la gestión de correo de las empresas por un sistema más pedreste y oneroso... Y además, un agujero potencial para Hacienda, que como sabemos, somos todos, por eso intentamos burlarla unos más que otros. En suma, el IVA desaparecería, habría que bajarlo del 21% actual a una cifra cercana a cero, porque eludirlo iba a ser facilísimo.
 
De ahí se puede intuir el bajón que daría la actividad económica.
 
Los bancos, hasta ahora, no han aumentado el crédito porque de repente su Banco Central le cobre un 0,35% por depositar sus excesos de liquidez en él.
 
El problema no es de niveles ni spread entre tipos de interés, reales o nominales, sino de colaterales y riesgos. Conceder crédito a un proyecto que tiene un riesgo, para cubrir el cual se exige un colateral (una hipoteca es el ejemplo más corriente) que también tiene un riesgo. Estos riesgos no son iguales en épocas de normalidad o euforia que en el actual estancamiento sin inflación, en el que no se espera un aumento notable del negocio ni un aumento de los predios de los activos... Salvo los financieros, que sospechosamente para en cada vez más independientes de lo que pasa con la inversión real.
 
Por el contrario, lo que sí puede incentivar tipos y márgenes más estrechos aún para la banca es que dedique esos recursos de coste negativo a su recomposición de balances, es decir, a reducir activos dudosos y sustituirlos por otros más seguros, aunque su rentabilidad sea baja... Pero positiva.
 
Sobre todo si, como pasa actualmente, la demanda de crédito de los clientes es inexistente o casi. Es decir, por una parte no hay gran demanda de crédito, por otra, una gran desgana de la banca a prestar dinero, lo que invita a recomponer balances y no expandirlos. Es lo que pasaba cuando éramos pobres: no comprábamos calcetines nuevas o corno los viejos se rompían. Había una gran actividad zurcidora, verdaderas especialistas que iban a casa a zurcir una vez a la semana, cuando no era la propia ama de casa quien dedicaba un tiempo a esa tarea.
 
En mi casa la costurera era Magdalena, que cosía y apañaba además otras cosas, e iba a otras casas; a veces, las madres se intercambiaban el día de la zurcidora con otras madres, y a cambio les prestaba otra especialistas, como la cocinera, que iba a cocinar los garbanzos como solo ella sabía, o a pelar las judias. Las pagas de estas operarias era de risa, pero funcionaba una verdadera cámara de compensación de favores, en el que se saldaban los débitos netos entre amas de casa. A pequeña escala, naturalmente.
 
Es decir, la productividad general daría un bajón, y el nivel de renta pero capita no digamos. En general, reducir los margenes de explotación de la banca -inevitable, si el margen de la inversión reale es tan bajo- no ayuda a levantar la economía. Reducir los salarios reales a la Verza reduce el consumo. Es verdad que la productividad debe ir por delante de los salarios reales, pero aumentar la productividad a costa de reducir el empleo es un dísparo en el pie.
 
Así, si en vez de aumentar la demanda vamos reduciendo los costes, nao convertiré al todos en mandones, mal pagados, con un nivel de impuestos bajísimos, lo que redundaría en un estado de bienestar ridiculo.
Volveríamos a la economía de los años cincuenta, o más atrás, en que los favores mutuos eran la fuente de renta, y poco q poco a una economía de trueque, pero como la memoria histórica es corta en un par de generaciones nos acostumbraríamos a la pobreza, la grisura, a los sabañones en invierno, a la boina en verano, y a sacar a las vírgenes de procesión para que caigan cuatro gotas de agua, porque, naturalmente, no habría dinero para invertir en pantanos. Mientras, los aeropuertos opulentos gastados décadas antes se llenarían de hierbajos entre los que se podría jugar al fútbol con pelotas de trapos... Remendados.
 
Así fue mi infancia. Fui feliz, pero no les recomiendo el retroceso.
 

No hay comentarios: