"How can I know what I think until I read what I write?" – Henry James


There are a few lone voices willing to utter heresy. I am an avid follower of Ilusion Monetaria, a blog by ex-Bank of Spain economist (and monetarist) Miguel Navascues here.
Dr Navascues calls a spade a spade. He exhorts Spain to break free of EMU oppression immediately. (Ambrose Evans-Pritchard)

jueves, 24 de marzo de 2016

Del Patrón oro al patrón euro

Frances Coppola tiene un post sobre desequilibrios de balanza de pagos. Vale la pena leerlo por la buena descripción que hace del problema, sobre todo del (dis)funcionamiento del patrón oro. La intención de Coppola es demostrar que la libertad de devaluar la moneda no es una panacea, con lo que estoy totalmente de acuerdo: todo depende de la credibilidad del país, y un país con escasa credibilidad, y endeudado en moneda extranjera, no le sirve de nada devaluar para recuperar excedente exterior de BP y las divisas que necesita imperiosamente para pagar sus deudas. Creo que es obvio y no hace falta extenderse en ello. 

Lo que me interesa aquí es la relación entre régimen cambiario y oferta monetaria mundial. Para ello empiezo por el patrón oro. Un patrón oro es un sistema cerrado, en el que la oferta monetaria mundial es fija: solo varía si hay variaciones de la cantidad a de oro disponible mundialmente. Los a clásicos aceptaban el patrón  oro como como el sistema óptimo, porque con nadie traban el dinero como medio de pago, no como activo depositario de un valor. Veamos cómo funcionaba teóricamente -porque en la práctica los países miembros no se sujetaban a las reglas estrictamente, como veremos después. 

Los países miembros del sistema acordaran definir sus monedas en una cantidad fijo de oro. Automáticamente, de ello resultaba que cada moneda tenía respecto a las demás una paridad fija de intercambio, definida por la cantidad de oro que cada una decía contener. 

Por lo,tanto, la oferta monetaria mundial (en el sentido de base monetaria = dinero emitido por el BC + oro en circulación) era estrictamente fija, e igual a la suma de de dinero en circulación en cada país. 

La credibilidad de cada  país miembro, la garantía de que cumplía con su parte, es que su BC estaba obligado a pagar en oro cualquier billete presentado en su ventanilla, emitido por él como certificado de que "el Banco Emisor pagará al portador la cantidad de oro figurada en ese billete". Naturalmente, no hacía falta ir hasta la ventanilla del BC; el portador podía ir a su propio banco, el cual se encargaría después de acudir al BC. 

Es claro que la cantidad de dinero-base es fija. Si un país quisiera aumentar su dinero en circulación interno, tendría que provocar un superávit de balanza de pagos (BP), para que entraran divisas y oro, lo que por simple equilibrio de sus balances, hacía que el Banco Central (BC) aumentará su pasivo, emitiendo más dinero nacional. En realidad era más automático: la simple entrada de más divisas era necesariamente pagado con moneda nacional, cuya cantidad en circulación aumentaba. El balance del BC había aumentado sus activos y sus pasitos en la misma cantidad. 

¿Cómo describían los clásicos el funcionamiento hacia el reequilibrio del sistema? Partamos de una situación en que todos los paises están en equilibrio de Balanza de Pagos, por lo que el dinero en circulaciones n en cada país es fijo. Supongamos que se produce en uno de ellos un déficit persistente de BP - lo que supone automáticamente un superávit en el resto de los paises. Ahora, según el sistema descrito por Hume (y no de manera acrítica, pues supo ver las deficiencias del mismo), llamado el "Species flow Mechanism", el país en déficit veía bajar su oferta monetaria, lo que contraía la actividad y hacia bajar los precios. En los paises en superávit sucedía simétricamente lo contrario: la oferta monetaria subía, aumentaba la actividad y los precios, por lo que éstos perdían  en competitividad, mientras que el país deficitario ganaba en competitividad, lo que devolvía los saldos mundiales hacia el equilibrio. Eran, pues, los precios, el mecanismo de reajuste. 

Muy elegante pero totalmente falso. Primero, porque antes de que los precios se ajustaran, la contracción de la actividad desencadenaba movimientos acumulativos a la baja de producción y precios. Esto suscitaba más desconfianza, lo que hacía huir capitales, lo cual aumentaba los impulsos contractivos. Por lo tanto, no era tan "elegante" el sistema de reajuste, y de eso se queja Hume en su famoso ensayo: las depresiones podían durar mucho más de lo que era deseable. Naturalmente, los clasicos (entre los que incluyo los austriacos) dirían que la culpa es de la rigidez "artificial" de los precios. 

El problema es que no se tenía en cuenta el papel del dinero como activo financiero clave, que en caso de incertidumbre es infinitamente demandado, retirado de la circulación, y con el BC maniatado, pues no puede emitir estrictamente más que lo equivalente a las entradas exteriores de divisas. La salida del sistema patrón oro, o la devaluación (permitida por todos los miembros), permitía recuperar competitividad e ingresos exteriores, lo que ayudaba a recuperar nivel de actividad y precios. 

La contracción de la oferta monetaria, junto con el paralelo aumento de la demanda de liquidez, producía la deflación. Como estamos hablando de monedas ligadas entre ellas por tipos de cambio fijos a través del oro, daba igual qué signo monetario era demandado para ser atesorado: oro, divisas, o moneda nacional. Es como un grupo de mendigos con una sola manta, de la que todos tiran para taparse, sin conseguirlo porque no da para todos. 

Lo que pasa es que esa desconfianza podía contagiarse a otros países, y entonces la demanda se dirigía hacia las monedas más confiables o directamente al oro: esto significaba que, pese a que cada país cumpliera con su obligación, o precisamente por ello, la oferta mundial de liquidez se contraía. La deflación mundial de los años treinta, que desestabilizó las sociedades europeas, fue por culpa del restablecimiento del oro. Alguno países (Francia el más destacado) jugaron deslealmente con su tipo de cambio y su demanda de oro, con el efecto de contraer la oferta mundial de liquidez. 

La depresión de los años treinta fue el origen de la inestabilidad política y social, y el malestar que llevó a los nazis al poder por las urnas. No fue, como suelen repetir muchos como loros amaestrados, la hiperiflación post bélica, que en 1923 se había acabado. Hitler empezó a crecer con la depresión: la depresión posterior provocada por la contracción de liquidez mundial. EEUU empezó a salir de la crisis cuando Roosevelt rompió la paridad dólar-oro en 1933, lo que le permitió manejar la política interna de liquidez, y financiar a bajos tipos de interés obras públicas que aumentaron el gasto y el empleo. La economía creció vertiginosamente hasta que en 1937 se cometieron errores de corrección festiva. Pero poco después se recuperó la senda de crecimiento, aunque pronto la II Guerra Mundial vendría a trastocarlo todo. Guerra Mundial en la que, sin duda, influyó enormemente el malestar social de la Gran Depresión, provocada por la contracción mundial de la liquidez, de lo cual es buena prueba la deflación mundial. 

El sistema post bélico del FMI, diseñado en Bretton Woods por Keynes y el norteamericano Dexter White, vino a remediar parcialmente los riesgos contractivos, pese a ser un sistema de cambios fijos, aunque justables, que permitía a un país en dificultades, a cambio de ajustes en los desequilibrios o excesos de demanda, recibir una ayuda y devaluar su tipo de cambio. 

Exactamente igual que el Euro, salvo que en éste, a cambio de obligarte a ajustar al demanda interna y los salarios, no te permite devaluar. Una diferencia fundamental. 

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