"How can I know what I think until I read what I write?" – Henry James


There are a few lone voices willing to utter heresy. I am an avid follower of Ilusion Monetaria, a blog by ex-Bank of Spain economist (and monetarist) Miguel Navascues here.
Dr Navascues calls a spade a spade. He exhorts Spain to break free of EMU oppression immediately. (Ambrose Evans-Pritchard)

lunes, 14 de noviembre de 2016

La intervención salvadora de Draghi para el euro en 2012

A la gente de toda Europa parece gustarle la idea del euro, pero no les gusta lo que el euro les está haciendo—.


Del libro de Mervyn King, "El fin de la alquimia", cómo Draghi salvó al euro en 2012.

Grecia se convirtió en el primer país europeo en experimentar una depresión de la magnitud de la Gran Depresión de los años treinta en Estados Unidos. Entre 1929 y 1933, la producción total en Estados Unidos cayó un 27 por ciento. En Grecia, entre 2007 y 2015, la producción bajó un poco más que eso, y el gasto doméstico (el consumo y la inversión tanto en el sector privado como en el público) en no menos del 35 por ciento, una situación que nunca hubiera podido concebir cuando era estudiante en los sesenta con nuestro novedoso entendimiento de cómo impedir depresiones. Existían, y siguen existiendo, muchas ineficiencias en la economía griega. Pero, en ausencia de una unión política, las decisiones que los atañen corresponden a los ciudadanos de Grecia. En marzo de 2012, Grecia incumplió con su deuda, o, para ser precisos, la «reestructuró». La reestructuración transfirió gran parte de la deuda de acreedores del sector privado a acreedores del sector público. En 2015, alrededor del 80 por ciento de la deuda soberana griega se debía a instituciones del sector público de otros sitios de la Unión Europea o al Fondo Monetario Internacional. La unión monetaria, lejos de propiciar una mayor integración política, estaba demostrando ser el proyecto más divisorio en la Europa de posguerra.
"A finales de julio de 2012, la salida del euro de Grecia, y quizá también de otros países, se estaba empezando a aceptar como probable. El BCE, la Comisión Europea y el gobierno alemán tenían planes sobre cómo manejar una salida griega. En general, se daba por sentado que la salida implicaría la imposición de controles de capital en Grecia, y probablemente un período de vacaciones bancarias para permitir al gobierno nacionalizar muchos, si no la mayoría, de los bancos locales. Entonces ocurrió un movimiento que transformó el sentimiento de mercado. El 26 de julio, en una Conferencia de Inversión Global, para marcar el comienzo de los Juegos Olímpicos de Londres, presidí un panel de gobernadores de bancos centrales. Uno de ellos era Mario Draghi. Cuando se levantó para hacer sus observaciones, me di cuenta de que, excepcionalmente, no tenía la intención de leer un texto preparado. El BCE haría, dijo, «lo que haga falta para preservar el euro. Y créanme, será suficiente». Sus palabras resonaron por todo el mundo, pero igual de importante fue la declaración conjunta realizada al día siguiente por la canciller Merkel y el presidente Hollande, indicando su compromiso pleno con el euro y su apoyo a las intenciones de Draghi. Estaba claro que el BCE compraría, o estaba activamente considerando comprar, deuda soberana española e italiana. Los rendimientos de los bonos españoles a diez años cayeron desde el 7,6 por ciento hasta algo menos del 7 por ciento. Las acciones bancarias de la eurozona subieron entre el 5 y el 10 por ciento en el día. Fue el comienzo de un marcado cambio en el sentimiento que iba a resultar en importantes caídas en los rendimientos de los bonos soberanos en los siguientes dos años. 
"A finales de 2014, los rendimientos de los bonos a diez años en Grecia habían bajado desde el 25 por ciento hasta justo por encima del 8 por ciento, y los de España, desde por encima del 6 por ciento hasta por debajo del 2 por ciento. En efecto, a finales de 2014, España era capaz de financiarse a menor coste que el gobierno de Estados Unidos. Obviamente, el compromiso de Draghi había funcionado. Pero también planteó un serio problema. El mandato del BCE no se extiende a las transferencias fiscales. Y era obvio, por los comentarios realizados tanto pública como privadamente, que el Bundesbank se oponía frontalmente a cualquier compra selectiva de deuda soberana, lo cual pensaba que podría ser inconstitucional.  
"Ciertamente, ante esto es difícil reconciliar el programa de compra de deuda soberana con la cláusula de «no rescate» del Tratado Europeo. Así fue unas semanas antes de que el BCE anunciase el programa de operaciones monetarias de compraventa que le permitía comprar bonos estatales de países de la periferia a cambio de peticiones de asistencia para estos países prestada por el nuevo Mecanismo Europeo de Estabilidad (MEDE). Desde la puesta en marcha hasta 2015, no se realizó ninguna compra. 
"Globalmente, sin embargo, la promesa de Draghi de «hacer lo que haga falta» devolvió la calma a los mercados financieros y puso fin a una larga serie de fines de semana de crisis. Parecía que Alemania había abandonado la idea de una salida griega del euro. Los inversores de fuera de la zona euro fueron inducidos a comprar activos financieros, particularmente deuda soberana, en los países de la periferia; los rendimientos de los bonos cayeron aún más, y el BCE fue capaz de reducir sus préstamos a los bancos.

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