"How can I know what I think until I read what I write?" – Henry James


There are a few lone voices willing to utter heresy. I am an avid follower of Ilusion Monetaria, a blog by ex-Bank of Spain economist (and monetarist) Miguel Navascues here.
Dr Navascues calls a spade a spade. He exhorts Spain to break free of EMU oppression immediately. (Ambrose Evans-Pritchard)

jueves, 20 de abril de 2017

Le Malaise

Como cuenta con brillantez J. Ignacio TorreblancaFrancia está en un malestar continuo. Para los franceses cualquier tiempo pasado fue mejor, pero echando la vista atrás con un mínimo de objetividad se destruye esa nostalgia,  porque esa película es más falsa que una de Hollywood. Soy medio francés, y sé un poco de lo que hablo. Francia, la eterna descontenta. En realidad hay dos Francias, la Francia profunda y la europeista, y cada una se identifica con lo que los políticos le ponen delante, pero nunca ha estado bien satisfecha con Europa. Por una parte le prometieron que ella sería el inequívoco líder del proyecto, seguida a pocos pasos por Alemania - potencia económica, pero sin liderazgo político por su oscuro pasado, su pecado imperdonable -. Por otra parte, los franceses tienen una bien ganada fama de adornar el pasado como le conviene. Nadie habla de las matanzas de 1871 que "salvaron" la République. O de la derrota de Bien Dien fu. O de la huida de Argel. Francia cierra esas heridas con una gran facilidad - de la que debía aprender España, por cierto. 
Sin embargo, Torreblanca parece querer identificar el malestar con una característica francesa, mientras que yo digo rotundamente que el origen es europeo.  Es una pena. Torreblanca es un escritor notable, pero no se ha quitado la costra de la ideología europeista, que es de izquierdas y derechas, lo mismo sirve para un roto que un descosido. Como dice un comentarista, la PPSOE (Gracias, Alfonso Aniel Quiroga).
¿A qué pasado añora Francia, se pregunta Torreblanca? Por señalar uno muy laureado, podría ser la década de los sesenta, en la que, como España, Francia creció con vigor, mientras De Gaulle se atribuía el mérito. Pero De Gaulle era considerado por la izquierda un dictador asqueroso, y los chicos del mayo del 68 francés casi le derriban. Al final se fue el mismo, para no ser obstáculo a la continuidad de régimen que el había fundado en 1958. Y hasta hoy a trancar y barrancas. 
Pero tampoco demostró capacidad de liderazgo europeo. Maastritch, un invento de Mitterrand para contener la fuerza de Alemania reunificada, le puso más grilletes a Francia que a Alemania. Los franceses de algo eran conscientes, cuando casi se lo cargan en un referéndum. Y dijeron NO a la Constitución europea, que se tuvo que quedar en simple tratado internacional de Lisboa, al que se apela como constitución, pero sin mayúsculas. 
Tanto malestar en tantos sitios a la vez demuestra que Europa no ha sabido hacer un marco convincente para todos. Había que respetar la identidad nacional, no borrarla. De Gaulle tenía razón con su proyecto Confederal de naciones, no federal. Hubiera sido más lento, pero no hubiéramos pasado por las crisis seguidas de Grecia, Irlanda, Portugal, y las que se vienen encima de Italia, Francia, España... con el Brexit en marcha. Insostenible. 

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