"How can I know what I think until I read what I write?" – Henry James


There are a few lone voices willing to utter heresy. I am an avid follower of Ilusion Monetaria, a blog by ex-Bank of Spain economist (and monetarist) Miguel Navascues here.
Dr Navascues calls a spade a spade. He exhorts Spain to break free of EMU oppression immediately. (Ambrose Evans-Pritchard)

martes, 5 de septiembre de 2017

El nacionalismo socialdemócrata

¿Por que la socialdemocracia, al menos la española, cree que hay un nacionalismo bueno? En el blog de Arcadi Espada, un breve texto aclara la cuestión: 

Un artículo de Torreblanca en El País sobre el nacionalismo catalán. Este párrafo:

"Y pertrechados de la certeza de la superioridad moral de su causa [los nacionalistas catalanes] están destruyendo o dispuestos a destruir todo lo bueno y sano que ese nacionalismo había alumbrado, poniendo en entredicho una convivencia ejemplar, sembrando la división entre catalanes buenos y malos y de primera y de segunda, instrumentalizando las instituciones, convirtiendo la lengua de todos en una lengua nacional, subvirtiendo la pluralidad de los medios públicos y aceptando como natural un discurso supremacista de tintes etnicistas y racistas (los españoles, vagos, atrasados y fascistas, nos roban y oprimen)."

No es un párrafo ingenuo. Es un párrafo, intelectualmente dramático, destinado a su exculpación. A la exculpación socialdemócrata. La fábula de un nacionalismo bueno y sano, en el que ellos creyeron. Nunca hubo ese nacionalismo. Desde el primer minuto fracturó la sociedad, sembró la división entre catalanes buenos y malos, instrumentalizó las instituciones, convirtió la lengua en lengua nacional, subvirtió la pluralidad y aceptó como natural un discurso supremacista, que yo prefiero llamar xenófobo, porque conozco su profundo y pútrido complejo de inferioridad.

La metáfora y, al mismo tiempo, el sentido recto de ese nacionalismo es la evidencia de Jordi Pujol robando desde el minuto uno, como dicen en Madrid. Y desde el minuto uno, todo.

Es ese concepto que lleva a decir al descerebrado Pedro Sánchez que las naciones españolas son al menos "España, Cataluña, País Vasco, y Galicia". Al menos. Es la mayor aberración histórica que he leído sobre este tema. Es decir, España se compone de: España, etc. Al menos. Y éste tipo va a llevar este proyecto "federal" al Congreso. De milagro apoya al gobierno sobre el desmarque catalán. 
La socialdemocracia ha perdido su identidad hace tiempo, pero la española es que apenas ha sido socialdemócrata más que de nombre. No tiene una idea clara de lo que significa democracia, palabra a la que necesita añadir aditamentos como "federal" para que no les confundan con la mínima tentación liberal. 
Esto traerá complicaciones, después del maldito referéndum y lo que salga de ahí. Rajoy espera que salga una chapuza ininterpretable - que será lo más probable -; entonces los secesionistas inventarán otra cosa: ¿elecciones? Y todo lo que provoque división en el frente constitucional. Entonces será el gran momento de Sánchez, con sus ideas mastuerzas. 
A la socialdemocracia le pierde subrogar la idea democracia a la de socialismo. Al fin y al cabo, son hijos de Marx y Engels, y sus rupturas con estos padres han sido con la boca pequeña. La votación interna del PSOE y la victoria rotunda de Sánchez lo demuestran: los militantes están más atrasados aún que sus dirigentes, y se sienten próximos a sectores podemistas. 
De ahí coligen que su democracia es la única verdadera, que la derecha no puede ser democrática, cosa que la historia refuta, porque la democracia liberal - para ellos de derecha conservadora - es la un más avances políticos ha traído. 
En cuanto a la compatibilidad del nacionalismo con la socialdemocracia, basada en que hay un nacionalismo bueno, de una cosa que es hijastra de la xenofobia nunca se puede esperar nada positivo. ¿Ha sido positiva la inmersión lingüística en Cataluña y el País Vasco (y Valencia no lo olvidemos, a la que se suma ahora Baleares)? ¿Es eso socialdemocracia? No lo creo, y si desde el principio se hubiera interpretado así, ahora no estaríamos como estamos. 
Concretamente, el nacionalismo catalán es hijo del carlismo fracasado, cuando toda la ultraderecha Catalana - y vasca - se quedó sin padre ni madre ideológico. Las familias ultras, las buenas familias que fueron carlistas, como cuenta en su autobiografía Josep María de Sagarra, se dejaron mecer por eso nuevo que era el nacionalismo, a la vez rechazo del liberalismo isabelino y refuerzo del catolicismo ultramontano. 


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